El impacto de las tecnologías sacude los cimientos de todas las organizaciones. El líder equilibrista se enfrenta a una regeneración de su modo de ver las cosas y de la mentalidad colectiva de las personas que conforman sus equipos. Los líderes actuales tienen que esforzarse en comprender en profundidad el alcance de la transformación a la que están sometidas. Esto les obliga a modificar la forma en la que hay que dirigir empresas en el mundo mutante en que vivimos.
Estamos condicionados por nuevas pautas de consumo y renovadas formas de pensar. De ahí, que debamos estudiar, qué es lo que está sucediendo ahí fuera, para poder implementar acciones y tomar decisiones, acorde con este nuevo mercado y cultura empresarial.
La siguiente gráfica se refiere a una máquina de transformación digital con destacados engranajes, tales como los líderes digitales a la cabeza, seguido abajo a la izquierda por el mercado digital (podríamos hablar de mercados digitales de diferente nivel de adaptación) y los facilitadores que permiten que dicha transformación ocurra (digital enablers).
Como si de un juego de naipes se tratase, las cartas de la transformación están cambiando. La tecnología digital omnipresente en un mundo en el que negocios y pensamiento se han globalizado está condicionando una nueva fase de cambios profundos en los ambientes laborales. Las tareas que se hacen y cómo se hacen distan tanto en aspectos formales como de fondo a las que se hacían tan solo cinco años atrás. No hablemos de una década, porque entonces ya tendríamos que hablar de historia organizativa y de cuál era la conformación de los puestos de trabajo. Realmente nos sorprenderíamos y algunos modelos de trabajo habría que pasarlos a los museos.
La sociedad digital se enfrenta en una lucha diaria a las políticas analógicas, siendo peor aún, cuando se mantiene una mentalidad que en posiciones de liderazgo no se ha adaptado todavía a este cambio revolucionario.
Al abrirse un nuevo orden en cuanto a la generación, procesamiento y distribución de la información, también está repercutiendo en la manera en que el conocimiento se adquiere y gestiona en las organizaciones. Obviamente, esto implica un cambio en el aprendizaje individual y organizacional, por las ventajas que la escala digital nos brinda. ¿Hablamos de algún sector en concreto? ¡No! Este proceso imparable abarca a todos los sectores productivos y de servicios.
La gráfica superior nos muestra que la “rueda” de la transformación digital está predeterminada y condicionada por las acciones que se desarrollen en las áreas de marketing, (incluimos comunicación en todas sus formas), comercialización y ventas, publicidad, estrategia digital (global de la empresa y las que correspondan a otras áreas funcionales), liderazgo tanto desde la dirección como de mandos intermedios y equipos, así como un área de análisis, referido fundamentalmente a la compulsa de todo los datos e información disponible, así como el monitoreo constante del entorno.
La internacionalización de los negocios de las grandes corporaciones, dejó paso también gracias a las NT’s, a que las pymes también estén compitiendo en los mercados globales. Más allá de la cuestión de la deslocalización, las grandes corporaciones siguieron una tendencia en la que redujeron su necesidad de empleos permanentes y buscaron formas de ajustar la organización del trabajo para ajustarse al nuevo contexto.
Fueron surgiendo una nueva forma de crear empresas y hacer negocios. Especialmente en los sectores tecnológicos, las llamadas start-ups, que empezaron a competir con las grandes corporaciones existentes, ideando métodos innovadores de organización del trabajo y aprovechando al máximo el nuevo clima tecno-económico.
Esto se traduce también en una transformación a nivel macro-social, porque las pautas de consumo cambian, así como la forma de acceso a los diferentes targets. Hay máxima oferta disponible para la elección de los consumidores y también una manera de actuar de éstos que complica la fidelización de la que se hacía gala en los 90 del siglo pasado.
Destrucción, creación y transformación
Si bien todos los procesos de transformación tecnológica están disparando la gama de productos y servicios ofrecidos por todo tipo de empresa, en el fondo las tecnologías también se relacionan de manera directa con el centro de la crisis de los trabajadores asalariados y están perturbando gravemente la organización del trabajo como se la conoce desde la era industrial e incluso post-capitalista.
La imagen superior nos muestra un supermercado en el que a pesar de que parece que la forma de trabajar sigue siendo la misma de siempre, también los métodos en cuanto a manipulación de mercancías, líneas de cajas, gestión de alimentos perecederos, etc., han ido evolucionando año tras año con la finalidad de brindar un mejor servicio al cliente, que en este tipo de negocio tiene preferencia clara por dos elementos: seguridad de lo que compra (comidas precocinadas, pescados frescos, etc.) y una buena relación precio calidad.
Pero la buena noticia, es que se está preparando el camino para transformar la manera en que las personas se relacionan contractualmente con las empresas (empleo fijo, asistencia part-time en la organización y también desde fuera, trabajos desde casa, etc.), al mismo tiempo que se crean nuevas formas de “trabajar juntos”, nos referimos al trabajo en equipo con personal en un mismo ámbito laboral o distribuido en diferentes sedes, incluyendo el “working from home”. De hecho, estas tecnologías están ayudando a crear estructuras que conectan los puntos de apoyo locales con los mercados globales y apuntan a nichos de mercado, ya que dependen de las comunidades de trabajadores en todos los países del mundo. Basadas en la red y diseñadas a escala humana, estas tecnologías nos dan más formas colaborativas de operar.
A nivel individual, están cambiando la forma en que nos relacionamos con el trabajo, porque ahora existe la posibilidad de ofrecer una gama más amplia de experiencias, fundamentalmente capacidades y habilidades en las NT’s, que en última instancia tienden a anular las trayectorias de carrera convencionales, así como métodos y formas de trabajo tradicional.
La imagen superior muestra un ambiente de trabajo habitual que puede representar cualquier departamento de una empresa, en el que la disposición de herramientas informáticas es la clave para la velocidad operativa y la precisión de cada una de las acciones que el personal realice en función de su tarea y responsabilidad.
El desarrollo y crecimiento de las personas individualmente y a nivel de grupos de trabajo, es de un especial interés en muchos sectores de la economía. Por tanto, hay que darles formación y recursos. Al dar vida nueva al empleo, las organizaciones están proporcionando otras soluciones a la demanda de innovación y renovación de grandes grupos a medida que abren nuevos mercados.
Teniendo en cuenta los riesgos que una sociedad de bajo perfil y analógica pueda provocar, ofreciendo oportunidades cada vez más escasas, existe un gran interés en hacer de estas nuevas tecnologías, parte del ecosistema en las grandes corporaciones. Habiéndose convertido en una parte interesada en estas empresas, están impactando claramente los métodos de organización preexistentes.
Equilibrio entre la tecnología digital y los métodos de trabajo
Es imprescindible buscar un nuevo equilibrio. Y es evidente que la palabra “trabajo” ha cambiado no en cuanto a su significado original, sino en cuanto al alcance que hoy se le da.
Si ya hemos dicho que las NT’s han impactado y están transformado el mercado de trabajo, lo que no hemos abordado aún es en cuánto ha cambiado el valor del trabajo desde un enfoque macro-social y macro-económico.
La imagen superior nos muestra un trabajador manejando un torno de precisión y una línea de montaje de una fábrica de automóviles. Los puestos de trabajo que mostramos tienen un valor económico en el siguiente orden de importancia: primero para los trabajadores, porque condiciona su estabilidad de vida y desarrollo familiar; le sigue la empresa, porque cuenta con el valor económico añadido que aporta cada trabajador y que forma parte del coste que condiciona el precio final del producto; finalmente, es evidente que la sociedad en su conjunto es la que recibe el beneficio, porque millones de personas y familias están configurando la demanda interna de un país, lo que influye en el nivel de empleo, si las políticas de igualdad de género se aplican, si la contratación está en línea con el resto de países del entorno, por ejemplo, en la UE, etc.
También cabe que nos formulemos algunas preguntas:
- ¿Están los trabajos relacionados con el tema digital “basados en el género”? En realidad, no debe haber distinción alguna al respecto, pero sí es cierto que ha favorecido sustancialmente el trabajo de la mujer en sus distintas formas para compatibilizar horarios familiares y laborales, buscando un mejor equilibrio entre ambos.
- ¿Cómo impacta la tecnología digital en la forma en que organizamos el trabajo? Facilita el trabajo individual, pero potencia especialmente las formas colaborativas, esencial para trabajos en equipo, compartan o no espacio físico.
La imagen superior muestra un momento cualquiera del trabajo de un equipo y/o departamento en el que las buenas relaciones interpersonales son fundamentales para la eficacia individual y de grupo.
Sociedad digital vs política analógica
Los agentes sociales y económicos son los que en definitiva van configurando el marco real de una sociedad. No son los gobiernos, aunque está claro que las políticas que emanan de éstos son claves a la hora de inclinar determinadas actuaciones económicas, caso de las reformas laborales, para un lado u otro de la balanza.
Las personas se preparan, los líderes potenciales aprenden de los que ya han sido exitosos, pero especialmente en el último lustro si existe algún factor movilizador de la doctrina del Management y el liderazgo, son las start-ups, que su ADN siempre tiene que ver con la innovación tecnológica. De tal modo, que una de las transformaciones profundas que se está produciendo en los puestos actuales de trabajo, es cómo se accede a ellos y cuál es la vida media del mismo en función de la propia actualización tecnológica. Ésta va amortizando funciones que deben ser reemplazas por otras al tener acceso a nuevas herramientas que el mundo digital proporciona.
Es evidente, que se quiera o no desde la política empresarial o de gobierno, el cambio proviene por la velocidad en que el factor de innovación tecnológica tenga en cada sector de la economía y de qué manera se está traduciendo en nuevas formas de hacer las cosas. Por eso, gracias al ADN referido de las start-ups, tienen una facilidad natural a que la adaptación de nuevas funciones y responsabilidades se haga en respuesta inmediata a los cambios que el mercado exige.
Profundizar en estas cualidades y técnicas, como todo en la vida, puede mejorarse y aprender de las experiencias negativas, de la cuales siempre se sacan conclusiones positivas. Independientemente de las condiciones innatas del individuo, es obvio que la buena formación y capacitación de las personas es una forma de acortar caminos, para todas aquellas organizaciones que requieren del talento para que se incorpore a sus puestos de trabajo y que esté a punto de rendir al máximo en el más breve período de tiempo. Y hoy sabemos que ese rendimiento se dará en organizaciones que piensen y actúen en términos digitales.
Los nuevos líderes se enfrentan a empresas y mercados cada vez más complejos y altamente competitivos, donde el éxito se debe en gran medida a la velocidad de respuesta, la adaptación al cambio constante y el rápido abandono de los malos hábitos. Esto también se aprende en los nuevos estilos de liderazgo y dirección.
Ud. como emprendedor puede energizar positivamente a toda la plantilla de su organización, pero la poderosa y destructiva incertidumbre es la que puede inhibir acciones, provocar decisiones equivocadas y estar siempre con la duda sobre si el camino que se ha emprendido es el correcto. Los líderes organizacionales digitales chocan de frente con los resabios de mentalidad analógica que aún quedan y lamentablemente es importante aún su cuota de participación en las empresas.
El mundo digital en el que nos hemos metido de lleno todas las sociedades del orbe, como todos los procesos de cambio social, puede que algunas crestas de su ola se vean pronto, pero siempre ocurre, que el cambio de fondo tarda en llevarse a cabo. Comenzará como es habitual, por la iniciativa privada en las organizaciones que se adapten a la exigencia para nuevos tiempos.
El gobierno de cada país y la clase política, como en un partido de tenis, “la verán pasar” no a la pelota…sí al cambio al que como suele ocurrir, llegarán tarde y legislarán también a destiempo. O sea que, en el panorama macro-social de cualquier democracia moderna, la realidad nos dice que sólo los agentes sociales y económicos son los que van impulsando y provocando el cambio. Y esto ocurrirá también con la revolución digital.
Los cambios necesarios son saltos discontinuos hacia delante y el contexto digital los ha acelerado de manera estrepitosa. Hemos sostenido en más de un artículo en referencia al liderazgo de organizaciones punteras a escala global, que los líderes de éstas no se conformaban en cómo gestionaban esa adaptación al cambio.
A un Jack Welch, un Lee Iaccoca, etc., esto sabía a poco. El cambio no es para adaptarse según estas mentes privilegiadas, sino influir en él. Provocarlo para que otras organizaciones y líderes les sigan.
La transformación digital implica el uso de la tecnología para mejorar radicalmente el rendimiento y el cumplimiento de objetivos de las organizaciones. Los directivos de organizaciones de cualquier sector de la economía, están utilizando los avances digitales como estudios analíticos, redes sociales y cualquier tipo de dispositivo inteligentes incorporados, así como mejorar el uso de tecnologías tradicionales como ERP (Enterprise Resource Planning) que significa “planeamiento de recursos empresariales”. Todo este bagaje está dirigido a cambiar y mejorar las relaciones con los clientes, los procesos internos y las propuestas para añadir valor.
No puede decirse que la transformación, como todo proceso de cambio, repercuta igual y se adopten las medidas en el mismo tiempo y forma por todas las organizaciones. Sólo en un mundo ideal sería así. La realidad de mercados y países, además de las capacidades y habilidades directivas de los líderes, son los que van marcando los ritmos del proceso de transformación. Algunas empresas están transformando muchas partes de su estructura mientras que otras todavía están haciendo sólo lo básico.
En el camino, están los que han encontrado problemas organizacionales u otros desafíos que les impiden transformar exitosamente. Pero una cosa es clara: las mejores empresas combinan la actividad digital con un liderazgo fuerte para convertir la tecnología en transformación real que permita competir en las mejores condiciones en el mundo digital actual.
Esto es lo que técnicamente se llama “digital maturity” (madurez digital), lo que no cabe duda, es que los niveles de madurez de las diferentes organizaciones, varía sustancialmente debido a muchas razones, pero las que son más maduras superan a las que no lo son. Una vez más la regla que siempre se cumple: adaptarse al cambio adaptando estructura y estrategias o morir. Así de sencillo.
Si liderar el cambio requiere que los directores tengan una visión clara de qué hay que hacer, cómo y cuándo para transformar la empresa que lidera, es consecuencia directa que habrá que estudiar qué actividades digitales representan buenas oportunidades para el negocio.
La evidencia empírica hasta la fecha, de diferentes investigaciones y estudios, deja claro lo siguiente:
- Las organizaciones se están transformando digitalmente en tres áreas claves: todo lo referido a la relación y experiencia con la clientela, toda la variedad de proceso operativos y los diferentes modelos de negocio.
- A su vez, cada una de las áreas referidas en el primer punto están conformadas por otros elementos que también están cambiando.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN; Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.