Esta reclusión forzosa que transitamos es tiempo para el cine de evasión; pero también es tiempo para contemplar las grandes lecciones que el celuloide ha aportado a la historia del Pensamiento y el Liderazgo. Y nos parece muy oportuno hacer un cine forum con nuestros lectores habituales del blog de Liderazgo entorno a una obra maestra de Benigni.
Que la película “La vida es bella” (1997) fuera aclamada por la crítica y convertida en un fenómeno taquillero, además de haber sido galardonada con el Óscar al mejor actor y también a mejor película, es la inspiración que hoy nos mueve en las graves circunstancias que estamos atravesando en España, el resto de Europa y otros países del globo.
El filme, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, es el relato de un judío italiano que es llevado al campo de concentración junto a su pequeño hijo de seis años.
¿Y qué fue lo que nos sorprendió a todos? Que este padre hace lo humanamente posible no sólo para mantener a su hijo a salvo, sino para ocultarle la terrible crueldad que los rodea, recreándole otra situación.
Tiene una gran carga biográfica, porque Roberto Benigni (director y protagonista) lleva muy dentro de sí la experiencia de su propio padre, que pasó dos años en un campo de prisioneros durante la contienda.
Lo que pega duro en la historia es que, finalmente, entrega su propia vida por su hijo.
La inspiración de una obra de arte como la película “La vida es bella” es doblemente ilustrativa, porque hay no sólo un aspecto biográfico real, sino que es el reflejo de una época trágica que ha ocurrido en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
En la reacción de ese padre obsesionado por la protección de su hijo, está nuestra fuente que necesitamos hoy más que nunca ante la gravedad de la crisis que estamos atravesando.
Desde esta tribuna siempre hemos defendido que el liderazgo efectivo no puede estar ausente de la realidad. Se construye desde ésta y su deber es crear las condiciones en cualquier ámbito en el que el líder se desenvuelva, para saber adaptarse al entorno e incluso, en muchas situaciones, poder influir en él.
Las circunstancias actuales de confinamiento de toda la población es un hecho absolutamente extraordinario, pero del cual hemos tomado consciencia de que es el único camino para detener la curva exponencial de contagios. No había otra solución.
Nuestra contribución desde Foro ECOFIN
El aprendizaje que se hace en situaciones adversas siempre cala profundo en la mente; pero especialmente en las emociones. Y el punto de encuentro entre estas y las decisiones, así como acciones emprendidas para enfrentar los problemas, tienen siempre que guardar una proporcionalidad y equidad en la respuesta acorde con los fines perseguidos.
Esta afirmación tiene el valor de cualquier manual que se precie que hable de cómo debe ejercerse el change management, o qué es el liderazgo transformacional, entre otros tantos ámbitos de la realidad empresarial, política, social y económica en general.
Pero si España y la Unión Europea buscasen este manual teórico para actuar en casos de pandemia, les aseguramos que no lo encontraría porque, sencillamente, aún no está escrito. El coronavirus ha superado todo tipo de previsiones. Es más, vamos a remolque de los hechos sin poder anticiparnos -no sólo en España, sino a nivel mundial-, porque este virus se sigue llevando vidas por delante.
La parte emocional es fundamental en la vida cotidiana. Más lo pasa a ser en situaciones críticas porque, si nos invade el miedo y el pánico, se pueden cometer errores; puede haber falta de cumplimiento de las normas de emergencia que la sociedad se ha impuesto a través de consensuar las decisiones entre expertos, científicos y clase política.

La Vida es Bella es una laureada película de 1997 que nos aporta lecciones para estos tiempos de claustrofóbica pandemia.
El instrumento es el Gobierno, pero el contenido está siendo elaborado por la sociedad en su conjunto, especialmente los profesionales de la Sanidad, los Cuerpos de Seguridad del Estado y el Ejército.
Estamos siendo testigos de situaciones tremendamente adversas en residencias de ancianos en los que se ha multiplicado el nivel de fallecimientos en varias Comunidades Autónomas. Este colectivo, el más vulnerable de toda la sociedad, junto a los dependientes y enfermos, ha generado en las últimas 48 horas una intervención directa de las consejerías de Sanidad, caso de la valenciana y la madrileña, para evitar males mayores.
Cuando el escenario cambia más rápido que las respuestas
Escuchando a expertos mundiales que durante estos días iban opinando en las diferentes redes sociales, se pueden sacar algunas conclusiones que nos ayudarán a gestionar el futuro inmediato y el más mediato:
1º) Esta crisis sanitaria global ha venido para quedarse. Cuidado, no es que queremos alarmar. ¡No! Sólo advertir que, al igual que otros virus -tales como la gripe A, las mutaciones de la gripe común, el sarampión, entre las más importantes enfermedades que año tras año afectan a los países del orbe-, deberemos inventariar también el coronavirus. O sea, como dijo un reputado biólogo español, en noviembre y diciembre seguramente tendremos una nueva ola de contagios.
2º) La cuestión no es sólo el presente inmediato y corto plazo sobre los cuales no hay ni un minuto que perder para derrotar esta curva de contagio y vencer la pandemia; sino prepararnos, como en los tsunamis, para la segunda ola, para que no pueda ser tan devastadora como la primera.
3º) El aprendizaje que estamos adquiriendo (a gran velocidad y superando todas las incomodidades) será fundamental para que la sociedad está mucho mejor preparada para nuevas pandemias.
Aprendiendo a gestionar la crisis
Observar cómo la ciudadanía está siendo tan estrictamente responsable, es un alivio tremendo para los responsables políticos. Caso contrario, lo tendrían muy difícil.
También se convertirá en una doble exigencia. Si nos permiten el paralelo: cuando se premia a un equipo en una empresa por los buenos resultados obtenidos, es evidente que se está respondiendo desde la dirección a una buena gestión operativa y utilizando una política de incentivos para motivar al personal.
Pero para liderar con efectividad desde la política a la ciudadanía española una vez hayamos ganado la guerra al coronavirus va a ser más difícil, porque el nivel de exigencia social habrá subido, como en el salto de pértiga, unos cuantos centímetros a la altura de lo que los ciudadanos estén dispuestos a seguir exigiéndose en su vida cotidiana, sea laboral o personal.
Cuando vemos que pasan de 700 fallecidos en estos días por este virus y en el orden de 20.000 contagiados, lo que venga después de la victoria que tengamos; también habrá que honrar el sacrificio de los que ya no estarán con nosotros y que su muerte no haya sido en vano. O sea, ese listón estará muy alto con exigencias lógicas en lo referente a situaciones que muchas familias atravesarán por motivos de que sus empresas hayan cerrado o estén inmersas en un ERTE y un largo etcétera.
Pero todo será llevado con calma, porque lo peor que puede suceder, como es la pérdida de vidas humanas -incluso de jóvenes que no tenían patologías previas-, es el más exigente test que puede pasar una sociedad.
El drama de “La vida es bella” convertido en una lección de vida, salvando con todo respeto las distancias que nos separan del criminal e injusto Holocausto, de alguna manera lo estamos reproduciendo a nuestra forma de vida, saliendo a los balcones, aplaudiendo, escuchando el himno español y dando gritos de ¡Viva España!
Esta psicología social positiva es esencial para afrontar cualquier reto, aunque sea en las condiciones más duras, como las que estamos viviendo. Pero cuando los sanitarios, cuerpos de Policía Municipal, Guardia Civil, Policía Nacional y la Unidad Millitar de Emergencia están actuando, están logrando un doble efecto: cumplir con la labor de desinfección, controlar que la gente no se reúna en grupos y que se desplace sólo por lo imprescindible. Pero, además, están dando una bocanada de moral a toda la población. Algo así como que, si están en sus puestos, incluyendo empleados de banca, de farmacia, de supermercados, etc., vamos a poder seguir abasteciéndonos y no nos faltará nada. Están cuidándonos. Velan por nosotros.
Estamos aprendiendo nuevas reglas de comportamiento social, que independientemente de que hayan sido impuestos (muy bien impuestas) por el Gobierno, Comunidades Autónomas y ayuntamientos en respuesta a la urgencia y gravedad de la situación, están dando una nueva carta de ciudadanía a cada una de las diferentes personas que conformamos los 46 millones de habitantes, niños, adolescentes, adultos y ancianos.
Que estamos unidos ahora más que nunca. Nos sentimos apoyados socialmente y debemos apoyar a los que estén solos en la vida para que la moral no decaiga y seamos fuertes psicológicamente para afrontar posibles prórrogas de confinamiento hasta que entremos en el mapa que refleje una curva descendente de contagios.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN; y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).