Líderes decisorios

El ritmo al que se suceden los acontecimientos en la sociedad actual, condiciona en el ámbito económico las decisiones que los líderes empresariales deben ir tomando.

La cuestión estriba en que en los últimos años se ha agudizado el tipo de decisión empresarial buscando un desarrollo de la misma acorde con el enfoque cooperativo, lo que hace que la acción de la toma de decisiones debe comprender e interiorizar que las personas deben ser valoradas, respetadas, escuchadas e involucradas.

Este enfoque se traduce en un mejor rendimiento para las organizaciones y, en particular, a nivel de la eficacia individual de personas o grupal de equipos de trabajo.

Con la aplicación de esta metodología, también se producen resultados más optimizados, ya que la incapacidad de tomar decisiones acertadas significa que cualquier empresa podría sufrir las diferentes formas de parálisis, porque ante las dudas y/o problemas y/o retos, o se demorarían demasiado las decisiones o directamente no se haría nada.

Este fenómeno ha alcanzado al ámbito político hace ya bastantes años, en los que las complicaciones derivadas de los procesos de economías integradoras a escala global, independientemente de si este país forma parte o no de un bloque político económico como es la UE, ha generado un proceso decisorio muy dependiente de las regulaciones y decisiones políticas que a su vez han tomado los otros estados. O sea, que en el ámbito internacional se ha dado el fenómeno de la complementariedad de las decisiones políticas y económicas con la finalidad de disminuir las contingencias, desencuentros comerciales y políticos entre naciones y mantener un razonable status quo que facilite el intercambio y la generación de riqueza para todo el mundo.

Pero ante situaciones de cierta estabilidad, aunque tensa que se supone debe garantizar la Organización Mundial del Comercio (OMC), a la cual se adhieren con las mejores intenciones la mayoría de los países del orbe, esto no significa que el mercado tenga sus propios comportamientos y sea el factor más exigente para los líderes empresariales.

¿Cuál es la diferencia con la economía empresarial?

La economía de un país, y el mercado a nivel internacional, termina siendo un espacio en el que concurren millones de decisiones simultáneas diariamente con la finalidad de que las empresas vendan, obtengan beneficios y reinviertan en los procesos productivos, así como en el llamado beneficio social, que es la contribución a escala macroeconómica de cada nación en el que la participación de las empresas como un todo logran porcentajes de mejor inclusión e incrementos en la calidad de vida de los habitantes.

Pero cuando tanto en el ámbito de la gran política como en el de las organizaciones se tiene miedo a cometer errores, lo que conocemos como “aversión al riesgo”, o la incapacidad de avanzar con las decisiones, tanto a escala de países como de empresas, los líderes (muchos) quedan atrapados en la “parálisis de análisis”.

Esto se desarrolla en forma de recopilación de información incesante: estadísticas, encuestas y similares que pueden prolongar el proceso de toma de decisiones.

Ocurre con frecuencia que la alta dirección en una organización ante una demora en una decisión trascendental, cree que el cambio o las nuevas decisiones de dirección no son necesarias en ese momento.

Y este es el tipo de liderazgo que prefiere mantener el status quo que hacer un análisis rápido y en base a datos fidedignos que pueden ser esclarecedores, más si se tiene en cuenta el entorno comercial y económico actual de alta velocidad.

La mujer y la toma de decisiones en el liderazgo actual

Puede ser una ventaja definitiva nombrar mujeres para puestos de primer nivel, incluidos los puestos en los consejos de administración.

Son varios los estudios de liderazgo, y también de gestión de la mujer, que han dado ratios muy favorables para las organizaciones que tenían en la alta dirección al menos una mujer con poder decisorio. En los casos en que la decisión última dependía de una CEO mujer, los niveles de rendimientos sobre inversión, mejora en cuota de mercado y resultados de las ventas del ejercicio, habían logrado niveles desconocidos para la historia de esas empresas.

Líder decisorio vs. líder indeciso

Un aspecto crucial de ser un líder exitoso es la capacidad de tomar decisiones urgentes y bien informadas.

El líder decisorio es aquel que, ante una determinada situación generadora de un problema o también un reto, su primera actitud es la búsqueda la información adecuada necesaria para tomar una buena decisión y demuestra una comprensión del conocimiento que posee tanto del mercado, como de sus colegas, informes directos e, incluso, circunstancias particulares que otra empresa haya experimentado y que conoce, tanto de primera mano como que se ha informado al respecto.

A veces basta una comunicación telefónica para quitar el velo de algo que estaba oscureciendo la visión de lo que se necesitaba conocer y comprender.

El momento de la acción decisoria

En el lugar de trabajo, la decisión es clave para ejecutar planes de manera efectiva y lograr objetivos establecidos.

Cuando los líderes tienen capacidad decisoria, tienen la habilidad técnica y la pericia personal en cuanto a las relaciones interpersonales con sus subordinados, de manera que pueden equilibrar perfectamente los costes derivados de continuar recopilando información, deliberar y retrasar una decisión frente al coste de oportunidad de tomar una mala decisión.

Son conscientes de los costes competitivos, calculando con una precisión bastante ajustada a la decisión requerida, pero lo más importante es que un líder decisorio toma decisiones claras y finales.

Cuando se pregunta en exceso qué decisión tomarían los demás

La doctrina ha dedicado bastante espacio en los últimos treinta años a los procesos decisorios. Pero no abundan los líderes que entren en la categoría mayor de ser rápidos y certeros en las decisiones que toman.

La decisión no es una habilidad de la que se suele hablar, pero es extremadamente importante para un liderazgo exitoso. Quién no puede recordar algún jefe o líder de una organización en la que ha trabajado que consultaba a varias personas qué es lo que ellos pensaban de determinada decisión, porque por sí mismos nunca llegaron a ninguna conclusión.

Sin duda este tipo de jefes es desmotivador y tremendamente frustrante.

De ahí que, si vemos cuáles son los beneficios de ejercer un liderazgo efectivo, pero fundamentalmente decisorio, tenemos que este tipo de líderes tienen las siguientes características:

– Se responsabilizan por el efecto que sus decisiones tienen en la empresa y en otros, y se comprometen a seguir las acciones necesarias para llevar a cabo una decisión.

– Tienen confianza que se explicita una y otra vez en cada uno de los mensajes y/o comunicaciones que dan al personal.

– Prefieren el encuentro personal y aclarar las decisiones para que exista una alineación del personal con la decisión tomada y conocer el por qué se está tomando.

– No cambian la decisión tomada de un día para otro ni demuestran dudas sobre la decisión tomada.

Son humildes y no arrogantes al tomar la decisión, pero además la calibran en cuanto a la oportunidad, celeridad y claridad.

– Incluso ante decisiones capitales, pueden parecer lentos en la respuesta pero siempre están sopesando si efectivamente deben cambiar de opinión o mantenerse en la dirección trazada.

– Cuentan con una visión e intuición privilegiadas.

Los momentos en que una sociedad requiere de líderes políticos que tomen decisiones

Es del todo evidente que las complicaciones a nivel microeconómico de las organizaciones en la toma de decisiones es parte del trabajo diario de los líderes que se enfrentan a mercados cada vez más complejos e inciertos.

Imaginen lo que sucede cuando las decisiones en el ámbito de la alta política es el que está siendo sometido a una contestación social cada vez mayor, especialmente en períodos de crisis.

Sin duda, o se tiene claridad en la visión, un buen análisis de datos e información, buenos equipos de asesores y especialmente una proximidad a la realidad tal cual es y no como los políticos la quieren dibujar.

Sabemos la respuesta: caos permanente en el proceso decisorio de los políticos con responsabilidades importantísimas de gestión.

Las marchas y contra marchas en las decisiones

Quizás el mejor ejemplo de lo que es tomar una mala decisión, es la incansable marcha y contramarcha de decisiones políticas de gobierno que afectan no sólo determinada cuestión, como puede ser un incremento salarial o una rebaja del tipo impositivo, sino cuando da la sensación al ciudadano de cierta inseguridad en la decisión tomada. Desde ya que genera un estado de incertidumbre cuando se percibe la inseguridad en el líder político que ni siquiera él está convencido de la decisión que debe tomar.

Por ello, cuando referíamos al inicio de nuestro análisis de hoy, los procesos colaborativos como parte natural de la mecánica decisoria actual de las organizaciones, por qué no ocurre lo mismo en el ámbito de la política.

Sencillamente porque en las organizaciones el resultado del ejercicio manda y es la diferencia entre ser una compañía productiva y competitiva o la de una próxima a desaparecer del mercado.

En la política no se exigen responsabilidades de gestión más allá de lo que las urnas se expidan cada cuatro años, o en caso que del Tribunal de Cuentas de una nación o institución equivalente haga una investigación sobre determinadas decisiones en las que seguramente ha habido sospechas de acciones políticas irregulares.

Pero no se está considerando lo esencial de la mecánica decisoria en la teoría de las organizaciones como indica la doctrina, sobre si ha sido o no una decisión acertada. Si se justificaba, los inversores la premiarán, como en el caso de Amazon, que los primeros años no daba beneficios pero Jeff Bezos insistía a sus socios inversores que estaban garantizando una cuota de mercado futuro y sostenibilidad que nunca antes se había visto en empresa alguna. Y acertó, y los inversores lo premiaron. Basta ver las cotizaciones de Amazon y sus rendimientos. O sea, decisiones oportunas, claras y tomadas con cierta celeridad.

Volviendo a la política, los inversores (los ciudadanos) no cuentan con estados financieros ni memoria ni cuenta de explotación. Sino lo que están viviendo en sus bolsillos o los que, lamentablemente, tienen que soportar el paro.

No decimos que cada decisión que toma un político debe ser certera como las que toma una empresa para seguir compitiendo en el mercado. Pero sí que deben estar nutridas de datos, análisis, información real y no basada en cuestiones de ideología de partido como es lo que vemos a diario.

Este es un proceso que antes o después llegará a la política, que esperamos sea de profesionales durante un ejercicio de liderazgo político limitado en el tiempo, pero que hayan demostrado capacidad decisoria en el ámbito privado y no experimenten con los ciudadanos en la toma de decisiones que lo único que tienen en su contra es la posibilidad de no ser reelegidos en las siguientes contiendas electorales.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN.

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