Organizaciones enfermas dentro de una sociedad enferma y con una economía zombie. Estas son algunas de las consecuencias de dos años de crisis pertinaces: sanitaria, emocional y social. ¿Enfermas!
Si. Hablamos del daño emocional a las personas confinadas, a los pacientes y sus familiares, al teletrabajo por obligación, al aislamientos social, al autismo forzado de muchos profesionales, a la muerte de las culturas corporativas, a la desaparición de roles y estructuras, al ocio individual, etc., etc.
Creo que es el mayor reto actual del Liderazgo y el Management de las organizaciones: trabajar en pro de la Salud Emocional de todas las personas que conforman las compañías. Los Directores de Personas y de Recursos Humanos ya recetaron hace meses tratamientos psicológicos a miles de trabajadores y directivos de corporaciones. Todos trabajamos hace tiempo para mejorar la calidad emocional de los trabajadores. No podemos caminar en grupo si la salud emocional de algunos está dañada. Es el reto del siglo XXI.
Sin embargo, cada uno de nosotros también tiene armas para mejorar su Salud Emocional. Podemos mejorar nuestra calidad de vida, profesional y personal. Hay trucos y recetas que merece leer. Tú mismo lo agradeceras
Crecimiento personal
El crecimiento o el desarrollo personal se refiere a la capacidad que tenemos las personas para continuar creciendo, expandiéndonos y mejorando. La elección es simple: en vez de mantenernos en ese lugar mental y emocional (con frecuencia un mal hábito de abusar demasiado de nuestra zona de confort), las personas que desean el crecimiento personal disfrutan el proceso tanto, si no más, que el resultado. Y esto es sumamente importante. El tránsito que hacemos en la vida, independientemente de las estaciones en las que nos detengamos, pero sin duda, esta dirección es la que condiciona nuestro bienestar.
Personas que siempre están en la búsqueda de nuevos retos y persiguen sus objetivos con pasión y dedicación. El crecimiento proviene de tomar acciones directas para mejorar o alcanzar las metas.
¿Por qué es importante el crecimiento personal?
Cuando tenemos el impulso para mejorar el estado actual de nuestro bienestar, incluso felicidad, haremos lo que sea necesario para mejorar nuestras habilidades, lo que determinará un cambio seguro en nuestra conducta y especialmente en nuestros hábitos.
Las personas tenemos el potencial de experimentar más felicidad de la que jamás pensamos que era posible, por lo que este sentimiento de confianza es el que termina respaldando nuestro crecimiento y éxito continuos, lo que crea una espiral o crecimiento ascendente.
Si las personas toman consciencia de que la felicidad surge en parte de un conjunto de habilidades, pero también está influenciada por su entorno, sin duda, en la medida que desarrollen sus habilidades para pensar en positivo, ser conscientes y cultivar la resiliencia, es probable que sean más felices que si no desarrollaran estas habilidades.
Los procesos de mejora continua
Cada vez que nos referimos en las organizaciones a los procesos de mejora continua, olvidamos con frecuencia que también existe una metodología aplicable a las personas. Es decir, los mismos mecanismos para mejorar el desarrollo personal son los que debemos aplicar para logar estándares más elevados de salud (física y mental) y bienestar. Por tanto, debemos comprender que el autodesarrollo puede definirse como un proceso constante de mejorarnos a nosotros mismos.
Esto incluye trabajar con un claro propósito en nuestra vida y en nuestra contribución al equipo y también empresa de la que formamos parte, porque también tanto equipo como empresa tienen un propósito. Cuando somos conscientes de que encontramos divergencias entre unos propósitos (los nuestros) y los de los demás (compañeros de trabajo, liderazgo de la organización, etc.), entonces se abren brechas en las relaciones interpersonales que son muy difíciles –no imposibles- de gestionar.
En todo momento el bienestar no corresponde solo al ámbito físico, sino también a nuestro bienestar mental, emocional y social. El autodesarrollo es lo que nos permite alcanzar nuevos niveles de felicidad y bienestar, allanándonos el camino a un bienestar razonable y también a un nivel de satisfacción aceptable.
Lo que debe quedar claro es que cuando nos referimos a estos procesos de desarrollo personal (abarca nuestro plano más íntimo y por supuesto el laboral) estamos haciendo hincapié en que estamos dirigiendo el esfuerzo hacia una transformación de partes de nuestra vida con la finalidad de mejorar tanto el estado físico, como el intelectual o el espiritual, pero muy especialmente en los planos emocionales y sociales.
No vamos a decir que “no menos importante” son los ámbitos emocionales y sociales, porque en realidad, son los más importantes en cuanto al condicionamiento que pueden hacer sobre nuestro bienestar global. Eso que llamamos “sentirse bien”.
Muchas personas cuando llegan a un punto de decisión de crecimiento personal es debido a que ha habido previamente un suceso crítico o traumático, sea en el plano personal o profesional, aunque no necesariamente se debe a una cuestión en la que la adversidad ha generado el punto de inflexión. Puede ocurrir que simplemente esas personas que no sufrieron ningún revés llegaron a la conclusión con el tiempo que necesitan ciertas mejoras para sus vidas, pero que además las consideran necesarias.
Cuando se entra en el terreno de los hábitos
Cuántas veces se escucha la expresión que “debes ser la mejor versión de ti mismo”, lo que implica una exigencia que debemos imponernos. Generalmente se asocia a nuestro nivel de competencia profesional para hacer lo que sabemos hacer. Pero pocas veces se mira desde el ángulo estrictamente de la mejora del bienestar como elemento íntimo, que afecta solo a quién produce dicha mejora. Pero sucede que el bienestar general es la acumulación de todos nuestros hábitos diarios que conducen a nuestro estado físico y estabilidad en todas las áreas de nuestra vida. Así, sin más.
Por tanto, son muchas las maneras en las que el crecimiento personal puede contribuir al bienestar general de una persona. Porque todos, en algún momento hemos sentido un nivel de insatisfacción con la vida de la manera en que la estamos llevando, lo que nos produce ansiedad y angustia. Justamente es en estos momentos en los que tenemos que recurrir al desarrollo personal como método para poder hacer cambios en nuestra vida, lo que hace que cambiemos la dirección o al menos hagamos los esfuerzos para que veamos que estamos dando un giro al camino que veníamos recorriendo, y esto siempre, en más del 90% de las circunstancias depende de la modificación que hagamos sobre nuestros hábitos y comportamientos.
La mejora de nuestra autoconsciencia
Cuando trabajamos seriamente el desarrollo personal, nos facilita tomar consciencia de todas las situaciones, e incluso, nos damos cuenta con la debida ejercitación, que existían cosas de las que no éramos suficientemente conscientes y gracias a este desarrollo las detectamos, podemos focalizarlas adecuadamente y aplicar medidas correctivas. Nada se puede mejorar si no se tiene consciencia sobre lo que debemos actuar.
Esto nos lleva necesariamente a hacer un diagnóstico de nuestra vida, de cómo la estamos viendo, dónde creemos que estamos cometiendo errores o sencillamente en qué debemos hacer algunos ajustes. No se trata de buscar siempre el error, sino de que lo que hemos estado haciendo podemos hacerlo de otra manera.
No solo es cuestión de la productividad del trabajo, sino de la actitud del por qué lo hacemos, el propósito integrador de nuestra voluntad colaboracionista con otros miembros del equipo, nuestro espíritu de compromiso de alinearnos con la dirección, etc. De ahí que este proceso nos exige un alto nivel de autoconsciencia y concentrarnos sin excepciones en los procesos de mejora para lo cual, el crecimiento y desarrollo personal son nuestro tránsito hacia el objetivo primero y último del bienestar personal.
Incluso, aunque una tarea en la que estamos trabajando con el resto del equipo, o se ha demorado por razones externas ajenas a nuestra responsabilidad, o porque nos hemos equivocado en una valoración que nos ha obligado a repetir el proceso, tenemos que revisar con espíritu crítico lo acontecido. Eso sí, con una filosofía de mejora para que dicha situación no nos agobie más que unos minutos y debemos estar listos para reanudar la misión que nos habíamos impuesto, pensando en que con la toma de consciencia que hemos hecho ahora no vamos a equivocarnos.
Al ser más conscientes de nuestros hábitos, así como de nuestros puntos fuertes y débiles, podremos redirigir nuestras acciones a objetivos mejor planificados y a una asignación de recursos más acorde con la realidad a la que nos enfrentamos. O sea, que el proceso que parece ser eminentemente empresarial, de un departamento y/o equipo, termina siendo estrictamente personal.
¿A qué se debe? Se trata de que ha habido en las personas que están abordando la tarea, una toma de gran consciencia sobre las consecuencias de cualquier error, desvío, etc. que no solo afectará la productividad de ese equipo y por supuesto de la organización, sino que también será un input negativo que afectará la personalidad individual y también de equipo. Aparecerá el síndrome del fracaso (habitual y humano) que todo buen líder debe ayudar a neutralizar y a hacer comprender que el redireccionar el sentido y rumbo es una clara mejora y triunfo individual, que se beneficiará cada persona y la empresa en su conjunto.
Pero que, además, esa percepción de un crecimiento personal positivo que se ha producido, ya que se han enfrentado a una adversidad o a un reto, y superándolo de manera eficaz, han logrado también la mejora personal como marca de cada uno y demostración que el propósito que cada persona se había fijado se está reflejando en el logro colectivo. Así también como en la mejora individual, el logro para la organización es la mayor productividad; para las personas es el bienestar personal. El liderazgo efectivo enseña a que uno no puede subsistir sin el otro.
La toma de decisiones personales
Para que tengamos un desarrollo personal acorde con lo que creemos nos merecemos, no podemos quedarnos sentados, sino tomar decisiones que nos lleven por este camino. Sería un error pensar que hay una decisión única que hace que corrijamos el rumbo cuando detectamos algún inconveniente en nuestro trabajo o en nuestra vida personal.
No es cuestión de un día. No se es mejor padre o madre porque un día se programe para serlo, sino porque el buen ejercicio para ambos progenitores será la acumulación de acciones y decisiones diarias, cada día de sus vidas y muchas quizás que es imposible recordar, pero que son las que condicionan (hasta la más pequeña y que parece sin importancia) la salud física y mental, así como las cuestiones sociales y emocionales referidas más arriba.
También se pueden tomar decisiones basadas en nuestra experiencia pasada, pero cuidado que no estén demasiado condicionada por hábitos de los que no hemos podido deshacernos. Cuando tomamos autoconsciencia real de la situación a través de orientar el desarrollo personal, tendremos que optar por cambiar y/o modificar ciertos hábitos del pasado para que esos comportamientos a favor de otras personas o de nosotros mismos, sean mejores para nuestro bienestar.
Por ello, la decisión importa y mucho, porque estamos eligiendo qué opciones son las adecuadas para nosotros en este momento y cuándo es necesario tomarlas. Aprender a tomar mejores decisiones es consecuencia directa de una autoconsciencia que logramos a través del desarrollo personal.
En todo momento tenemos que tener en cuenta qué pasos debemos dar para fortalecer las acciones que tomamos (apoyándonos en esos puntos fuertes), porque es debido al desarrollo personal que se pueden potenciar las fortalezas, no solo neutralizar o eliminar las debilidades.
Cuerpo, mente y espíritu
El desarrollo personal se enfoca en nuestro cuerpo, mente y espíritu. Nada habrá en nuestra vida que no se relacione con el desarrollo personal. Abarca todos y cada uno de los aspectos de la vida, por lo que es un impulsor o detractor de bienestar (según se lleve) de lo que sienta y/o se resienta el cuerpo, la mente o el espíritu.
Cuando el espíritu y mente están fuertes, se sienten seguros y nos brindan esa sensación de seguridad, el bienestar está servido, porque ha surgido un elemento integrador fundamental para nuestros sentimientos y emociones: la confianza. Cuánto más esfuerzo hacemos para desarrollarnos personalmente, más autoconsciencia llegamos a tener y nos sentiremos más seguros, justo porque también la dosis de confianza en mucho mayor.
Y como ocurre en la economía de los países, cuando nos referimos al círculo vicioso de la pobreza, a escala de las personas, cuando hemos ganado más confianza tenemos claro que se pueden lograr aún más objetivos o adquirir nuevas habilidades, lo que conduce a más objetivos de desarrollo personal. Por ende, mayores beneficios que entrando en este caso en el círculo virtuoso del bienestar, es como un nutriente permanente de brindar niveles de satisfacción y felicidad razonable.
Todo el mundo quiere ser feliz, pero para mucha gente es más fácil decirlo que hacerlo
Sabemos y lo hemos sostenido en esta tribuna, que defender una felicidad duradera sin esfuerzo es tan estéril como pretender una siembra en el desierto más extremo. La felicidad duradera hay que ganarla, pero incluso ganándola, hay que luchar para que podamos mantener niveles razonables durante una media de tiempo que nos haga sentir bien. Digámoslo coloquialmente: “siempre hay claros y nubes en nuestro horizonte”. Pero siendo duradera en los términos que estamos circunscribiendo, o sea, con ciertas limitaciones, debemos lograrla a través de nuestros hábitos y las personas felices saben que invertir en los hábitos correctos vale la pena. Si buscamos un poco de ayuda en el inexistente departamento de felicidad de las organizaciones, podríamos poner a prueba las siguientes cuestiones:
1º) La vida está hecha de pequeñas cosas
Mayormente a estas pequeñeces no le damos el valor que tienen, pero en esencia son las que nos haces disfrutar de la vida. Porque el diario trajín nos hace olvidar lo pequeño, porque estamos atrapados en nuestras rutinas diarias, las que nos limitan o nos convierten en incapaces de apreciar las pequeñas cosas.
Si les preguntásemos a nuestras lectoras/es si saben detenerse en el presente, en algún momento del día y saborearlo cada uno de esos momentos, la respuesta mayoritaria sería que no nos estamos dando cuenta, no tomamos consciencia de esa sucesión de pequeños instantes que configuran nuestra existencia diaria y una manera de vivir con más o menos bienestar.
2º) Sudar, esfuerzo y sacrificio
Cuando hacemos ejercicio, nuestros cuerpos liberan sustancias químicas llamadas endorfinas. Estas endorfinas interactúan con los receptores en el cerebro y desencadenan una sensación positiva, ese subidón (bienestar) que nos da cuando venimos de hacer footing o de haber tenido un amistoso juego de paddle con un compañero de trabajo o un amigo, o incluso un vecino.
Este subidón natural tiene un efecto profundo en la salud mental, alivia el estrés y mejora la memoria. Nos ayuda a visionar mejor el entorno porque nos ha liberado de tensiones que se nos acumulan a diario. Visionar mejor es focalizar como es debido lo que tenemos por delante, tareas, responsabilidades, proyectos, etc.
Elimina la negatividad y sustituye el mal hábito, por ejemplo, el sedentarismo, por la acción de energizarnos, tanto física como mentalmente. Importante contribución hacemos a nuestros pensamientos positivos y creativos, porque eliminando la negatividad evitamos el efecto contagio tan nocivo en los equipos de trabajo.
Nuestro estado de ánimo mejora y está impulsando el desarrollo personal a estadios en los que tenemos otra perspectiva de las cosas, a nivel pequeño de cada día, y si somos muy conscientes de nuestro desarrollo, también impactará en la perspectiva general que tengamos de nuestra vida.
3º) Mantenerse positivos
Mantenerse positivo no es fácil, porque nadie es inmune a las dificultades, pero lo que nos distingue es cómo respondemos. Las personas felices ven las situaciones difíciles de manera diferente. En lugar de quejarse de cómo podrían haber sido o deberían haber sido las cosas, reflexionan sobre todo por lo que están agradecidos. No se atascan en el pesimismo: encuentran la mejor solución disponible y abordan el problema.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).