La crisis reduce a la mitad el número de empresas innovadoras

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) ha publicado un informe titulado ‘Las consecuencias de la reciente crisis económica para la innovación empresarial española’ elaborado por el investigador Juan Mulet, quien concluye en el mismo que “estamos mal, pero podríamos estar peor”. Los datos analizados en el informe confirman que la economía española no termina de apostar por el conocimiento como fuente de ventaja competitiva, al contrario de lo que ocurre en las economías más dinámicas del mundo. 

La consecuencia más grave de la crisis para la capacidad de I+D e Innovación en España ha sido que el número de empresas innovadoras se ha reducido drásticamente. Por lo que se refiere a las empresas con innovaciones tecnológicas, las que habían creado nuevos productos y servicios o introducido mejoras sustanciales en los mismos han pasado de ser 42.206 en 2008 a sólo 18.511 en 2014, un 56% menos. Eran ya ciertamente pocas en 2008, menos del 1,2% de las listadas en el Dirce (Directorio Central de Empresas del INE), pero en 2014 apenas alcanzaban el 0,6%, a pesar de que el número de empresas recogidas en el directorio se ha reducido en un 8% entre estos dos años. Y, en el caso de las empresas que declaran innovaciones no tecnológicas, la caída ha sido de un 40% desde 54.125 censadas en 2008.

La I+D empresarial también ha sufrido un descalabro importante entre 2008 y 2014. El número de empresas con actividad en este campo ha disminuido en un 32% y su gasto en I+D en un 16%. Pero esto debe ser analizado con algo más de detalle. La disminución en el número de empresas con actividades de I+D depende mucho del segmento de tamaño considerado. El que más ha sufrido es el de las que emplean entre 10 y 49 trabajadores, que se ha reducido en un 47%, mientras que las microempresas solo han caído un 4%, seguramente porque hay todavía jóvenes innovadores cuya carrera profesional está directamente ligada a sus nuevas empresas.

El informe concluye que no sólo es necesario revitalizar nuestras políticas de I+D, que han sido exitosas como en casi todos los países donde se aplican recursos públicos de una manera más o menos continuada, sino que además es urgente empezar a diseñar y poner en práctica verdaderas políticas de innovación, que nunca hemos tenido en España. Su objetivo sería el de inducir a muchas más empresas a asumir el gran riesgo de la innovación, que se añade al inherente a la propia actividad empresarial. Esto es necesario porque el bienestar de nuestro país ya no puede depender de un sistema productivo basado en bajos costes.

Mulet destacó que “sólo ofreciendo productos y servicios que aporten valor al mercado global será posible un crecimiento sostenible de nuestra economía”.

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