La caridad bien entendida empieza por uno mismo. También el crecimiento de los demás (de la empresa) empieza por el crecimiento personal de sus líderes. Muchos de los grandes empresarios que han levantado auténticos imperios, a la hora de construirlos y mejorar sus negocios antes tuvieron que ser muy escrupulosos en la construcción y mejora de sus propia personalidad. Los hábitos positivos son un factor aglutinante y motivador para el éxito, mucho más importante de lo que se cree.
El proceso de mejora personal es sustancial para nuestro desarrollo profesional, así como para los empresarios, incrementar el crecimiento de su actividad y potenciar el posicionamiento de sus negocios y marcas, pasa también por prestar la debida atención a la mejora y crecimiento personal. Porque no parece que pueda existir una sin la otra. No habrá mejora en nuestras actividades sin un cambio favorable en nuestra capacidad productiva, lo que significa ser conscientes de un salto cualitativo en nuestro rendimiento. ¿Cómo puede lograrse? Centrándonos aún más de lo que lo hacemos y también en las cosas que más importan.
El doctor B. J. Fogg, fundador y director ejecutivo del Persuasive Tech Lab (Laboratorio de Tecnología Persuasiva) en la Universidad de Stanford, se caracteriza por ser un psicólogo innovador que dedica gran parte de su tiempo a proyectos para la industria. Su investigaciones permiten a las personas pensar con claridad acerca de la psicología de la persuasión y luego convertir esas ideas en resultados reales. Ha creado un nuevo modelo de cambio de comportamiento humano, que guía la investigación y diseño en el mundo real. Es el autor de “Persuasive Technology: Using Computers to Change What We Think and Do – Interactive Technologies” (Tecnología Persuasiva: uso de ordenadores para cambiar lo que pensamos y hacemos – tecnologías interactivas) que se refiere al uso de los ordenadores para cambiar lo que pensamos y hacemos, de la misma manera de cómo pueden motivar e influir en las personas.
Fogg afirma que después de haber estudiado el comportamiento humano durante veinte años en la Universidad de Stanford ha aprendido tres cosas que son las que van a cambiar el comportamiento de una persona a largo plazo.
Opción A: ¿Tiene una epifanía? En el sentido lato y genérico del término, o sea una aparición o también una manifestación. Fogg afirma que se debe dejar de lado la opción A, al menos que efectivamente se cuente con un poder especial. Él mismo dice de manera irónica que no la tiene.
Opción B: Cambiar el medio ambiente, influir en el entorno próximo que nos rodea.
Opción C: Dar pequeños pasos, hacer diminutos avances a los que se denomina “pasos de bebé”.
¿Cuál es la utilidad práctica al aplicar cualquiera de estas metodologías? Hay que mirarlo desde la óptica de los hábitos con la finalidad de construir nuevos y que sean positivos.
1º) Lo pequeño es lo hermoso
La idea es centrarse en la construcción de la propia costumbre, en lugar de preocuparse de cuán grande es el impacto. Es evidente que los primeros pasos en cualquier actividad que hagamos, se convierten a veces en nuestro mayor obstáculo. Una vez dado ese primer y tenue paso, a veces con mucho temor, por ejemplo, hacernos cargo de una tarea en la empresa que no se ha hecho antes y que exige una gran responsabilidad, nos sobreviene un ánimo especial al mismo tiempo que un sentimiento positivo, porque advertimos que finalmente la tarea tiene menos dificultad de lo que pensábamos y simplemente hay que seguir adelante. Iremos a su vez mejorando con la práctica, porque dominaremos cada paso y todo el proceso.
Fogg formula la pregunta a este respecto: ¿qué es lo que se ha producido en la mente? Se ha construido un nuevo hábito. Pasadas algunas semanas, aquella acción tímida que llevamos a cabo con cautela, comenzará a convertirse en un hábito, algo que se hace de forma automática, sin pensar. ¿Cuál es la ventaja añadida a nuestro comportamiento diario? Que una vez que se ha construido el hábito, entonces se puede incrementar mediante el perfeccionamiento del mismo porque se está más seguro y confiado. Al mismo tiempo, nos permite incorporar éste que estamos realizando por primera vez a los que ya cuentan como automáticos en nuestra actividad mental, o también añadir otros nuevos.
2º) Construir hábitos de trabajo saludables
Fogg no se centra ni en la prevención de riesgos laborales ni en ambientes que sean nocivos para la salud, por ejemplo por el exceso de ruido. Sí en la capacidad y motivación que logremos demostrar tener para mejorar en el desarrollo diario de nuestras tareas, por ejemplo: el hábito de hacer una sola tarea a la vez, a fin de mantener la concentración y superar las distracciones, evitando la tentación de hacer varias cosas al mismo tiempo. Esta actitud evita la distracción y disminución de rendimiento.
¿Cómo funciona en este caso el método de Fogg? Nos centramos en la construcción de un hábito de hacer una tarea a la vez, comenzando por establecer un tiempo, por ejemplo, dedicar quince minutos a este trabajo, relajarse dos o tres minutos mientras se ordenan unos archivos y volver a empezar, pero en esta ocasión sumar cinco minutos más de concentración a la tarea que habíamos interrumpido. La cuestión es que los primeros quince minutos, una vez que le vamos sumando cinco, diez u otros quince minutos más porque ya tenemos creado el nuevo hábito, se convierte en una tarea fácil, porque nuestra actividad mental la ha incorporado y ya no nos cuesta tanto llevarla a cabo. Es más, podemos seguir sumando minutos y entrenarnos en lograr mayores lapsos de concentración en las tareas que realicemos. O sea que el hábito de la concentración en una actividad se ha perfeccionado mediante pequeños avances que en sí mismo casi ni se notan.
Lo que Fogg explica muy bien es los que denomina “pila de hábitos”, como si de una pila de libros se tratara. ¿Qué significa? Simplemente acumulación. Porque uno de los métodos más poderosos para la construcción de nuevos hábitos es apilarlos encima de los hábitos existentes. Porque cada instante de cada día, las personas hacen cosas sin pensar en ellas, ya que se han convertido en hábitos. Por tanto, hay que aprender a utilizarlos como factores desencadenantes de nuevos hábitos. Que ayuden a adquirir los nuevos.
Son diversas las maneras de aplicar este método. Por ejemplo, comenzar con algo que se hace todos los días y utilizar esta acción como un impulsor para recordar que debe también realizar su nuevo hábito. En nuestra vida cotidiana en el ámbito personal, funciona perfectamente cuando, por ejemplo, tenemos la costumbre de pesarnos a diario, siempre a la misma hora porque tenemos la báscula en el baño y estamos controlando nuestro peso ya que hemos iniciado hace dos semanas una dieta. Este simple autocontrol que hacemos, nos recuerda que no debemos ingerir más azúcares de los debidos, que no debemos dejar de ir hoy a practicar footing porque ya el día anterior no hemos podido hacerlo, etc.
Lo mismo ocurre en el ámbito laboral, ya que también existen estos impulsores, que nos recuerdan algo que debemos tener en cuenta, facilitándonos a su vez la construcción de nuevos hábitos de trabajo. Por ejemplo, algo tan simple como poner una advertencia con un post-it en nuestra pantalla de ordenador, no sólo es un recordatorio, sino que es una automotivación para romper con esas barreras que a veces nos hacen dilatar el comienzo de un trabajo que no deberíamos hacer. O sea, diferir para después o para mañana algo que deberíamos estar haciendo ya mismo, es un mal hábito, por lo que la advertencia que nos hemos dado, es la forma de no caer en este tipo de comportamientos que van dejando cosas sin hacer.
James Clear, un investigador sobre los hábitos y cambios en el comportamiento de las personas, conferenciante en organizaciones como Google o en universidades como la de Stanford, señala que en 2007 investigadores de la Universidad de Oxford iniciaron una serie de estudios en el cerebro de los bebés recién nacidos. Cuán grande fue la sorpresa al comparar los cerebros de los recién nacidos con los de adultos, ya que observaron que los mayores tenían en promedio un 41% menos de neuronas que los recién nacidos. Parecía un contrasentido, ya que la evidencia empírica daba más neuronas a los bebés pero los adultos seguían siendo más inteligentes y hábiles. Es verdad que la evolución del ser humano es la más lenta de todas las especies animales. Pero cuál era la razón entonces de este déficit neuronal.
Los investigadores lo han llamado la poda sinóptica, porque es un fenómeno que ocurre a medida que envejecemos. Las sinapsis son las conexiones entre las neuronas en el cerebro, por lo que éste va podando todas aquellas conexiones de neuronas que no se están utilizando a menudo, manteniendo sí la conexión con las que estamos acostumbrados a usar (conexiones habituales).
Clear ejemplifica con la práctica del piano, que si una persona domina este instrumento desde hace diez años, su cerebro reforzará las conexiones entre las neuronas musicales. Cuanto más las practique, más fuerte será la conexión. Pero ahí no acaba la cosa: las conexiones se hacen más rápido y más eficientes a medida que se sigue practicando. Es un cambio biológico que conduce al desarrollo de habilidades. En cambio, otra persona que jamás haya aprendido a tocar el piano, no tendrá fortalecidas esas conexiones musicales, sino otras de su cerebro en las que su energía mental le facilita otras habilidades en su vida. Esto explica la diferencia entre los cerebros de los recién nacidos y los cerebros adultos.
La poda sináptica juega un papel importante en la construcción de nuevos hábitos y se produce con cada nuevo hábito a construir. Cuanto con más frecuencia se hace algo, más fuerte y más eficiente es la conexión.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.