Mejor es dar que recibir

A las personas, a edades temprana, les gusta recibir; pero a medida que cumplen años disfrutan más cuando dan, sea en cosas, tiempo, cariño, etc. El sentimiento de una satisfacción profunda por saber que un compañero de trabajo, o que un socio o un familiar, cualquier persona de nuestro entorno al que nuestra forma de actuar le haga reconocer y agradecer nuestra actitud. En definitiva, es un crédito más que apuntamos en nuestra conducta. Esa por la que se nos valora.

Cuando Margaret Heffernan, autora y experta de reconocido prestigio mundial afirma que “la estrategia es poderosa, pero no tanto como la generosidad. Llámele Ud. la ventaja altruista”, está en línea con nuestra preocupación constante por lo que está sucediendo en el entorno y cómo nos afecta a personas y organizaciones. Como alguna vez los autores dijimos “¿Qué es lo que está pasando ahí fuera?”.

Siempre tenemos que ver el presente de manera de no olvidar cuáles han sido nuestros comportamientos en el pasado que nos han llevado hasta el punto en que nos encontramos hoy. Esto es válido también para organizaciones y personas.

Es una manera de revisión y control de lo actuado en las empresas, así como de introspección y revisión de nuestra visión interior (principios y valores) a escala de las personas.

Es por ello que Margaret Heffernan afirma que cuando Estados Unidos (país al que se trasladó para actuar profesionalmente) estaba atravesando una crisis económica hace diez años, aunque también había sido el primero de los grandes bloques en sortearla, a la que se sumaba una dura crisis política (basta recordar los problemas de Obama para aprobar los presupuestos federales); finalmente las catástrofes climáticas que afectaron a muchas regiones del globo y también a varios estados norteamericanos, no cabe duda que le preocupaba el impacto de dicha crisis a nivel personal.

Sin embargo, de esta composición de lugar que hace Heffernan, nos dice que, a pesar de todo, fue de lejos su mejor momento profesionalmente hablando. Y es por ello que se pregunta: “¿Qué es lo que habremos hecho para que las cosas nos hayan funcionado tan bien?” (habla en plural porque se refiere a que en conversaciones con otros colegas también tenían la misma sensación).

A continuación, dice: “¿Podremos hacer más aún para seguir en esta línea? No podemos identificar nada que haya cambiado. No ha habido ningún sector en particular que lo haya hecho, ni cambios en nuestros clientes”.

Es entonces que Heffernan desvela que en el momento en que empezaron ella y sus colegas a analizar por qué habían tenido un buen volumen de negocio, algo surgió en sus mentes, que no eran más que todas aquellas recomendaciones y referencias que les habían llegado vía contactos y buenas relaciones del pasado. Ese capital reputacional que no falla.

 

Bien en el pasado, bien en el presente

Digamos que (lo decimos nosotros) lo que ha estado bien hecho de nuestras acciones del pasado, bien hecho también estará presente en nuestras tareas profesionales actuales y futuras. En otros términos: el valor que nos den depende de cómo hemos actuado, incluso aunque nos cueste recordar, pero que hay personas y organizaciones que sí lo tienen muy presente. Esto se llama “reputación personal”, o sea, nuestro crédito profesional. ¡Y cuidado! Es un intangible muy valioso que en realidad no tiene valor. No es un galimatías, sino la explicación filosófica de una cuestión que es imposible medir en un estado financiero.

Ante la pregunta en qué valoramos este activo personal, el know-how, por ejemplo, de este mando intermedio, no hay regla fija (solo aproximaciones) que algunos autores hace ya algunos años intentaron evaluar a través de la consideración de lo que se entiende por capital intelectual.

Por ello Heffernan llama a este cambio que experimentó “la ventaja altruista” y nosotros la comparamos con la obsesión de los años 90 en pleno auge de la globalización, con la moda aquella de las “ventajas competitivas” de uno de los gurús más importante de esa década: Michael Porter. Y sorprende cómo 20 años después, lo que siempre hemos defendido como FACTOR HUMANO, va venciendo la batalla porque ya cada vez ocupa un mejor lugar en el salón de los trofeos, antes relegado únicamente a beneficios, resultados y organizaciones.

Heffernan parte de la premisa de que cada persona tiene un talento, potencial y es una promesa futura. Y sus colegas también creen que el secreto es haber tratado a todas las personas como si fueran importantes y serias, habiendo tenido la firme determinación, tanto Heffernan como su entorno profesional más próximo, a ayudar a otros toda vez que fuera necesario. Sin especulaciones. Bajar al rodeo. Dar sin más. No esperar a recibir nada a cambio.

Heffernan hace referencia a un autor del cual nosotros también damos réplica hoy, Adam Grant, cuyo libro “Give and Take” (Dar y Tomar) plantea esta cuestión del altruismo personal en nuestras actitudes en la vida personal y profesional hacia los demás. Sus argumentos, obviamente en línea con Heffernan, establecen el principio de que mucho mejor es dar (ser generosos) que recibir.

 

Generosidad no es altruismo

La generosidad no es un altruismo estúpido, sino que abre las puertas a mejores relaciones interpersonales y sin duda, mejora la eficacia personal y la eficiencia operativa. Hay mejor ambiente. Se crean espacios propicios para trabajar con cierto nivel de relajación, porque las personas comparten no solo espacio, sino expectativas, por lo que también saben que cuando se brindan a los demás (no solo dando sino animando, solidarizándose, etc.), están potencialmente siendo receptores de actitudes beneficiosas en el futuro, o mañana mismo, de cualquier miembro del equipo. Porque la conducta y el prestigio personal siempre, como el boomerang, hace que las buenas acciones vuelvan y con más fuerza.

Sostiene este principio, pensamientos como que especular “cuál será nuestro camino hacia la cima” finalmente no funcionan, en parte porque nadie puede ver tan lejos (crear su escenario futuro), pero también porque dicho cálculo muestra que tampoco atrae a los que damos, los que nos siguen o los que nos apoyan.

En su libro “Willful blindness” (Ceguera voluntaria) Heffernan argumenta que las más grandes amenazas y peligros a los que nos enfrentamos son aquellos que no vemos, no porque sean secretos o invisibles, sino porque estamos como ciegos frente a esos problemas.

Analiza este fenómeno y busca cuál es el rastro que nos impone esta actitud tanto en nuestra vida privada como laboral, e incluso dentro de los gobiernos y las organizaciones.

Se pregunta entonces: “Qué hace que prefiramos la ignorancia sobre un problema? ¿Por qué nos produce tanto miedo enfrentarnos a determinadas cuestiones? ¿Por qué la visión de algunas personas es de mucho más alcance que otras?” Y entonces, lo que debemos preguntarnos (coincidimos con ella): “¿cómo podemos cambiar esta situación?”

El libro explora cómo se desarrolla en nosotros esta ceguera voluntaria, para adentrarse después en cuáles son los mecanismos, estructuras y estrategias que tanto individuos como organizaciones pueden utilizar para combatirlos.

Heffernan es un referente claro en cuanto a que hay que admitir sin miedo alguno, que estamos en un momento de la sociedad actual tan invadida por la acelerada innovación tecnológica, en la que hay que dejar espacio para la reflexión. Que es imprescindible reconocer al otro y brindarnos de manera desinteresada para mejorar todos como comunidad de individuos (empresa, sociedad, etc.).

La esencia del éxito organizacional hoy día, más aún después de la pandemia y en el florecimiento del trabajo remoto, es que cada persona en la organización, esté en presencia física o de manera remota, conforma esa comunidad de individuos que da sentido a la organización y a la persona el sentido de pertenencia.

Al mismo tiempo, esta visión que se circunscribe más al aspecto íntimo de nuestros valores y principios, Hefferman plantea ya a nivel macro por qué nos cuesta enfrentarnos a cosas que no deberían producirnos miedo. Nosotros agregamos, que, justamente los buenos líderes enseñan a que las personas sean más desinteresadas y al mismo tiempo, que no sientan temor para enfrentarse a los desafíos.

Tener en nuestra contribución de hoy como meridianos geográficos a Heffernan y Grant, es una contribución para que nuestros lectore/as reflexionen sobre cada situación particular por la que están atravesando, sea en el ámbito laboral o personal para ver con qué están contribuyendo a mejorar las relaciones interpersonales, en todos los ámbitos de la vida. Pero especialmente es importante, en los equipos de trabajo, porque cada vez que nos hemos referido a colaboracionismo profesional, sin una mínima cuota de entrega, de brindarse por el otro, por ese “altruismo” de Heffernan, no habría una relación humana con el caudal suficiente de emociones y sentimientos que impulsen a un grupo humano a cumplir los objetivos.

Si Ud. es una persona innatamente generosa, le fascinará la tesis de Grant surgida de su investigación que evidencia el aspecto científico que se esconde en la psicología individual cuando una persona da, o se brinda desinteresadamente.

Explica cómo los que son generosos y se brindan hacia los demás con frecuencia salen “quemados” de alguna mala experiencia, aunque se recuperan de ella. Grant dice que él lo ha experimentado y sentido. Los autores también no estamos exentos de nuestros éxitos y fracasos del pasado, pero seguros que la reputación personal por la que hemos luchado tantos años sigue bien valorada. Desafiamos a nuestros lectores a pensar en cuál será hoy la acción altruista del día sin esperar nada a cambio. Probablemente los efectos no sean inmediatos, pero estamos seguros que antes que después recogerán una buena cosecha porque las personas siempre se acuerdan de esas buenas acciones.

 

Artículo coordinado por José Luis Zunni, presidente y CEO del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL), director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y presidente honorario del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL) y también autor del libro ‘El Cubo del Líder’.

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