Hay sangre en las calles de Kiev, Odesa, Jarkov, Chernovil… ¡Hay muertos!
Palabras contra balas. Unos lanzan misiles, los otros responden con amenazas. Los unos producen muerte y una política de hechos consumados; por el contrario, los otros producen desidia, incomprensión, laxitud. Rusia dinamita aeropuertos y cuarteles. Occidente cancela la final de la Champions League en San Petesburgo y expulsa a Rusia de Eurovisión.
“Nos han dejado solos”, dijo ayer Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania y objetivo número uno del ejército ruso. Y tiene razón. ¿Dónde están los autoproclamados líderes del mundo? ¿Dónde están los que se decían aliados de Ucrania?
Esta es la situación actual del liderazgo mundial sobre el mapa de la geopolítica europea y global. Vladimir Putin mueve tanques, donde otros hablan de sanciones económicas ‘limitadas’, que no incluyen ni la suspensión de transacciones internacionales vía el bloqueo del sistema SWIFT a Rusia, lo que sí se hizo con Irán en su momento. Los líderes de Europa dicen que hay que dejar algo para la negociación una vez que Rusia tome Kiev.
Los analistas internacionales ya ven nuevos movimientos de ajedrez por parte del eje Moscú-Pekin. La debilidad de Estados Unidos y de Europa quedó demasiado patente en la grotesca huida de Afganistan. Los líderes ruso y chino tomaron nota.
Pactaron la paz olímpica: no mover piezas hasta que no acabara el gran evento propagandístico chino, sus Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín. Pero en cuanto fueron clausurados, Putin comenzó a mover sus piezas sobre Ucrania.
¿Después le toca a China con la invasión de Taiwan, la China Nacionalista, el último bastión nunca conquistado por la revolución roja de Mao Tse-Tung? Pues no tardaremos ni un mes en saberlo; aunque los analistas lo ven inminente.
¿Dónde está Occidente? ¿Dónde quedaron los líderes mundiales?
Occidente perdió el Liderazgo mundial
La preocupación que nos venía generando tanta incertidumbre sobre la situación en Ucrania, finalmente ha pasado de las especulaciones al terreno de las acciones militares. Desde ya que este nivel de tensión sube a partir de ayer jueves 24 de febrero un escalón más para los ciudadanos europeos y también, en función de cómo sucedan los acontecimientos, para el resto del mundo.
Por dónde se mire, el liderazgo actual de Occidente está siendo puesto a prueba una vez más. Y esperemos que los líderes occidentales actuales encabezados por Estados Unidos y la Unión Europea, de los que depende las decisiones que tome la OTAN, además de la aplicación de sanciones económicas duras contra Rusia y los miembros de sus más altas instituciones, no vacilen en su responsabilidad de pasar a la acción.
¿Qué significa pasar a la acción? Es que queremos que haya una Tercera Guerra Mundial. ¡De ninguna manera! Pero siendo blandos y solo con criterios pacifistas no se va a ninguna parte. La historia así lo demuestra, a pesar que parece que los líderes europeos lo han olvidado. Nos referimos a que quedó suficientemente demostrado cuando aquellos líderes europeos que previo a la Segunda Guerra Mundial, creían que el Pacto de Munich nos libraría del fantasma del nazismo, nada estaba más lejos de la realidad. Ocurrió entonces, y puede –esto es lo más grave- volver a ocurrir ahora con un gobierno totalitario y con vocación expansionista con la finalidad de recuperar ese ámbito de influencia que tenía la URSS en sus mejores tiempos.
Por tanto, no queremos guerra, pero tampoco un nuevo pacto de Munich. Habrá que aplicar sanciones, congelar fondos, expropiar empresas en todas las geografías en las que haya intereses económicos rusos, y por supuesto movilizar tropas a las mismas fronteras de lo ex países del Pacto de Varsovia, caso Polonia, o Rumanía, o Bulgaria, que hoy día pertenecen a la UE y a la OTAN, porque a una personalidad como Putin (en general al imperialismo ruso) solo entiende la fuerza como elemento disuasorio. No comprenden el diálogo y más se hace fuerte Rusia en la medida que ve (además de estar convencida) de la falta de liderazgo occidental y de demostración de fuerza, que ha quedado muy claro en 2014 con la anexión de la Península de Crimea.
El fin de la historia
Cuando Francis Fukuyama escribe “El fin de la historia y el último hombre” en 1992, expone una polémica tesis, en la que señala que la historia como lucha de ideologías había llegado a su fin, porque finalmente las democracias liberales se habían impuesto sobre las autocracias y se daba por terminada la Guerra Fría. Se decía que el capitalismo había vencido al comunismo, este era el discurso de hace treinta años y que gracias a creernos en Occidente que estábamos a salvo de nuevas confrontaciones bélicas y de tensiones geoestratégicas y geopolíticas, también entonces se estaba viendo el espejismo de una paz duradera porque había quedado en pie solo una superpotencia.
Sin duda la diferencia entre los gobiernos autoritarios respecto a las democracias liberales modernas en las que funcionan como es debido los parlamentos, es que las primeras tienen la ventaja, caso de China no solo Rusia, de gobernar con mano dura sin casi oposición y lo más importante, con la ventaja de no tener que rendir cuentas a nadie.
Los errores del liderazgo europeo mostrando tal debilidad, por ejemplo, en el campo energético, que ha llevado a Alemania a apostar por las energías alternativas de manera prioritaria y bajando la nuclear a un 7% de contribución, es parte del mapa de dependencia del gas de Rusia. Porque más del 65 % del gas que importa Alemania proviene de Rusia, pero es el 100 % en la República Checa y Letonia; el 94,9 % en Hungría; el 85 % en Eslovaquia; el 54,8 % en Polonia; el 46 % en Estonia y el 41,7 % en Lituania. Significativamente, el 43,25 % del gas que importa Italia es ruso.
¿No es esta dependencia un error estratégico? Por supuesto que sí lo es, ya que cuando hay dependencia económica (la energía se considera una infraestructura básica para el crecimiento y desarrollo económico), lo que no se han preguntado los líderes europeos en los últimos veinte años, si esto era geopolítica y geoestratégicamente adecuado. Desde ya que, si Rusia hubiera sido un país al estilo democrático de Francia o Reino Unido, este problema no sería tal, porque lo único que buscarían las partes, son acuerdos comerciales que las beneficien por igual, caso, por ejemplo, de la industria alemana de precisión, tan demandada por otros países. Pero llevamos años, al menos desde el conflicto de Crimea, en que el liderazgo europeo metió la basura bajo la alfombra creyendo que Rusia no volvería a tener un afán imperialista. Desde ya que esta falta de previsión es desconocer la historia de Rusia, pero más grave aún, es desconocer los movimientos que llevaron a Europa a la Primera y Segunda Guerra Mundial, que sin duda la geografía y el expansionismo tuvo mucho que ver.
La reacción tardía en la geopolítica se paga caro
¿Qué hubiera ocurrido si antes del pasado lunes 21 en que el Parlamento Ruso reconociera la independencia de las regiones de población rusa de Ucrania, sumado a que el presidente ruso agravara el conflicto al asumir la soberanía de las “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, en el Donbás, se hubieran desplegado tropas a gran escala en la región de Polonia, Hungría y Rumania? Es decir, una auténtica demostración de fuerza de la OTAN, otro gallo cantaría.
Pero esto no se hizo, Biden ordenó que se movilizaron unos 3.000 efectivos en Polonia, nada más. Recordemos que Rusia está moviendo alrededor de 150.000 hombres.
Las últimas declaraciones de Biden previas a la invasión de la madrugada del 24 de febrero, mostraron más fragilidad que otra cosa, asegurando que daba por descontado que Rusia mantendría las posiciones en las zonas de influencia rusa en Ucrania y dando a entender que esto ya estaba descontado en el plano estratégico global. O sea, denunciamos desde la UE y Estados Unidos la invasión a un país soberano, pero al mismo tiempo damos por bueno que Rusia se defienda de los ataques ucranianos a sus ciudadanos pro rusos de esas regiones. Si esto no es debilidad entonces ¿qué es?
Cuando la llamada Crisis de los Misiles de octubre de 1962 el presidente Kennedy le hizo un embargo a Cuba para que no llegaran misiles soviéticos que amenazaban la posición estratégica de Estados Unidos en el hemisferio Occidental, Rusia finalmente se echó para atrás. Pero el presidente Nikita Krusoh vio que no solo perdía en la OEA (Organización de Estados Americanos) y en Naciones Unidas en cuanto a la victoria diplomática que obtuvo Estados Unidos, sino que lo que lo atemorizó al premier ruso fue la medida de fuerza con la que actuó el gobierno de Kennedy.
Esto es lo que nos tememos que no va a ocurrir en el presente, porque hay demasiada divergencia en los países de la UE respecto a la respuesta a dar, empezando por miembros del gobierno español que claramente critican cualquier posición que España adopte a pesar de que somos parte integrante de la OTAN y la cuarta potencia europea. O sea, no se puede mirar para otro lado.
Rusia no va a entender más respuesta que la fuerza y la determinación. No hablan ni nunca han hablado otro idioma que no sea el del temor al adversario, y solo se puede vencer en el campo diplomático cuando a su vez se está ganando en la posición estratégica de fuerza. A los chinos que aún hoy pesa el pensamiento de Mao Te Tung les va lo que este líder decía que “el poder está en la punta de un fusil”. No menos cierto es para los rusos, que recordemos que las purgas estalinistas mataron más rusos que los que cayeron en la Segunda Guerra Mundial.
Jugamos una partida que hemos iniciado desde Occidente con clara desventaja. Es hora de que aparezca un gran líder político (cuestión de la que a nivel global carecemos) que pueda patear el tablero de ajedrez y volver la situación a la posición estratégica anterior, siendo la única solución posible una disuasión basada en demostración de fuerza y determinación hasta que Rusia se vea obligada a ceder en sus intentos imperialistas, que lamentablemente, no van a finalizar con Ucrania. Esto se ve claramente venir como cuando se está esperando el gol en un partido en el que hay una abrumadora ventaja de uno de los equipos, tanto en el juego, como en la cantidad de jugadores en el campo. Parece como si en Occidente nos hubieran expulsado al menos a dos jugadores, por lo que es muy difícil mantener así el empate.
De un liderazgo efectivo se logran decisiones acordes con los retos y problemas a los que nos enfrentamos. No es tiempo de dubitación, ni debilidades y menos escuchar a voces que dicen claramente “no a la guerra” sin conocer exactamente el alcance de esta expresión.
Desde este Foro en que defendemos la libertad y siempre lo seguiremos haciendo, también defenderemos la utilización de todas las medidas diplomáticas que se puedan utilizar, porque jamás hay que rehuir al diálogo. Lo que sí no defenderemos son las posiciones pacifistas estúpidas que han demostrado a lo largo de la historia que lo único que se obtuvo de ellas fue doblegarse ante las tiranías, soportando el oprobio de la humillación, el odio, la discriminación y hacer de la justicia una auténtica burla como lo fue la llamada Justicia del Tercer Reich.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).