El creador de Alibaba, Jack Ma, que ostenta el puesto 22 de las fortunas personales más importantes del mundo según la revista Forbes, tiene una consigna en su vida: no rendirse jamás a pesar de los fracasos. Porque lo ha vivido en sus carnes: fracasó tres veces en la universidad y varias veces más para conseguir su primer trabajo. Quiso ser policía y fue rechazado. También suman varias respuestas negativas su intención de ingresar en Harvard. Pero siguió adelante y logró crear su imperio empresarial. ¿Cuál fue su mejor acierto? No dejarse influenciar negativamente por los fracasos anteriores, pero muy especialmente, acostumbrarse a trabajar bajo presión.
En Estados Unidos sucedió que entre las compañías que adoptaron políticas de incorporación de veteranos de guerra, un 97% de los profesionales del ámbito de Recursos Humanos de las organizaciones o consultores externos, confirmaron que resultó ser una excelente elección porque dichas personas demostraban tener un sólido sentido de responsabilidad en el desempeño de su trabajo, siendo uno de los rasgos más positivos, destacado por el 96% de los directivos entrevistados, que los militares que han pasado por experiencias bélicas, trabajan muy bien bajo presión.
El Dr. Hendrie Weisinger es un psicólogo de gran prestigio internacional y uno de los más reconocidos expertos mundiales en inteligencia emocional, afirma que: “todos tenemos nuestros momentos de presión, situaciones en las que tenemos algo en juego y el resultado depende de nuestro rendimiento. Puede que sea una presentación a la alta dirección, una entrevista de trabajo o una conversación importante”. Son infinitas las situaciones que pueden hacer que una persona esté sometida a presión.
El Dr. Weisinger ha investigado y estudiado este tema durante veinticinco años en todo el mundo y también la experiencia acumulada de su consulta profesional, que le han llevado a interesantísimas conclusiones que son de gran utilidad para ver de qué manera hay que conducirse en momentos que se está sometido a gran presión. Su tesis central para tratar este problema, se basa en que las personas que tienen un buen desempeño a pesar de estar sometidos en un momento determinado a gran presión, pueden hacerlo porque tienen una mentalidad que llama “pressure-less mindset” (mentalidad menos sometida a la presión).
¿Y en qué marca la diferencia respecto a la gran mayoría de personas? Porque la manera habitual de percibir un momento de presión, este tipo de personalidades desencadena una dosis de confianza, optimismo, tenacidad y entusiasmo, que son todos sentimientos y comportamientos específicos que reducen al mínimo la sensación de presión. Actúan como una olla a presión, que justamente su finalidad es quitar presión a medida que hierve el agua.
Cuando una persona percibe la presión como una amenaza, es seguro que se verá afectado negativamente por su forma de reaccionar. En cambio, las personas que hacen su mejor esfuerzo y logran la mejor performance en un momento de presión, tienen la percepción opuesta a la negatividad, ya que consideran que a lo que se enfrentan es una oportunidad y no un problema.
Bajo presión a menudo perdemos perspectiva y se distorsiona la realidad de la situación a través de lo que Weisinger denomina “distorsiones cognitivas”, que corresponden a pensamientos que intensifican los sentimientos de presión. Lo que coloquialmente denominamos de formas diversas como “se está calentando el ambiente” (cuando es a nivel de un grupo) o “su nervios ya no aguantan más presión” (a nivel individual), etc.
Vivimos en una sociedad dinámica y compleja. Por tanto, no debe sorprendernos que las relaciones interpersonales dentro o fuera de las organizaciones, también sean difíciles de llevar, ya que el dinamismo con el que actualmente se mueve el mercado en cualquier sector de actividad económica, exige que tanto empresas como personas deban dar respuestas rápidas y certeras en el momento oportuno. Así de simple. Que esto implica presión. ¡Pues claro que sí!
Las personas con un mínimo de responsabilidad en su puesto de trabajo, en los últimos años se han tenido que acostumbrar a trabajar bajo presión. Una auténtica paradoja, ya que se suponía que justamente las NT’s facilitarían las tareas en los puestos de trabajo.
En realidad se han facilitado mucho, pero debido a las nuevas exigencias del mercado, han cambiado métodos y procedimientos, que nos permiten mayor celeridad en las tareas aunque no parece que haya disminuido la presión. ¿A qué se debe? Dada la complejidad de los mercados y cada vez un mayor nivel de competitividad de las organizaciones, todas las facilidades tecnológicas (son democráticas y para todas las empresas) hacen que se quiera o no, las personas con mayor o menor responsabilidad, no quieran ser menos que sus colegas competidoras dentro o fuera de la organización, produciéndose una carrera para cumplimiento de objetivos y alcanzar las metas impuestas. Se genera presión de manera casi automática y a veces imperceptible, como lo es la inercia de un cuerpo en movimiento.
¿Cuáles son los beneficios de trabajar bajo presión?
Aflora todo el talento y potencial de una persona. Al referirnos a este potencial personal, implica que para que salga a la luz es necesario un poco de presión. Porque el líder responsable, sabe que exigiendo la ejecución exitosa de las actividades actuales que realiza su equipo y las nuevas que tienen que abordar, necesariamente generará más presión de la que estaban soportando.
Pero una cosa es la presión negativa cuando las cosas no salen bien o cuando la dirección de la empresa no sabe gestionar el momento extraordinario de carga de trabajo que se tiene, pero otra muy distinta es cuando justamente ante esta mayor respuesta que se espera den personas y equipos, el líder orienta y forma en lo que corresponda para que tanto el aspecto técnico como el emocional, estén en un todo de equilibrio. Aprender a aguantar la presión depende mucho de cómo el líder enseñe al personal, como les esté capacitando gradualmente y el tipo de entrenamiento (incluyendo formación) que se les está dando.
La presión así bien gestionada, es un generador de energía positiva que facilita dirigirse a alcanzar las metas impuestas. Se crea una nueva forma de ser a través de hábitos positivos, porque las personas que como el Dr. Weisinger afirma tienen una mentalidad preparada para aguantar situaciones de trabajo sometidos a gran presión, no la han adquirido en un día, sino a través de un proceso de formación y entrenamiento continuo. Desde ya, que también gracias a un liderazgo efectivo que haya sabido dosificar esfuerzos mediante una delegación y asignación de tareas y responsabilidades muy bien medidas.
Nuestro cerebro se ha acostumbrado a un ritmo diferente, es como el entrenamiento que hacemos practicando footing o las horas que dedicamos al gimnasio. Al principio cuesta y produce agujetas. Después cuando se está en buena forma física, si no realizamos nuestra práctica deportiva habitual la echamos en falta. En el trabajo pasa lo mismo. La presión bien gestionada es una manera de auto motivarse importante para mejorar la eficacia personal.
Algunas reglas para sobrellevar bien el trabajo bajo presión
1º) Mantener el control
Significa controlar las emociones. No dejarse traicionar por esas reacciones emocionales que lo único que provocan es insatisfacción.
2º) No dejarse llevar por el pánico. Este sentimiento es el más extremo y negativo de las emociones que podamos manifestar.
3º) Convertir la energía negativa en energía útil.
4º) No perder jamás de vista cuál es el objetivo que tenemos, sea en nuestro trabajo individual o como miembro de un equipo.
5º) Mantener bien focalizado nuestro entorno y no dejar que nos invada una dosis de incertidumbre que ponga en duda nuestras acciones. En este punto, el papel del líder es fundamental, para que las personas mantengan bien focalizados objetivos, metas y los factores no controlables a los que nos enfrentamos.
6º) Tener un plan. Si algo genera presión en un equipo, es cuando los miembros ven a todas luces que carecen de un plan.
7º) Relajarse y tomarse un respiro.
Artículo coordinado por José Luis Zunni director de ecofin.es. En colaboración con Salvador Molina presidente de ECOFIN, Javier Espina Hellín miembro de ECOFIN Business Schools Group, y Ximo Salas, miembro del ECOFIN Management & Leadership de ECOFIN.