La competitividad está en el corazón mismo de los discursos de empresarios y políticos. Hace treinta años ya se hablaba de ello y en la ecuación de la competitividad se integraban ingredientes complejos como: la eficiencia, la eficacia, la rentabilidad, la innovación, la internacionalización, la calidad de los recursos humanos, los costes, la seguridad jurídica, el apalancamiento financiero, etc.
¿Y la tecnología? Se le daba la importancia que debía tener. Jamás podría haberse supuesto el nivel de influencia que tres décadas después tendría en la forma de hacer negocios. Hoy, para miles de empresarios del mundo no hay otro ratio multiplicador de su fórmula mágica de la competitividad que no sea su tecnología. Más aún, muchos sectores emergentes clavan las siglas de la tecnología en la definición misma de su negocio: FinTech, RegTech, InsurTech, WealthTech, PropTech, LegalTech, FemTech, DataTech, etc.
En el presente vivimos en un mundo de datos alimentado por análisis que evolucionan por hora y de manera exponencial. La gestión de datos se ha convertido en la clave de la ‘revolución tech’ en la que ahora vivimos. La cuestión no es si tenemos una determinada variable cuyo valor se incrementa a determinada velocidad a lo largo de la curva económica que la analiza, sino el salto cualitativo de una curva a otra que se salen del tradicional análisis cuantitativo de precios, cantidades, etc. La innovación digital nos exige nuevas formas en el tratamiento, pero muy especialmente en la interpretación de los datos.
La revolución digital es un tsunami cuya ola masiva está barriendo todos los sectores de la industria mundial, dejando obsoletas empresas y actividades de la noche a la mañana. Al mismo tiempo crea oportunidades para que las organizaciones aprovechen los datos como una fuente de ventaja competitiva; pero no para un momento determinado, sino para marcar un proceso, una conducta determinada de crecimiento.
El análisis parcial de datos, especialmente el departamental, que en la gran mayoría de organizaciones hasta hace un lustro se delegaba en un área específica de administración de datos e información, en la actualidad ya ha dejado de comportarse como compartimientos estancos. Las organizaciones comenzaron a adoptar un enfoque más centralizado para la gestión de datos, y las herramientas de análisis entraron en un proceso de compartir y colaborar, moviéndose hacia la calidad, la consistencia y la inteligencia empresarial.
La revolución digital ha puesto sobre el tapete el necesario reconocimiento que los líderes deben hacer sobre el valor de los datos. La mayoría de las grandes organizaciones y sus respectivos líderes efectivos coinciden en que tener un buen data processing es en realidad el mejor activo del momento para competir en condiciones razonables.
Generar no sólo una perspectiva, sino que sea diferente, diversa y que se pueda monetizar cuánto antes. O se traduce en una partida positiva en la cuenta de explotación, o se está poniendo en duda la estrategia en la gestión de los datos y las implicaciones que la revolución digital haya tenido en esa organización.
¿Qué es lo que hace que un líder efectivo tenga en cuenta la gestión de los datos?
La pasión del líder siempre es comprender el por qué y el para qué. En materia de datos consiste en qué medida esta colección de información y cifras sirve para tener una mejor visión del negocio. Así de simple.
Los datos son sólo las herramientas que les ayudan a resolver problemas de negocios y crear oportunidades de acuerdos. Observen nuestras lectoras y lectores, que repetimos el término negocios. Nada está cambiando más el panorama del business que la tecnología digital.
Por tanto, la revolución digital prioriza la ciencia de los datos, su buen uso y el que todas las áreas de la organización hablen un mismo idioma: el de los negocios cuyas letras y sílabas son los datos.
Los buenos líderes de datos en las organizaciones punteras tienen la responsabilidad de identificar en primer lugar cuáles son los desafíos estratégicos y a continuación formularse las preguntas sobre negocios que debe contestar la organización respecto a su mercado.
Entonces el líder efectivo ya no los ve como un área de análisis separado del resto, sino como una herramienta imprescindible para la toma de decisiones. Son el puente que ayuda a establecer las conexiones entre los problemas y las oportunidades comerciales. Simultáneamente se trata de reconocer el valor de qué datos son esenciales para resolver los problemas a los que se enfrentan. Conexión y solución desde la óptica de los negocios es el cambio de perspectiva que se está dando en la actualidad.
Los responsables de datos se convierten en aquellas personas que hacen prevalecer sus prioridades en torno a elementos como brindar un mejor servicio al cliente, comprender mejor las oportunidades del mercado, adaptar a las realidades y expectativas de clientes y mercados actualizando los procesos internos de la organización, etc. Al mismo se trata de cuidar en todo momento la eficiencia operativa de la empresa y muy especialmente el grado de contribución a la cuenta de resultados y al mayor valor para accionistas y terceros inversores. Es decir, multiplicar la cadena de valor.
La misión del líder efectivo en cualquier organización es mantener el mínimo de oscilaciones en el valor de la compañía, valorando cualquier esfuerzo que conduzca a un incremento o mantenimiento de valor en circunstancias de mercados altamente competitivos y complejos. Lo que sí es cierto, que si los datos y la revolución digital no son instrumentalizados en este sentido, de nada servirá la adaptación al mundo digital de una estructura empresarial. Tiene que generar negocio y nuevas, así como constantes, oportunidades en la creación y desarrollo de new business. Esto implica actualizar los vigentes y asociarse con algún competidor a fin de impulsar otro negocio más estratégico.
La buena gestión de datos es la que nos indica con precisión qué datos son los que necesitamos, cuáles sirven, o cuáles son una distracción que nos hacen perder tiempo y dinero. El líder efectivo, que tiene el respaldo de una buena gestión de datos, marca la diferencia por sus mejores conocimientos aplicados, lo que redunda en mayor eficiencia global de la organización y facilita el camino del éxito.
Gracias al buen manejo de datos se elijen las mejores estrategias. Los responsables de departamentos, equipos y la propia dirección, son capaces de identificar cómo los proyectos en curso pueden influir de manera decidida en una medida de éxito que antes no podían siquiera considerar. No es sólo tener la visión, sino saber abrir la misma a las exigencias del entorno.
Contando con buenos datos y las mejores herramientas de análisis se podrán hacer frente a todas las preguntas clave de cualquier negocio además de saber cómo se está comportando dentro de su cuota de mercado.
¿Cómo liderar una transformación de negocios basándose en una buena gestión de datos?
Para eso vamos a formularnos unas preguntas, suponiendo que estamos ejerciendo el rol de líder de una organización que sea un referente en su sector:
1.¿Cómo podemos permitir que la organización esté siendo impulsada desde una buena gestión de datos que contribuya a un cambio de cultura corporativa?
Se potenciará la integración de una cultura y mentalidad que esté centrada en los datos de toda la organización.
2. ¿Cómo podemos aprovechar las nuevas tendencias y tecnologías mediante la configuración del entorno empresarial adecuado?
Se promoverá la innovación continua, lo que determina el perfecto conocimiento de cuáles son los factores de éxito de una transformación digital ágil y su aplicación.
3.¿Cómo podemos alinear a las partes interesadas internas para un cambio y progreso acelerados en toda la empresa?
La filosofía se fundamentará en la creación de empresas impulsadas por datos, lo que provocará una dependencia necesaria de análisis en todos sus departamentos y funciones.
¿A qué nos lleva esta situación?
Los responsables de los datos deben tener un deseo innato de trabajar de forma interdepartamental e interfuncional, ya que todas las áreas de una organización están en condiciones de crear los datos que a su vez deben analizarse correctamente en otras áreas, mandos intermedios y/o funciones. Se pretende que la acción de creación y difusión de datos sea visible y efectiva en todos los ámbitos de la organización, pero especialmente que el negocio se nutra de esta nueva forma de cultura corporativa.
Las áreas que intervienen desde que se crea un dato hasta que se toma una decisión en base a éste, tienen que formar parte de un canal de comunicación y conversión de información en decisiones y acciones, no en conflictos.
La eficiencia global de una organización parte de la unificación de la filosofía empresarial y la cultura corporativa en todas las áreas de la misma. Cuando los diferentes empleados y equipos están perfectamente coordinados por la correa de transmisión de los datos útiles y necesarios, este proceso se convierte en el camino óptimo y de menor riesgo para la operativa diaria.
La multifuncionalidad de los equipos de trabajo y departamentos, como consecuencia de una buena formación y capacitación, será la garantía de que la tecnología llegue a todas y cada una de las secciones de la organización. De esta forma la revolución digital no queda como mero escaparate sin resultados palpables.
Lo digital tiene por propósito alimentar este proceso, no quedarse en la superficie, como de hecho siguen admitiendo muchísimos responsables e incluso líderes empresariales que ven que la adaptación digital no está formando parte de la cultura corporativa.
Adherirse en parte y en todo a la filosofía de la alta dirección. En la actualidad pasa por incorporar como eje esencial de la filosofía de la alta dirección, la alineación a una política de datos como la estamos considerando en nuestra aportación de hoy.
Cuánto más comprendan los mandos intermedios y los empleados el alcance del negocio más eficiente será el proceso integrador en la gestión y aplicación de datos. Las partes de las que se compone la organización y todos sus procesos garantizará el mantenimiento de la cadena de valor.
El cuadro de mando
Los datos no sirven de nada si no forman parte de la toma de decisiones. Por tanto, tienen que tener una jerarquía equivalente al mismo proceso decisorio. Esto nos lleva a que se deben integrar herramientas tales como la inteligencia empresarial en las aplicaciones que con más frecuencia estén utilizando los empleados. Los datos forman parte del trabajo de cada persona, vienen a su encuentro porque son parte del sistema, y no en sentido inverso, que el personal por su cuenta está buscando los datos.
Lo peor que le puede ocurrir a un equipo y/o departamento es dejarse llevar por la presión de los objetivos y los números que tienen que alcanzar en un período determinado, sin considerar la visión global de cuál es el objetivo y meta final.
La experiencia en el buen uso de los datos facilita que tanto el cliente interno como el externo no se vean afectados de forma negativa en el medio y largo plazo.
Democratizar los datos
El éxito actual de cualquier organización en su lucha competitiva por estar dónde el cliente esté buscando el servicio, termina dependiendo de que todas y cada una de las personas en la organización puedan acceder y agregar valor a los datos que recopilan.
No es cuestión de que algunas personas y departamentos de la empresa tengan los datos como una propiedad o como una demostración de poder. Se requiere acceso ilimitado de todas las áreas y funciones sobre datos útiles y aplicables. El poder pasa a un segundo plano porque interrumpe el proceso de creación y desarrollo de negocios.
Los datos que sí se requieren para el proceso operativo diario y toma de decisiones deben estar en tiempo real al alcance del personal. Esto les facilitará a su vez con su experiencia y conocimiento ser creativos y ayudar a que las estrategias elegidas vayan encaminadas a mejores logros conjuntos de la organización.
Neil Sholay, vicepresidente de Digital, Oracle EMEA, lo dice con rotundidad: “Este enfoque ágil y fluido es crucial para garantizar que la organización continúe evolucionando por encima de las necesidades del mercado, en lugar de quedarse atrás de un ciclo de innovación que se está volviendo cada vez más difícil de seguir“.
Formar en la política de datos
Los líderes deben comprender que la importancia de capacitación y formación en datos es tan importante como cualquier otro proceso formativo que se lleve a cabo en la empresa. Cuánto antes se incremente el interés del personal en el valor que la información tiene y el buen uso de la misma, antes se podrán mejorar las habilidades de muchas personas en puestos claves de responsabilidad.
La finalidad última de la formación en datos es llegar a una fase en la que la organización cuente con personas con mejores habilidades analíticas en todas las funciones y que se generen auténticas economías internas que redundarán en beneficio operativo y mejor servicio a los clientes.
Comprender la importancia de los datos
Según una investigación de Rosslyn Analytics el 71% de los líderes corporativos reconocen la importancia financiera de los datos, pero solo el 11% cree que actualmente está generando valor para el negocio.
Según los expertos esto se debe a que aún no se le ha puesto en el lugar preferente que requiere la gestión de datos, la financiera o la de marketing.
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Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN; Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.