Se buscan líderes políticos empáticos

Nuestra foto de portada es muy elocuente de la percepción que muchos ciudadanos tienen de sus políticos, expresando de manera simple como un simple movimiento de un dedo, debería expulsar a aquellos que no cumplen los requisitos mínimos para puestos de tanta responsabilidad.

En materia de liderazgo, las mejores lecciones proceden de experiencias personales de líderes destacados. Por ejemplo, Satya Nadella (1967), CEO de Microsoft, relató una experiencia personal de sus primeros años de ejercicio profesional en un reciente seminario en Stanford, .

Su historia tenía que ver con la serie inicial de entrevistas de Nadella cuando llegó a Microsoft hace casi 30 años, y especialmente en la última de ellas dice que la pregunta que le hicieron le cambió la vida.

Entrevistador: “Estás cruzando la calle y un bebé se cae y llora, ¿qué haces?”

Nadella: “Ir a la cabina telefónica y llamaré al 911”.

Entonces su entrevistador se levantó y le dijo: “¿Sabes qué? Necesitas desarrollar algo de empatía. Porque cuando un bebé se cae, lo levantas y lo abrazas antes de llamar’.

Nadella pensó que no iba a conseguir el trabajo, pero finalmente llegó a CEO. Lo que sucedió, es que fue ella la que se transformó respecto al sentimiento hacia los demás. La empatía es una demostración de respeto.

Cuando utilizamos la palabra respeto, sin duda no estamos hablando de innovación tecnológica ni políticas empresariales. Estamos hablando de la relación entre personas, dentro y fuera de una organización. Respeto es la esencia misma de la empatía, lo que nos lleva a estar en un todo de acuerdo con Nadella.

El panorama actual del liderazgo pasa por un período de cierto estancamiento, no por cuestiones inherentes a la doctrina (autores, expertos, empresarios, etc.), sino como consecuencia del proceso de deterioro que el liderazgo político ha estado contaminando en los últimos tres años a la esencia del que consideramos liderazgo efectivo.

Pero, ¿cómo es posible que ello ocurra? ¿Tenemos en cuenta el impacto que la innovación tecnológica ha traído a la sociedad en su conjunto a través de sus empresas?

Quizás con estas preguntas estemos resolviendo el porqué de la gran brecha que se abre entre liderazgo tradicional empresarial y el político, que ha caído en un pozo sin fondo. ¿Es acaso la mediocridad que opera en la clase política en la actualidad a escala global? No necesariamente. Entonces, ¿cuál es el factor que provoca ese abismo entre ambos liderazgos?

Sin duda, no focalizamos nuestro análisis de hoy en una cuestión de formación y capacitación. Tampoco de experiencia. Estos son valores que se supone que los líderes políticos con altas responsabilidades deben tener. Nos referimos a un aspecto más en línea con lo que es cada persona, lo que no puede disimular, su propia esencia, ese carácter que le distingue.

Decía el presidente Lincoln: “Dadle a un hombre poder y verás cuál es su carácter”. Porque desde el liderazgo empresarial se ejerce cierto tipo de poder respecto del personal que forma parte de una estructura. Pero han sido justamente los esfuerzos de los últimos años de parte de todos los grandes líderes y de las empresas más punteras del mundo, en hacerlo más humano. La proximidad del líder con las personas y sus preocupaciones y problemas. El respeto y la empatía en toda su extensión. Este es el mejor liderazgo.

Hablamos de emociones, pero muy especialmente de la empatía que todo líder debe tener y que no parece que sea un valor que vaya sobrado en la clase política del presente. Basta mirar a nuestro entorno europeo.

Y es en este punto en el que los políticos han contaminado la doctrina del liderazgo. Es más, en nuestra opinión, ya le han propinado un golpe del cual necesitaremos varios años y muchos Bill Gates, Elon Musk, Richard Branson, etc., para citar a algunos, a fin de que sus ideas y creatividad pesen por encima de los desaciertos y negligencias en que incurren una y otra vez los políticos. Es que ya nadie cree en el liderazgo político.

Pero como en toda encrucijada social, política y económica a la que se enfrenta la sociedad cada día, ese cambio de paso necesario que echa en falta la ciudadanía, pasa por la empatía. Es quizás el más importante de los elementos que componen la inteligencia emocional, porque es la necesaria posición que debe adoptar un líder para ponerse en el lugar del otro. Y no parece que fluya con naturalidad en la gestión de las emociones de los líderes políticos, más preocupados por encuestas y sillones a tenor de lo que está ocurriendo en nuestro país.

Una vez más llamamos la atención a la clase política como lo venimos haciendo desde esta tribuna, porque el liderazgo que ejercen está carente, al menos en una cuota significativa, de la empatía mínima necesaria hacia el ciudadano.

Que ya no es tiempo de eufemismos ni palabras vacías. Hoy se cuenta con mucha información como para que se pretenda engañar a las personas con explicaciones sin sentido o utilizando medias verdades, lo que implica lisa y llanamente, manipulación de la información.

¿Qué tienen que hacer los líderes políticos?

En primer lugar, no les vendría mal un seminario sobre liderazgo, en el que por más que ellos se consideran líderes, verían cada uno respecto a su posición individual la distancia que mantienen con las características de lo que se entiende por liderazgo efectivo y, especialmente, los valores que entraña el liderazgo transformacional.

O sea, que los primeros pasos que hay que explicar a un grupo de políticos que se anime a un seminario de este tipo son:

1º) Dejar en la entrada sus credenciales, porque queremos que esté desnudo política e intelectualmente.

2º) Empezar a explicarles y que entiendan el alcance de qué es y qué diferencia hay entre la visión, la misión, los objetivos y las metas.

3º) ¿Qué es una organización? (Empresa, institución o el mismo país). Explicando que es una asociación de recursos (humanos y materiales) con una finalidad concreta. Pero que el factor determinante para el éxito de un buen líder y una organización es cómo juega el factor humano en la ecuación del crecimiento y desarrollo de una empresa, siendo la más importante de todas la propia nación de que se trate.

4º) Cómo son las relaciones interpersonales en cualquier empresa y cuál es el propósito del liderazgo efectivo, en la manera que se analizan las diferentes estrategias y se toman decisiones con la participación de mandos intermedios y de más personas con responsabilidad en una organización.  Especialmente, qué es un equipo, cómo se logra la cohesión entre sus miembros y de qué forma se obtiene de ellos un compromiso con la organización y que estén alineados en todo y en parte con las decisiones de la alta dirección.

5º) Para que todo funcione como un reloj, los líderes, en el ámbito privado, ya hace tres décadas que se preocuparon por la formación y potenciación de las habilidades vinculadas a la psicología y a la manera en que las personas se relacionan con otras en el mismo ámbito de trabajo.

La gestión de las emociones pasó a ser un factor primordial a la hora de elegir a los más altos directivos de una empresa. No parece que sea el caso de nuestros políticos, más bien escasos de conocimientos respecto a lo que se consideran habilidades blandas y, lo que es peor, la falta de sensibilidad que se requiere para cargos de tanta responsabilidad en la que millones de personas depositan su confianza, creyendo que determinado programa es el mejor para ellos.

Empatía como principio y valor

Ser empático es un valor, pero la empatía es en sí mismo un principio con el cual toda persona debería contar y que está alojada en la misma región del hemisferio derecho del cerebro en el que se gobiernan las emociones, la intuición y la creatividad.

¿Estamos diciendo que los políticos tienen un problema serio en el hemisferio derecho cerebral? ¡No! Lo que decimos es que no la han practicado ni la ejercitan.

Justamente lo que se les enseña a los integrantes de equipos de alto rendimiento, cuestiones que están perfectamente calibradas en el entrenamiento y capacitación que hace cualquier coach experto en la formación de cuadros directivos e intermedios, es explicar cómo hacer para que sean más empáticos y se pongan en el lugar de sus compañeros.

La empatía es un sentimiento que necesariamente debe estar sustentado en la comprensión, tolerancia, paciencia, amistad y/o buenas relaciones, sinceridad, integridad y un poco de pasión compartida por el trabajo, así como la meta común que tienen por delante.

Empatía a nivel macrosocial

¿Serán capaces nuestros políticos de comprender que en materia macrosocial también hay una empatía que hay que ejercer? Lo que sí es claro, en un seminario de este tipo, al haber adquirido los conocimientos básicos del liderazgo convencional, habrá que sumarles lo que significa el liderazgo transformacional.

Esto implica conocer cómo enfrentarse y gestionar el cambio. Qué es lo que deben hacer desde la posición de líderes, ante cualquier transformación que se esté produciendo en la sociedad; caso, por ejemplo, de la digital, para que se sumen los buenos efectos y se minoricen aquellos que no los son. Algo así como tomar medidas a tiempo y no como siempre ocurre, una vez que acaecieron los hechos.

La transformación es en el liderazgo la capacidad de aceptar el cambio, formarse para él, saber gestionarlo y jamás eludirlo.

Reglas para aprobar en empatía

No deben olvidarse de que detrás de las encuestas que dan porcentajes de tendencia, en realidad hay un electorado conformado por ciudadanos. Que es imprescindible mirarlos como personas y no como números macrosociales. Y esto cuesta mucho porque no se ponen en el lugar de ellos: sus necesidades urgentes, los sacrificios a los que están expuestos, la falta de trabajo estable, que no se llega a fin de mes y un largo etc.

Ciudadanos y personas en una organización se diferencian sólo por el número; pero siguen siendo psicologías individuales en los que siempre se generarán quejas, sentimientos de preocupación, incertidumbre, etc.

Si alguien se queja en una empresa, se supone que su jefe inmediato se preocupará por cuál es su problema. Incluso cuando no expresa estos pensamientos y se los guarda para sí, hará que se sienta molesto o frustrado cuando trate tanto con otros miembros del equipo, como con su jefe y la misma dirección. Esto mina la relación interpersonal. Se pierde la confianza o al menos se afecta por un período.

¿Qué hacer entonces? Si el líder escucha, si se preocupa por comprender la situación, se está solidarizando con sus sentimientos negativos y hará lo que sea, con honestidad, para cambiarlos, para apoyar que sus próximas horas en el puesto de trabajo no le sean tan incómodas. Que vea un horizonte de cambio. Que se ha tenido en cuenta su sugerencia y preocupación.

Cuando el líder hace esto, está aprendiendo a ver el mundo a través de los ojos de los demás. No sólo es la visión privilegiada del entorno que se le supone tiene el líder, sino que está compartiéndola de manera clara con su personal.

Cuando se percibe en las personas esa preocupación y humildad para ser comprendida, harán el mejor esfuerzo para cumplir sus tareas y no bajar la guardia respecto al compromiso que tienen asumido con la organización.

La confianza que se gana en la psicología individual es la mejor propulsora de la credibilidad en el líder.

Y esta confianza se ha perdido en los líderes políticos, y por ende su credibilidad. Deberán revisar no sólo su discurso (esto sería lo de menos), sino cómo encaminarán las acciones de un futuro próximo que no pueden dilapidar.

La historia no espera a nadie. Hay un momento y oportunidad para llevar a cabo las acciones, empezando por la primera de ellas que es el respeto a las personas, así como una buena dosis de empatía, para que al menos la ciudadanía pueda volver a creer en ellos como dirigentes políticos que están para resolver sus problemas ciudadanos. Ni más ni menos.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).

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