Cultura Corporativa, la auténtica competitividad

Las diferencias de productividad identificadas entre el modelo empresarial norteamericano y el liderazgo japonés llevaron en las últimas décadas del siglo pasado a despertar el interés por analizar la cultura corporativa como activo estratégico clave en el éxito de las organizaciones.  Los directivos identificaron una fuente de ventajas competitivas en la cultura de las empresas japonesas, de hecho se produce un movimiento importante de trabajar la cultura corporativa en las multinacionales a finales ya del siglo pasado.

En la actualidad se percibe a las organizaciones como comunidades con su identidad propia y cultura distintiva.  Los valores corporativos cohesionan a las personas de la organización y las comprometen, siempre y cuando estos valores se sientan y se vivan dentro de la misma.

Crear cultura en una organización es un proceso gradual y lento en el que influyen factores racionales y emocionales, en el que integrar las distintas percepciones dentro de la organización es el gran reto.

Cada organización tiene una cultura corporativa propia, que la distingue de otras, es su propio ADN que la identifica. El éxito empresarial radica en tener la cultura corporativa que funciona alineada con la dirección estratégica establecida, dando sentido de identidad a la organización, empoderando a las personas que la forman, sus valores compartidos son la base de la cultura corporativa.

La cultura corporativa facilita así el propósito estratégico de la empresa, su razón de ser. Es el espíritu de la organización, la energía que une y mueve a todos los empleados para alcanzar el posicionamiento estratégico.

¿Qué significa cultura corporativa?

Más allá de la misión, visión y valores corporativos, son los comportamientos de cada una de las personas de la organización lo que la hace diferente. Aunque el concepto aparece habitualmente en cantidad de publicaciones, su interpretación no siempre coincide.

Sí hay cierto acuerdo en entender la cultura corporativa como un conjunto de ideas, normas, actitudes y creencias de todos y cada uno de los empleados de la organización, que influyen en la experiencia de marca, en la relación y el servicio al cliente, y por tanto determinan la reputación de la empresa.

La cultura tiene relación con el estilo de liderazgo, la motivación de los empleados, la estructura, los procesos y la configuración del espacio, todos estos elementos la determinan.

En un entorno cambiante, como el que vivimos, necesitamos organizaciones que se reinventen de forma continua adaptándose a la dinámica del mercado para tener la agilidad de respuesta que éste requiere en un entorno tan competitivo. Por ello, necesitamos organizaciones en las que la cultura es la base y el desarrollo de los empleados, es lo que les une y motiva cada día a dar lo mejor de sí mismos y por tanto a fidelizar a los clientes. Empleados comprometidos, clientes fieles. Una cultura corporativa fuerte es un valor intangible que cohesiona a toda la organización, integra a todos los grupos de interés y atrae a su público objetivo.

Aquellas organizaciones en las que se vive los valores de la organización irradian hacia el exterior una imagen positiva sólida, el reto está precisamente en ser capaces de aterrizar con éxito la cultura corporativa, son necesarias dosis altas de voluntad, compromiso, coherencia y constancia. Los empleados son los protagonistas en el programa de cultura corporativa, son los embajadores de la marca. Escucharles e identificar cuáles son las diferentes visiones es un paso necesario para proyectar una única imagen y unos valores compartidos.

Necesitamos por tanto formar, informar, motivar e involucrar a todos los empleados de la organización en el programa de cultura corporativa. La coherencia entre lo que se comunica y lo que se hace es la clave para comprometer a los empleados de la organización.

La cultura corporativa debe ser una parte fundamental en el proceso de planificación estratégica. Tener una cultura corporativa bien desarrollada y distintiva es la auténtica ventaja competitiva. En una era en la que los procesos, tecnologías y productos se pueden copiar, la diferencia la marcan las personas. Tener alineada y cohesionada a toda la organización gracias a la cultura corporativa que la hace única y diferente de sus competidores, creando una identidad propia.

Natividad Buceta, directora de Empathia.

La cultura corporativa es, por tanto, esa conexión que potencia la historia de la marca, que es un intangible que en su buen hacer crece en valor cada día, y crea reputación. Marcas con una fuerte cultura involucran a los empleados de toda la organización, generan orgullo de pertenencia y se perciben positivamente desde afuera. Valores como la autenticidad y la honestidad son fundamentales para una cultura corporativa vibrante, las organizaciones que así lo viven son más humanas, reconocen y motivan a sus empleados, fomenta la comunicación,  los entornos participativos y creativos, son organizaciones dinámicas que se adaptan al mercado en todo momento. Las acciones de la organización trascienden por la calidad del servicio y las experiencias orientadas al cliente.

La coherencia es por tanto la base de una auténtica cultura corporativa, destacando en el mercado. Alcanzar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace no es fácil, requiere de una reflexión profunda y compartida en la que todos los empleados estén comprometidos con el cambio, empezando por el líder y los directivos de la organización.

La cultura corporativa se alimenta de los valores, las normas, las políticas de la organización y la comunicación. Es por ello que la historia de la empresa es una fuente de información para entender la cultura corporativa y crear la mejor narrativa de la marca. La necesidad de tener unos valores compartidos que motiven a los empleados en su actuación y los guíen, una estructura organizativa adecuada, una política de incentivos acorde y el propio espacio físico, favorecen el tipo de cultura corporativa que queremos desarrollar.

Una cultura corporativa fuerte construye identidad corporativa creando orgullo de pertenencia, compromete a todas las personas en el proyecto empresarial, favorece un buen ambiente de trabajo, mejorando la productividad y el servicio al cliente.

Cuanto mayor es el consenso que tiene una organización sobre lo que se entiende por su cultura corporativa más sólidas son. Alcanzar el consenso en una organización es un camino lento pero seguro. Aunar las distintas visiones de las personas que forman parte de la organización en una única no es tarea fácil, si bien el resultado es una cultura inclusiva que fomenta la inteligencia corporativa y la hace más fuerte y menos vulnerable a los cambios del entorno, por tanto son empresas sostenibles que se adaptan a los cambios, comparten una visión y valores corporativos e integran en la dirección estratégica el compromiso de cada uno de los miembros de la organización, una organización que aprende de forma constante.

Liderar con empatía

El liderazgo es la pieza esencial para desarrollar culturas corporativas empáticas que escuchan, motivan a sus empleados y se adaptan a los cambios del entorno de una forma ágil y rápida. La creación de la cultura corporativa es claramente una de las funciones clave del liderazgo.

Son las personas que forman las empresas las que dan realmente valor a las marcas, a las organizaciones. Su compromiso transciende a todo su ecosistema empresarial y a la sociedad en su conjunto. El compromiso es en sí mismo un gran valor. La confianza se gana a través del compromiso.

Cada día son más las organizaciones que buscan proyectar desde dentro de la organización una visión coherente y sostenible basada en valores como calidad, cercanía, compromiso, autenticidad, pasión, humildad y respeto.

Aquellas empresas que se comprometen con las personas, son las líderes del mercado, se posicionan en el corazón de los clientes, los atraen y fidelizan.

 

Natividad Buceta, directora de Empathia

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