Cuando la razón no basta

Ayer vivimos en el Congreso de los Diputados una ‘farsa’ como bien explicó la diputada Rosa Díez: un teatro de títeres donde el que manejaba los hilos se quedó en su despacho a evaluar con sus asesores el nivel en la escala de Ritchter provocado por su cataclismo.
Mucho más astuto que su predecesor secesionista, el lendakari Ibarretxe, Artur Mas no se expuso ni se desgastó en el combate. Desde sus cuarteles analizó la batalla, tomo nota y prepara el siguiente asedio por la vía legal, popular y mediática. Hoy los medios de comunicación catalanes contaban la historia de una manera y los de Madrid de otra. En el medio quedó La Vanguardia sin dar toda la portada a la información y El País con un tono de cronista histórico y no de comentarista deportivo, como el resto de ambas orillas.
Como decía un columnista de El País, en el debate sobraron razones y faltó la seducción de otras épocas, de otros líderes como Adolfo Suárez o Felipe González. Faltan encantadores, que para registradores o notarios no estamos. El conflicto social abierto en apenas seis años en Cataluña (como recordó Rosa Díaz señalando la encuesta del CIS catalán de 2009) exige de otra altura de miras ante quien no quiere ni puede arrodillarse. No es un conflicto de vencedores y vencidos, sino de ilusiones renovadas o ruptura.
Quizá por todo ello, en el sentir de los ciudadanos españoles no vencieron ni los unos (PP-PSOE), ni los otros (CiU-ERC-IU); sino la voz más clara, más sensata y que mejor expresó la opinión de los ciudadanos con datos, hitos e historias: Rosa Díez, que sin tener el peso de los votos, tuvo el peso de las razones y de las soluciones.

Pin It on Pinterest

Share This