Liderar sin estrés, para ser felicaz

Nuestro ‘Manual de Felicacia’ proporciona recetas y razones para generar entornos laborales que sean más felices para las personas y eficaces para las empresas; pero el gran enemigo de todos es el estrés. El exceso de tensión en la dirección se alivia con matemáticas básicas y una buena dosis de excel; pero, ¿y el estrés de las personas?, ¿de directivos y empresarios?

A lo largo de los últimos veinte años, los estudios e investigaciones que se han venido realizando en los países más desarrollados sobre los efectos del estrés en las organizaciones, no dejan de sorprendernos, aún hoy que ya está muy asumido este problema.

Es evidente que, más allá del problema que tratamos circunscrito al ámbito de las organizaciones, y cómo liderar con ello, abarca todo el aspecto macro social y tiene unas consecuencias macroeconómicas importantísimas.

Desde ya, que la principal preocupación de un gobierno es la salud de sus ciudadanos; pero no son menores las advertencias que desde los ámbitos médicos se dan respecto a los riesgos del agotamiento.

Tampoco se habla mucho de los efectos de este agotamiento en el rendimiento de las personas y equipos; por ende, la productividad de una empresa.

Entre las sentencias que se pueden leer provenientes de diversas fuentes, especialmente de los ámbitos psicológicos y sindicales, se encuentran algunas que señalan que el estrés hace que las personas sean casi tres veces más propensas a dejar su trabajo, perjudica temporalmente el pensamiento estratégico y debilita las habilidades creativas. Agregamos nosotros: nada más ni nada menos.

O sea que, si no se toma consciencia de la importancia e impacto que tiene en la salud de las personas y también en la salud económica de las organizaciones, habrá consecuencias a cortísimo plazo: el incremento del absentismo, mayor rotación en los puestos de trabajo y disminución de la productividad, llegando a elevarse los costes médicos, legales y de seguros.

Desde esta tribuna, en todas las temáticas que abordamos, pretendemos ser como ese faro de las costas de los océanos, que les permite fijar claramente a los barcos su posición en las coordenadas de navegación. Claro que hoy día recurren al GPS y pueden obviar la señal luminosa.

Pero la metáfora es que, a pesar de la innovación tecnológica y la revolución digital en marcha que todo lo cambia y transforma, cuantas más empresas se den cuenta de ese impacto del estrés en la vida de personas y en su propia existencia empresarial, más crecerá el sector de bienestar en los lugares de trabajo. Porque, al igual que los buques que navegan tienen un GPS, recuerdan que ese faro está en la posición que han pasado una y otra vez. O sea, el estrés sigue existiendo a pesar de la NT’s, porque estas revolucionan los métodos de trabajo, pero no garantizan que las personas vivan y trabajen con una dosis de estrés que no sea dañina para su salud.

Liderar y convivir con el estrés

Después de varios años de venir abordando los tan variados ámbitos que abarca el liderazgo, hemos creído conveniente hacer un repaso a ese factor silencioso pero muy destructivo que convive con nosotros y en nuestras organizaciones. Porque el estrés da tanto para ser un elemento inhibidor de todos aquellos atributos positivos que tenga una persona, como potenciador claro de ayudarle a impulsar el cambio y la transformación.

Y estar o no en las antípodas del estrés de uno u otro signo depende de nuestra capacidad de gestión del mismo, lo que tiene directa relación de cómo gestionamos nuestra inteligencia emocional.

La opinión de la doctrina psicológica

La Sociedad Americana de Psicología hace unas consideraciones que nos parecen fundamentales para poder abordar nuestra aportación.

Dice que el estrés a menudo se describe como una sensación de estar abrumado, preocupado o decaído. El estrés puede afectar a personas de todas las edades, géneros y circunstancias, y puede conducir a problemas de salud tanto físicos como psicológicos”. Desde ya que es impactante esta primera definición, porque por un momento tomamos consciencia del daño tremendo que podemos estar haciendo a nuestra salud física y mental.

Al mismo tiempo señala esta asociación profesional de prestigio, que algunas veces el estrés puede ser beneficioso, produciendo un impulso que proporciona la energía para ayudar a las personas a superar situaciones como exámenes o plazos de trabajo. Sin embargo, una cantidad extrema de estrés puede tener consecuencias para la salud y afectar negativamente los sistemas inmunológico, cardiovascular, neuroendocrino y nervioso central”. 

Creemos que cuando aborda la cuestión del estrés crónico, entra de lleno en nuestro ámbito laboral cotidiano, porque sostiene que el hecho de que se convierta en algo permanente y conviva con nosotros, es la respuesta a factores estresantes cotidianos que son ignorados o mal gestionados, así como a la exposición a eventos traumáticos.

Las consecuencias del estrés crónico son graves, especialmente porque contribuyen a la ansiedad y la depresión.

El estrés y la economía

No debemos olvidar en este punto lo que han señalado en los últimos años los sindicatos españoles, que aproximadamente el 50% de las bajas por enfermedad se deben a factores que de manera directa o indirecta están relacionados con el estrés.

Elevar la dosis de niveles de estrés que una persona puede soportar a un punto en el cual se vea afectada y que no pueda realizar debidamente su trabajo por las condiciones psicológicas en las que se encuentra, o que estando bien mentalmente para afrontar cualquier reto o tarea, su salud se vea resentida por ese exceso de estrés al que estuvo sometida de manera constante, es lo que debe combatirse desde la dirección de las organizaciones.

Además, las investigaciones han demostrado que existe una asociación entre el estrés agudo y crónico con el abuso de sustancias adictivas por parte de una persona.

Es frecuente que a medida que se va desarrollando el proyecto de cualquier negocio, empiezan a florecer los problemas. La mente, incluso la actitud, hace que sea fácil concentrarse sólo en las cosas que van mal. ¿Un camino directo a estresarse más de la cuenta? Desde ya que sí. La cuestión es qué hacer entonces.

Se puede mejorar la gestión del estrés en los negocios recordándose las cosas que van bien. Enumerar todos tus logros y los hitos de las pequeñas empresas que hayas logrado. Es muy probable que sean más de los que en ese momento recuerdas.

Incluso hay que tener presente esas pequeñas cosas que, aunque fueron éxitos que ni siquiera consideramos como que tengan interés en nuestra trayectoria profesional y/o empresarial, sí cuentan a la hora de ver la lista buena y la lista mala de cosas que, en nuestra opinión, hemos ido acometiendo a lo largo de los años.

Priorizar las tareas

En una ocasión un consultor llegó a su cita obligada de los miércoles a las 11 horas para reunirse con el CEO de una importante organización de servicios publicitarios. El cometido, como en todas las reuniones que mantenían, era revisar qué acciones se habían implementado y cuáles habían sido los resultados. A su vez, repasar los que estaban en proceso de planificación, esperando resolver la cuestión estratégica. Esto último siempre quedaba ad referéndum de lo que se resolviese en el comité de dirección, justamente de los miércoles una vez que la reunión personal entre consultor y CEO terminase.

El consultor observó que el CEO no tenía preparada la reunión de comité y fue el momento en que le llamó la atención por lo siguiente:

Cuántas cosas tienes en tu agenda y no estás más que mirándola y no sabes por dónde iniciar el día. Si intentas hacer un poco de cada tarea, al menos, y teniendo en cuenta las prioridades, completarás uno o más de ellas”.

El CEO se le quedó mirando y le respondió:

Es que trato de concentrarme en una primera tarea, pero inmediatamente paso a la segunda, surgiéndome como siempre las dudas en cuanto a las prioridades”.

Entonces el consultor le dijo:

Aprovechemos estas reuniones para lograr dos cometidos: distinguir las prioridades clasificando las tareas de mayor a menor; al mismo tiempo, una vez que ya percibes ese orden, concéntrate en las tareas más importantes. Una vez que las termines, puedes moverte hacia abajo en la lista. Básicamente, estás creando una agenda para ti, no que la agenda te gobierne a ti”.

Separar lo personal de lo profesional

Hay algunos expertos que se refieren a un tipo de descanso que pasa por lo que llaman “purgar el cerebro”, que es debido a que, a veces, no puedes dejar de pensar en tu empresa o en todas aquellas cosas que al cabo del día sabes que han quedado pendientes. Tu cerebro está encendido sin parar, incluso cuando intentas dormir. Y esto es un generador de agotamiento mental y psicológico.

En realidad, la reunión de coaching personal que tuvieron ayudó al CEO a encarar el comité con otra actitud.  No tanto por los temas que se iban a tratar y que aún mantenía un poco desordenados, sino por la tranquilidad que le había venido al cuerpo en cuanto a haber comprendido qué es lo que tenía que hacer cuando sentía que su cerebro ya no le respondía.

En términos generales, sea para un CEO o una persona en la base de la pirámide, siempre se produce agotamiento por diversos motivos y en relación a las responsabilidades inherentes del puesto. Pero algo sí es seguro: cada persona debe tener control sobre su agenda y conocer bien sus prioridades. Seguramente le permitirá relajarse y dormir mejor.

Descansos obligados

Nada hay que nos caiga peor que la obligación de hacer algo; por ejemplo, cuando el médico aconseja determinada dieta y algo de ejercicio que no pasa por nuestra mente en ese momento. Nos genera un problema de adaptación a nuevos hábitos y horarios.

Pero el descanso es probablemente el consejo más simple que se puede dar para la gestión del estrés, especialmente cuando se tiene mucha responsabilidad y personal a cargo.

Si constantemente tu cuerpo y tu mente siguen en movimiento, aunque hayan pasado cinco horas desde que llegaste a la oficina, lo que necesitas es un breve descanso.

Eso de salir del ámbito de trabajo, caminar una manzana respirando profundo y tomarse un café, es el momento de reencuentro con uno mismo y con tu agenda. Pero esta hay que dejarla por unos diez o quince minutos fuera de servicio.

Lo que necesitas es ese mínimo de tiempo para sentir esa bocanada de aire fresco, observando cómo cuerpo y mente te lo agradecen porque va a evitar ese agotamiento que, de llegar a ese punto, te hará perder mucho más tiempo del que imaginas.

Puedes en esos minutos pasar las páginas de una revista o continuar con una lectura de un libro que te apasiona o, simplemente, llamar a un amigo para coordinar el encuentro de fin de semana.

Al regresar a la oficina tendrás una mente más clara y energía fresca para afrontar las tareas del resto del día.

Tareas que deben acometer las empresas

El camino directo para reducir el estrés parte de un liderazgo efectivo más humano (el que defendemos) y que fomente el bienestar de los empleados, que es la llave para mejorar productividad y competitividad.

Los psicólogos clínicos y sociales han venido insistiendo en las últimas dos décadas sobre la importancia que tiene la prevención del agotamiento para reducir el estrés en el lugar de trabajo y al mismo tiempo aumentar el compromiso de los empleados.

También lo hemos dicho en artículos anteriores: la importancia de crear un ambiente de trabajo que disminuya el estrés, porque cuando los empleados se encuentran en una situación de alto estrés, ya sea por expectativas poco claras, plazos irrazonables o un espacio de trabajo agitado, corren el riesgo de pasar al modo que se llama de lucha o huida. No es ninguna extravagancia de la psicología en el ámbito organizacional, porque es algo que le sucede a nuestra mente cuando nos sentimos amenazados.

Las partes más emocionales del cerebro se sienten afectadas, toman participación y ocupan nuestra capacidad de pensar, lo que disminuye sustancialmente nuestra condición estratégica y creativa. Desde ya que afecta la toma de decisiones.

Para contrarrestar este efecto, se debe crear un entorno de trabajo seguro e incorporar hábitos de reducción del estrés en los flujos de trabajo diarios de los equipos.

De esta manera, se aumenta la seguridad psicológica. Si los empleados perciben su lugar de trabajo como una amenaza, entonces no pueden generar la confianza que el equipo necesita para colaborar e innovar de manera efectiva.

Desarrollar el compromiso de los empleados

Cuando desde la dirección se explica con claridad cuáles son los objetivos de cada persona en la estructura, esto por sí solo es un deflactor de estrés. Pero especialmente se reduce mucho más cuando el personal siente que son escuchados, que se toma en consideración sus recomendaciones, sugerencias y también las quejas.

Hay que desarrollar un ambiente de trabajo que sea desafiante y no amenazante. Que tengan la tranquilidad de que se pueden cometer errores, que los miembros de los equipos sientan que están cohesionados y que de esto se preocupa la dirección, solicitando a sus empleados comentarios regularmente para mostrar que están todos unidos y con un sentido de propósito.

Desde la creación de horarios de descanso regulares en la jornada laboral, pasando por la creación de lugares expresamente diseñados para el ocio y el descanso, son elementos básicos para deflactar el nivel de estrés.

El cerebro humano puede mantenerse concentrado aproximadamente entre 90 a 120 minutos antes de que necesite descansar. Es por eso que debe alentarse desde la dirección a los empleados a hacer un descanso que les permita desconectarse mentalmente de sus tareas cada dos horas.

Los datos que proporcionan las investigaciones de varias décadas son contundentes: una mayor participación de los empleados, logrando una conexión emocional que los une al trabajo, tiene unos beneficios positivos que, además de reducir el estrés, mejoran la salud y el nivel de satisfacción laboral. Es indudable que cuando hablamos de retención del talento, un factor esencial es el nivel de estrés que existe en ese ámbito laboral.

La transparencia en cuanto al conocimiento que los empleados tengan de los objetivos de la empresa a corto como a largo plazo es también un deflactor de estrés y un impulsor de ese compromiso empleado-organización.

Hay que explicarles cómo su trabajo está contribuyendo a la misión de la empresa.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).

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