El espejo emprendedor donde mirarse

A las personas, nos guste o no admitirlo, nos interesa lo que los demás opinan de nosotros. Es inevitable, porque parte del éxito en lo que hagamos depende de ese concepto que se tiene de nosotros; la confianza y el crédito que se ha depositado en nuestra experiencia demostrada en los hechos.

Desde ya que cuidar estos juicios que se hacen y lo que se dice es una tarea que cada persona, especialmente las que ostentan posiciones jerárquicas relevantes en las organizaciones, cuidan como el activo más valioso. El branding personal (lo que representamos y valemos para los demás) no se construye en un día.

Lo mismo ocurre con un producto y, de igual manera, con la marca y organización que está detrás de aquel.

Por tanto, siempre hay un espejo en el que nos miramos, queremos que se refleje la mejor imagen de nosotros y de nuestra empresa, hacia los demás. Nos interesa que los demás la vean como nosotros la vemos cuando nos paramos delante de ese espejo (imaginario) en el cual hacemos un repaso de las decisiones que estamos tomando y las acciones que estamos emprendiendo.

Preguntas tales como esta: ¿Cómo se verá esta decisión de parte del personal? También otra muy importante: ¿Cómo será entendida esta nueva medida que tomamos de parte de la clientela?

En definitiva, todo directivo, y especialmente los emprendedores que han lanzado un proyecto que ya se ha convertido en un éxito tecnológico, que les está exigiendo cuidar la gestión y mirar al futuro de las próximas semanas, no meter la pata en cuanto a la gestión financiera y tratar de preparar a la empresa para el próximo paso necesario de seguir escalando posiciones. Esto implica más asignación de recursos y buena gestión para un período corto de tiempo, del que dependerá que sea definitivamente un éxito que se corone y pase a ingresar ese primer millón de dólares, o que como más del 50% de los emprendimientos que se llevan a cabo en todo el mundo, acabe antes del año, y lamentablemente antes de que se confeccione el primer estado financiero.

Al éxito se puede llegar casi siempre después de un largo recorrido, aunque no son pocos los emprendedores que se han destacado por lograrlo de manera repentina. Como se dice coloquialmente: de la noche al día. Y para que ello sea posible, han tenido que tener el valor de escalar en lapsos muy cortos, pero teniendo en cuenta especialmente los vaivenes del mercado y la incertidumbre e inestabilidad en la que nos estamos moviendo actualmente. Tengamos también en cuenta, que dicha inseguridad no es algo pasajero, dada el entorno hostil que se ha producido, caso de la Unión Europea, con dos frentes de Guerra abiertas, una en la frontera norte de Centro Europa, y la otra en la frontera oriental del Mediterráneo que baña las costas de Israel.

 

Crear escala

Escalar un negocio o la escalabilidad empresarial, hace referencia a toda la capacidad de realizar menos o más trabajo del normal, sin que afecte negativamente el rendimiento general de toda la empresa. En pocas palabras, escalar un negocio es una forma sustentable de crecimiento empresarial.

Y dentro de los pasos que la doctrina indica que deben dar los emprendedores que quieren escalar rápidamente, tenemos:

– Crear la escala.

– Usar métodos cuantitativos precisos para hacer las mediciones.

– Invertir hacia el futuro.

– Saber delegar trabajos externamente.

Uno de los elementos que hay que tener en consideración, o lo que podríamos llamar el 5º paso de esta secuencia, es saber adaptarse al cambio y aceptar el nivel de incertidumbre en el que nos estamos moviendo. Ninguna persona que aspire en el presente a ser un emprendedor, porque tiene una magnífica idea para plasmar en una empresa rentable, va a tener éxito, ni siquiera iniciar el camino al mismo, si tiene aversión al riesgo (digamos a un riesgo medido y aceptable) inherente a la actividad empresarial. Emprender significa gestionar una idea de manera tal de que los recursos humanos y materiales que le dan forma y la ponen en práctica, los lleve delante de manera ordenada, amén de los riesgos que hay que afrontar, los cambios que hay que gestionar, las luchas de mercado que habrá que emprender, etc.

 

Detrás de todas las grandes empresas emergentes hay una visión

Una idea, creada por el fundador, se refiere a cómo quiere que sea su negocio en el futuro, tanto en el más cercano, como en el medio plazo. Por tanto, lo que tienen que tener en cuenta los emprendedores, es que la visión no sólo es la base misma de la empresa, sino que a menudo también puede ser la clave para el crecimiento y el éxito de su negocio. ¿Por qué? Porque puede estar mal focalizada.

Y esto puede deberse a que no se ha captado la esencia del problema que pretende resolver, por ejemplo, un servicio que no se está dando en el mercado, pero no necesariamente cualquier idea, la primera que nos surja, puede dar respuesta a las demandas de los consumidores.

Una visión ha llegado a entenderse como un estado futuro que es creíblemente posible y representa una condición mejor que la actual.

Una palabra, nos referimos a “visión”, que creemos que ya está muy usada, quizás excesivamente, en los negocios y en el liderazgo en general. Sin embargo, en realidad se comprende muy poco por qué tener una visión hace que una empresa tenga éxito. En realidad, todas las empresas entonces tienen que tener una ajustada a su realidad. Pero la pregunta que debemos formularnos es ‘¿Qué diferencia la visión de las empresas que realmente tienen éxito?’ ¿No les parece que se genera cierta confusión? ¿Por qué se produce?

La idea errónea más común es que la visión misma es el ingrediente esencial para alcanzar las metas e ir en busca del éxito. Pero lo que no hay que olvidar, especialmente desde la óptica del liderazgo, que el fenómeno de una visión esconde la verdadera causa del éxito, que es ese líder que está detrás de una gran visión. Y esta manera que tiene de ver la realidad, de escanear el entorno, de saber los demás que él tiene una visión privilegiada de la realidad, le confiere el carácter de visionario, que es mucho más que la visión en sí.

 

¿Se aprende si usted se sienta a tener una conversación con un líder visionario?

Seguro que los que llevamos años en el mundo de las organizaciones, nos hemos encontrado con un directivo destacado, sin que nadie lo diga, le categorizamos (cosa que nos gusta hacer a todos) como un buen líder (poniéndolo en la categoría más alta) o de un buen gestor (colocándolo en un nivel de preferencia), pero como hemos dicho en reiteradas ocasiones desde esta tribuna, el gestor no es un líder y el líder sí puede ser las dos cosas, aunque los líderes efectivos se rodean de buenos gestores.

También, ocurre, que buenos gestores finalmente con gran experiencia en el mundo de los negocios, especialmente en el financiero, el de marketing y también en el tecnológico, pasaron al nivel superior de ser etiquetados como líderes por el solo hecho de que las circunstancias empujaron a ello. O que una junta directiva así lo quiso, por los buenos resultados que había obtenido dicho gestor hasta ese momento.

Un líder visionario con el que nos sentemos a mantener una conversación, nos impresionará inmediatamente porque es apasionado, motivado, optimista y con una capacidad de aplicar sus conocimientos (bajarlos de la teoría al terreno) y saber encausar las acciones para la obtención de resultados. Tiene una condición innata, una fuerza que a veces no se sabe de dónde le viene, y también este tipo de personalidad nos sorprende porque no se cansa nunca. Estos líderes son auténticos operarios del liderazgo, como si fuese una línea de montaje.

Si es una reunión informal, lo más seguro es que podamos encontrarnos con descripciones muy precisas de la realidad, cómo ve el comportamiento del mercado en los próximos meses, qué está observando de la competencia, cuál es el grado de preocupación que le imprime la disrupción tecnológica, etc., pero sin dejar de ser entretenido, de salirse de cualquier guion escrito porque lo que pesa en estas personas visionarias es su trayectoria y experiencias reales diversas que ha vivido y que por supuesto ha resuelto.

Hablará de cosas técnicas y de cosas de la vida, porque le gusta la relación interpersonal, le encanta escuchar a los demás, ver qué piensan, qué solución tienen para un problema de la empresa que se ha ido convirtiendo en endémico en los últimos meses, etc. Y seguro, que tocará temas más banales, pero no por ello necesarios para que dichas relaciones interpersonales mejoren, tales como tener pasión por la cocina, o los deportes, o la jardinería.

 

El visionario nos da sorpresas positivas

Cuando está en esa reunión, sea informal o formal y que se replica cada quince días, pero en cualquiera de ellas, su velocidad de actuación, el ritmo que pone a las cosas, mirando el reloj para ver el tiempo que le resta con este equipo para salirse e ir a otra reunión en la misma empresa o con una institución en la que se juegan un concurso público, ese espacio de su tiempo que dedicó al equipo, tanto a sus miembros como su jefe, terminan agradeciéndoselo al líder que pasó como una tromba, pero tuvo tiempo de hablar, escuchar, llegar a puntos de cierre sobre cuestiones técnicas y hablar del partido de ayer domingo.

 

La emoción de crear un negocio

Cuando dejamos de lado por un momento la visión de este líder visionario, no olvidamos que también puede ser un emprendedor nato. Porque lo que le gusta son los desafíos, entrar en jardines que nadie se atreve, no solo sentir sino compartir las emociones con su equipo, porque justamente lo que le caracteriza también es no temer que es diferente a ser temerario. El miedo es algo que las personas racionales gestionamos, porque es normal tenerlo en determinadas circunstancias. El temerario desafía lo imposible, lo que no es ni técnica ni estratégicamente aconsejable, o que conlleva riesgos demasiado elevados.

El líder visionario y el emprendedor que cohabitan en la misma persona, a diferencia de la torpeza de las personas temerarias, sabe que está construyendo una organización, imponiendo un modelo determinado de negocio porque es emocionante y desafiante.

Se requiere cada parte de esa personalidad visionaria y emprendedora que opere simultáneamente para encontrar ese camino de éxito. Pero los que reúnen estos atributos, tienen una imagen de cuál va a ser su futuro, como empresarios y en qué lugar va a estar su empresa a dos años vista.

Tienen una visión clara de cómo va a funcionar ese negocio en cada detalle y también son capaces de predecir los resultados que va a producir. Tienen la habilidad sumada a su capacidad de que nunca trabajan en su negocio, más bien trabajan estando dentro o fuera físicamente, pero para el negocio, lo que es diferente a trabajar en. Dependen de la buena delegación que hagan en otras personas, equipos de confianza que lleven el día a día, y ellos parece que no están, pero sí terminan estando en cada detalle.

Hay emprendedores que rara vez inician un negocio en su propio campo de conocimiento. Aunque implementan con precisión el sistema adecuado para hacer realidad su visión. Los más capacitados y con esa visión privilegiada referida, no les gusta involucrarse en las actividades diarias de su negocio. Esto les da libertad para iniciar nuevos negocios y vender los existentes o hacerlos públicos. Ejemplo de ello podemos poner a Richard Branson, que gobierna un imperio de más de 400 compañías en todo el mundo, o del propio expresidente norteamericano Donald Trump, que es capaz de dirigir hasta 50 empresas a la vez.

Michael Gerber, que es un autor estadounidense y fundador de Michael E. Gerber Companies, una empresa de formación de habilidades de negocios con sede en Carlsbad, California y autor del E-Myth, dice que “el propósito de cualquier negocio es darle más vida a su propietario. Su finalidad es liberar al propietario de trabajar en él. Si su negocio no le brinda la libertad de vivir la vida que desea, entonces le está quitando la vida”. ¡Vaya magnífica definición sobre el fin de que debe ser la creación de un negocio!

Y esto está acoplado al aspecto inevitable de la salud financiera y de la buena planificación económica. Ya que una de las principales razones por las que debería iniciar un negocio es crear un flujo de caja excesivo. ¿Cuál es la finalidad principal? Que le permitirá tener dinero extra y tiempo libre para seguir construyendo más negocios.

No es de extrañar, que una razón por la que emprendedores muy “despiertos” y que se iban acomodando rápido a las circunstancias cambiantes del mercado, especialmente en el sector tecnológico, han montado un negocio para expandirlo lo más rápido que les fue posible y después venderlo. Porque en ellos, como emprendedores, pero con una visión que excede la propia empresa y los problemas ordinarios a los que se enfrenta a diario, tienen bien claro que han creado y desarrollado un activo y que es valioso. Para que algo sea valioso debe haber muchas más personas en el mercado que lo deseen.

Sin duda en el mercado a millones que valoran ese activo que tal emprendedor ha creado. Que les gustaría mirarse también en ese espejo. Pero por contrario, son muy pocos los emprendedores privilegiados que son visionarios y que marcan sendas de crecimiento y nueva forma de hacer negocios.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, presidente y CEO del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL), director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y presidente honorario del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL) y también autor del libro ‘El Cubo del Líder’.

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