Fernández Aguado: “Estudiar el management de los jesuitas es mucho más que historia”

Conocido por muchos como el Peter Drucker español, Javier Fernández Aguado es un referente del management a nivel internacional. Hace pocos meses fue seleccionado como uno de los veinte indispensables del management mundial en el libro ‘Los Imprescindibles del Management (2ª edición. Corregida y Ampliada)’, de Salvador Molina.

El conocimiento del profesor Fernández Aguado procede de una amplia experiencia como asesor de comités de dirección, consejos de administración y consejos de familia. Su trabajo como coach, formador de élites directivas o conferenciante ha sido solicitado por más de 500 organizaciones en 50 países. Y también del estudio profundo que ha realizado sobre numerosas organizaciones. De ahí han ido surgiendo obras de referencia para miles de profesionales como ‘Roma, escuela de directivos’; ‘Egipto, escuela de directivos’; ‘El management del III Reich’; o ‘¡Camaradas! De Lenin a hoy’. Todos ellos publicados en la colección que la editorial LID creó con su nombre.

Tras años de investigación, ve ahora la luz, en el ámbito de la Cátedra de Management que Fundación Bancaria “la Caixa” ha creado para difundir su pensamiento, un nuevo texto: ‘Jesuitas, liderar talento libre‘ (LID Editorial), que será presentado el próximo 19 de abril en Caixaforum (Madrid). Con motivo de la presentación de esta nueva obra, Foro ECOFIN ha entrevistado al autor.

Javier Fernández Aguado, autor de 'Jesuitas, liderar talento libre'.

Javier Fernández Aguado, autor de ‘Jesuitas, liderar talento libre’.

– ¿Puede resolverse el presente con soluciones del pasado?

– Resulta ingenuo pretender solventar complicaciones presentes con la mimetización de soluciones pretéritas, pero si ignoramos lo que ya sucedió, nos incapacitamos para afrontar con acierto el futuro.

-Unas primeras reflexiones sobre lo que ha aprendido en los años dedicados a esta nueva obra.

– A los jesuitas ni las circunstancias, incluida la disolución dictada por Clemente XIV en 1773, ni puntuales directivos menos preparados les despojaron del entusiasmo. Siguiendo los deseos de Ignacio de Loyola, se les ha gobernado en muchos momentos con profundo respeto a su libertad. Del equilibrio armónico entre sana autonomía y respuesta generosa han surgido imponentes frutos.

– ¿Son muy diferentes nuestros tiempos de aquellos en los que comenzó la Compañía de Jesús?

– El cambio no ha cambiado, pero sí la velocidad a la que se produce. No son nuestros tiempos los primeros en los que el devenir se acelera, pero la gran diferencia es que ¡son los nuestros!

Disfrutamos de una capacidad superior, en comparación con nuestros ancestros, de acopiar datos. También por esto somos más conscientes de la inseguridad en la que se desarrolla nuestra existencia. Muchos, tal vez incluso nosotros, hemos vivido en una certidumbre ficticia; hoy lo hacemos en una incertidumbre consciente. En la actualidad somos más conocedores de la fragilidad de las instituciones.

– ¿Qué significa la expresión VUCA, tan de moda hoy en día?

– La aceleración ha llevado a acuñar el acróstico VUCA para expresar un conjunto de desconciertos: Volatilidad (Volatility), Incertidumbre (Uncertainty), Complejidad (Complexity) y Ambigüedad (Ambiguity). Habituados a unas décadas de crecimiento imparable, percibimos con estupor una globalización hiper conectada. En muchos sentidos nos encontramos en crisis, entendiendo con este término el conjunto de circunstancias que nos inclinan a dudar de la solidez de los pilares sobre los que se apoyaban nuestras decisiones.

Transformaciones que reclamaban siglos o al menos décadas, como la implantación de la imprenta desde su invención a su difusión, hoy en día se realizan en semanas. El directivo de un entorno VUCA no puede seguir decidiendo como antes. Si siempre ha sido conveniente reinventarse, en el presente resulta perentorio.

– ¿Cómo fueron los tiempos en los que apareció la Compañía de Jesús?

– Durante los siglos XV al XVI se sucedieron hechos significativos: en 1486, Bartolomé Díaz fue el primer europeo en alcanzar el Cabo de Buena Esperanza; en 1492, Colón llegaba a América; entre 1519 y 1522, Magallanes culminaba la primera vuelta al mundo; en 1517 Lutero comenzaba su revuelta contra la Iglesia… Podemos tratar de imaginar lo que aquello significó para los habitantes de Occidente: se abría ante ellos un nuevo mundo pleno de posibilidades y también de riesgos. Cuando se funda la Compañía en 1540 la incertidumbre política, social, económica o religiosa es inmensa. ¡Hay muchos paralelismos con el mundo que nos toca vivir!

– ¿Cómo logra trasladar el conocimiento de unas organizaciones a otras?

– Los grupos humanos son más parecidos de lo que en ocasiones se piensa. Esto sirve también para aquellas centradas en ofrecer servicios que faciliten el camino hacia el Cielo. Todas pretenden ser totalmente innovadoras, a la vez que cualquiera de ellas toma del pasado más de lo que puede apreciarse en una observación epidérmica.

La Compañía de Jesús superó ambigüedades. Vivieron a lo largo de su devenir coordenadas que, examinadas con atención, insisto, resultan semejantes a los actuales. Incluso algunos más complejos, como la disolución en 1773 hasta la reinstauración en 1814.

Muchos han lanzado proyectos inspirados en ellos. En ocasiones, historiadores de esas organizaciones aseguran que las suyas son iniciativas excepcionales y radicalmente diferenciales. Esas afirmaciones proceden casi siempre del eclipse de sentido común en quien piensa que lo único bueno es lo propio. ¡Y se ha copiado de la Compañía hasta los más pequeños detalles!

– ¿Qué se puede aprender de los Jesuitas?

– Para pilotar una organización con éxito es ineluctable aprender de lo que hicieron otros. Como no siempre sucede así, en siglos posteriores algunos acabarían vendiendo como virtudes lo que los jesuitas habían descubierto con su experiencia que eran vicios.

– ¿Quién importa más en el binomio personas y organizaciones?

– En ocasiones, para defender la estructura se realizan planteamientos inverosímiles. Algunos, para excusar yerros, es como si argumentasen que en realidad no se ha metido un gol al Real Madrid, sino al portero de ese equipo. En realidad, ¡quien pierde es el equipo, y también quien gana! No es de recibo afirmar que los buenos frutos son de la institución y los malos de individuos concretos.

– ¿Se han inspirado muchos en la Compañía de Jesús?

– ¡Innumerables!, incluso algunos que han vituperado a los jesuitas. Tanto Hitler como Lenin les pusieron de ejemplo por la docilidad y compromiso con los ideales propugnados. Lenin afirmaba que, si él hubiera dispuesto de doce personas como los jesuitas, el comunismo hubiera barrido el mundo. Hitler, por su parte, aseguraba que a él le hubiera gustado que los nazis fuesen como los jesuitas, que hiciesen lo que se les indicase sin preguntar el porqué.

– ¿Hay mucha diferencia entre una entidad mercantil o financiera y una institución religiosa como la Compañía?

– Por el factor sobrenatural de la Compañía resulta importante discernir lo verdaderamente religioso de la mitología que va creándose: por ejemplo, el anhelo de entronizar a los padres u otros parientes del fundador. Resulta también pertinente discriminar entre díscolos y disidentes. Es decir, quienes ansían mejorar la organización de quienes desean promover normativas según su capricho.

En el ámbito de la religión suele extenderse más el fanatismo, porque con la excusa de Dios algunos se empecinan. La expresión “los derechos de Dios” se puede tornar bula para menosprecisar a quienes piensan de otro modo.

– ¿Ha sido muy arduo el desarrollo de los jesuitas?

– No ha sido sencillo el camino de la Compañía. Se han multiplicado los obstáculos externos y también, más peligrosos, algunos internos.  Menciono aquí tres graves: la jactancia colectiva, la rigidez y la falta de austeridad.

Fueron los diezmos de un lado, y la petulancia de otro, los motivos que condujeron a la polémica con el obispo Palafox. Con un poco más de probidad todo se hubiera solucionado con facilidad. En ese enfrentamiento las dos partes esgrimieron maledicencia y embuste. Sin ir más lejos, cuando el Obispo en un sermón predicado el 6 de septiembre de 1648 atribuyó la peste de Veracruz a los excomulgados y a los confesores sacrílegos, manifestando alto y claro que presuntas herejías procedían de la Compañía de Jesús.

Portada del libro 'Jesuitas, liderar talento libre'.

Portada del libro ‘Jesuitas, liderar talento libre’.

– ¿Cuál ha sido el mayor obstáculo?

– La soberbia colectiva es un mal endémico de prácticamente cualquier grupo humano. Incluso sucede en determinadas situaciones que quienes en apariencia se esfuerzan por la humildad, en realidad se consideran superiores a cualquiera que no pertenezca a su clan: demasiadas veces una presumida modestia se torna disfraz del soberbio. En ocasiones, expresiones como “rezaré por ti”, dirigidas a alguien que abandona una organización son patética manifestación de una ridícula presunción grupal. ¡Como si la mera adscripción a una institución asegurase mayor cercanía al Creador!

– ¿Cuáles son las aportaciones más relevantes de este libro? ¿De dónde procede su interés?

– Este libro no es un vademécum de recetas sobre el liderazgo. Se trata más bien de un convite a la introspección. Pocos frutos cosechará quien busque respuesta de formulario. Muchos pueden ser para quien no tema la reflexión.

Durante décadas he analizado la etopeya de Ignacio de Loyola y la epopeya de su magna obra, que comencé a conocer tanto a través de los libros como de mi tía Mercedes, postuladora de la Fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón y admiradora categórica de los jesuitas. Trató, además, con asiduidad al P. Arrupe.

– ¿Qué pretendían los jesuitas?

– Luis de Granada aseguraba en un sermón en 1551 que la vocación de la Compañía era la de “llevar a los hombres a la santidad primitiva”, a ser como los primeros cristianos. Ignacio prometió a sus seguidores que así sucedería hasta el fin de los tiempos si eran capaces de vivir como contemplativos en el trajín, convirtiéndose en un personaje más del evangelio. Para ello, pretendía cuidar la calidad sobre la cantidad. Para lograrlo, se alzaron normativas severas.

El talento reclama libertad, aunque en el corto plazo el control resulte más eficiente. A pesar de que no faltan quienes hicieron más daño que bien, puede afirmarse que en términos generales la historia de la Compañía de Jesús es la de héroes que han ayudado a la humanidad en su devenir.

– ¿Qué más encontrará el lector?

– Estudiar el management de los jesuitas es mucho más que desentrañar la historia de una organización, facilita engolfarse en un abismo de eminencias implicadas en una ilusión compartida. Aunque Lenin y Hitler se quedaban en un nivel muy superficial, sí acertaron al considerar que los jesuitas venían a ser como un cuerpo de marines audaces, recios, consistentes, con el que cualquier directivo anhela contar.

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