Cómo ser emocionalmente fuertes

Nuestra imagen de portada nos ilustra ese equilibrio tranquilo que nos dan determinadas razas de perro para el cuidado y protección de los niños pequeños. Los veterinarios y expertos en la conducta animal se refieren a ellos como que son muy controlados y estables.

En el ámbito de los seres humanos y las organizaciones, la estabilidad emocional sigue siendo una asignatura pendiente. Veamos por qué.

Cuando una persona es considerada como emocional y mentalmente fuerte, significa que sabe gestionar de manera razonable los momentos en que las circunstancias no le son propicias, sea en el plano personal o laboral.

Pero cuando a la persona que estamos teniendo como referencia, le agregamos el poder e influencia que tiene como líder en esa organización, entonces nos estamos refiriendo a uno de los aspectos centrales del liderazgo, que podemos categorizar con expresiones tales como “jamás se echa atrás por más difíciles que le vengan dadas” o también “es difícil que el estrés le haga mella en sus decisiones”, o también “mientras la mayoría se desmorona él no cede un milímetro ante la adversidad”.

¿Qué nos indican estas afirmaciones?

Que este líder gestiona muy bien sus emociones y su mente.

Es efectivo, pero hace que los demás en la organización también los sean.

En ocasiones anteriores hemos sostenido, sobre los líderes efectivos, que los problemas y el cambio, especialmente la adversidad que este introduce en nuestras vidas (sea en ambientes laborales o en la misma vida personal), para ellos en realidad no son obstáculos, sino oportunidades.

Como el atleta que tiene que superar su marca. Un reto constante.

Y lo más importante, su parte emocional está estructurada de manera tan potente, que no dejan que el estrés les arrastre hacia abajo, y, lo peor de todo, en cualquier circunstancia traumática que también termine arrastrando al resto del equipo.

Hemos hecho referencia también desde esta tribuna a los aspectos beneficiosos de la reflexión y la meditación.

Muy bien; cuando el líder efectivo está en el más alto nivel de estrés (aunque controlándolo) dada la circunstancia por la que está atravesando (ese día o esa semana) la empresa, su particular forma de entrenarse para afrontar cambios y problemas, no proviene del exterior ni es algo que puede adquirirse por una sesión de coaching. ¡No! Es un entrenamiento mental que le lleva a ver la vida de una manera diferente.

Su mente está preparada (así como su actitud), para aceptar como natural la contingencia que se ha presentado para poner a prueba su liderazgo.

En primer lugar, a pesar de la dificultad de la situación a la que se enfrenta la empresa -por ejemplo, al haberse tenido que prescindir de una persona clave en la organización por motivos ajenos a la voluntad del líder-, es obvio que se le están generando atrasos y dificultades operativas para sacar el trabajo hasta que la nueva persona que se hace cargo de esa función esté a pleno rendimiento.

Porque tendrá que lidiar con las personas de su equipo que ven como un fracaso insuperable lo acontecido, al menos de momento, afirmando cosas como “no deberíamos en este equipo tener que enfrentarnos a este problema” o “no deberían exigirnos a nosotros toda la responsabilidad para tapar el agujero”.

Personas que le van a llevar al líder problemas no soluciones. Por tanto, deberá explicar y formar en cuál debe ser la actitud que el equipo y todos sus miembros deberán adoptar de ahora en más, al menos, hasta salir del momento de atasco operativo.

El líder mentalmente fuerte sabe que las dificultades se presentan y son inevitables

No es el responsable de evitar los problemas, sino saber enfrentarse a ellos

El líder no es el responsable de evitar las dificultades que se presentan, unas más suaves y otras más abruptas. Pero cuando se está en frente de ellas, él es el que enseña a los demás cómo hacer perder el miedo y pararse frente a ellas con una actitud ganadora.

Pero lo más importante, enseñarle al personal cómo hay que hacer para gestionarlas en esas circunstancias. O sea: adaptación continua al cambio (enseñar a adaptarse) es la esencia de una estabilidad emocional y una psicología individual a prueba de bombas.

Y esto el líder efectivo lo transmite y lo enseña

Esta tipología personal, que cuenta además con una estructura de personalidad muy sólida (materia estudiada por los psicólogos), si se le suma una estabilidad emocional, es la receta para enfrentarse las personas y equipos ante situaciones cargadas de estrés y tensión, porque esa psicología y estado emocional del líder lo transmite a todos sus cuadros.

Los líderes efectivos dedican sus esfuerzos también para favorecer la distensión de su personal haciendo de su filosofía y política hacia el personal, la creación de un ambiente distendido, relajado y no menos importante, con cierto grado de alegría y satisfacción por lo que se hace y cómo se hace. No importando tanto las vicisitudes sino los resultados que finalmente se obtienen.

Sin duda, el líder efectivo estará cargándose con el estrés de los demás porque les está explicando y haciendo el esfuerzo para que su actitud cambie.

Por tanto, si no tuviese esa fortaleza mental y buena gestión emocional, le sería absolutamente imposible por dos razones fundamentales: su carga física y mental estaría impidiéndole apoyar a su grupo en este necesario cambio de actitud, al no contar con la fuerza necesaria e incluso una clara falta de voluntad; le impediría focalizar con claridad el problema y hacer el diagnóstico adecuado para implementar las acciones que sean necesarias.

O sea, que si el nivel de fuerza emocional y mental no están a la altura que las circunstancias requieren, como un castillo de naipes se vendrían abajo expectativas de los miembros del equipo más próximo e incluso, del resto de personal.

Porque cuando el personal de “a bordo” no ha sido influenciado y dirigido hacia el cambio de actitud, no puede timonearse hacia dónde debe dirigir la nave quién ejerce el liderazgo.

Otra cuestión fundamental que acredita que el liderazgo efectivo ejercido está en buenas manos, es si se mantiene la correcta visión en cuanto al análisis que se está haciendo tanto del entorno como de las circunstancias que han surgido y provocado la crisis.

En todo momento, la mentalidad y emociones en su grado de fortaleza de velocidad de crucero tienen que mantener la perspectiva correcta.

Su actitud es vista como un ejemplo para afrontar el fracaso (levantando a los demás de su hundimiento moral y emocional), pensando que aún es posible revertir la situación.

Que la adversidad no se apodere de sus vidas

El líder mentalmente fuerte no deja que ni el pensamiento de los demás ni la crisis sobrevenida se apodere de sus vidas y, más aún, de las soluciones operativas que deben dar al departamento en cuestión, para que no pase a mayores.

Se aferran a su capacidad de recuperación, saben gestionar el fracaso y perdonarse por ello (lo que obliga a enseñar a que el resto de miembros también se perdonen).

En todo caso, les instará de manera contundente a convivir con el arrepentimiento de lo que se hizo mal, más que el oprobio constante de decir y repetir “que mal lo hemos hecho” o “no estamos preparados para esto”.

Un líder en una organización de ventas mayorista de productos de consumo de primera necesidad tuvo que plantar cara y enojarse de verdad con un mando intermedio, porque ante la dificultad que estaban teniendo en la estiba de las mercaderías, no encontraba solución a un problema y por aferrarse a viejas soluciones que en el pasado habían dado resultado (no eran aptas para enfrentar la situación actual), seguía mentalmente con un mecanismo para dar solución totalmente fuera de la perspectiva requerida.

La negativa provenía, de que el mando intermedio pensaba que si no encontraba la solución le iba a costar la carrera. Que simplemente lo echarían.

Ver fantasmas dónde no los hay

La tentación de convertir en catástrofe algo que es nada más ni nada menos que un problema operativo, tiene consecuencias en el resto de personal, porque la negatividad y ciertas actitudes se contaminan, no porque los demás las quieran copiar, sino porque se van a ver influenciados por ese especial climax laboral en el que todo parece que sale mal.

Finalmente, el líder convenció a su mando intermedio con una simple reflexión:

– Cuánto tiempo llevas en la empresa.

– Quince años.

– Alguna vez te viste con problemas similares.

– Nunca.

– Entonces, puedes pensar que vamos a juzgarte porque tengamos un problema que resolver todos en el equipo.

Y agregó el líder: “Por lo único que sí te voy a calificar y hacer responsable, es que tu actitud mental y emocional esté afectando a los demás”

Cuando el mando intermedio comprendió el alcance de las palabras del líder, encontró rápidamente la solución técnica al problema y todo el atraso se pudo resolver en horas.

La moraleja de esta experiencia de uno de los autores en esta empresa líder mundial en alimentación, es que lo importante para ayudar a que las personas no pierdan la perspectiva y la real importancia de lo que están haciendo, especialmente al surgir un problema o agravarse por una crisis, es dar el mensaje adecuado en el momento oportuno.

Las opciones hay que reconocerlas y no dejarlas pasar

El estrés puede hacer que las personas se sienten como una víctima de las malas circunstancias, o peor aún, hacer que el victimismo aflore por doquier en la organización.

Pero las personas emocional y mentalmente fuertes, reconocen que todas las acciones que realizan cada día son parte de una elección. Porque elegir significa priorizar.

Que en caso de que sobrevenga un error, la corrección no es un ataque frontal contra una acción en particular que generó por accidente o porque no se midieron las consecuencias de dicho error.

El líder que quiere fortificar emocionalmente a su personal, tiene que enseñar a que las personas aprendan a convivir con aciertos y errores.

No quiere que la actitud complaciente sea destructiva del espíritu de equipo, así como tampoco acepta una valoración exagerada por las cosas que se hagan bien.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN; y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).

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