Caer está permitido; levantarse es obligatorio

Si tropiezas, que sea para avanzar el doble con la nueva zancada. Si caes, que sea para rebotar y volver al paso firme. Pero si recaes, no pasa nada, está permitido. Levántate y anda, como dijo el protagonista del Nuevo Testamento.

La vida nos pone obstáculos constantemente, pero pueden ser algo vital. Por tanto, no hay que preocuparse demasiado porque en definitiva todos esos límites, también fronteras, son las claves que nos hacen crecer, siempre que se afronten de una manera sana e inteligente. Es por ello que como dice un proverbio “caer está permitido, pero levantarse es obligatorio”.

De la misma manera que cuando vamos caminando por la calle y tropezamos con una saliente que hay en la acera, entonces caemos y sentimos un apuro, vergüenza, seguramente algo de dolor por el golpe, pero lo peor que puede sucedernos es tener la sensación de haber hecho el ridículo. Pero finalmente constatamos que estamos enteros, un poco sucio el pantalón, que fue el más afectado, y esbozamos una sonrisa porque somos conscientes que la cosa pudo haber sido mucho más grave. No hay lesiones.

Lo que sí es cierto es que cuando nos ocurre una situación como la descrita, nos es desagradable tanto física como anímicamente, especialmente si nos han visto algunas personas. Pero son cosas que suceden e inevitables.

También es cierto que cada día que nos levantamos y nos sentimos bien, que sabemos que estamos bien considerados en nuestro trabajo, nos da impulso para seguir con las tareas que tenemos en la agenda a pesar de las dificultades, tiempos dedicados al esfuerzo, viajes, poco descanso, etc.

Tanto la primera de las situaciones que nos sucede (caernos en la calle) como la segunda de ellas (ser conscientes de que se nos reconoce y nos seguimos esforzando por ello) existen y sin duda se retroalimentan. Porque nuestra psicología individual funciona con la energía que generamos, así como la que perdemos, siempre en busca de un equilibrio entre ambas, que nos permitan finalmente ser eficaces en lo que hacemos y especialmente, sentirnos satisfechos por el trabajo realizado.

Aprender a levantarse

Para nada es una cuestión menor aprender a levantarse. Si se toma la caída como una experiencia de la cual se aprende, los problemas se convierten en oportunidades. De ahí que, prepararse para posibles caídas no quiere significar que nos sintamos perdedores. Muy por el contario, seremos previsores de circunstancias adversas que sabemos pueden llegar. Si aprendemos de los errores, si nos levantamos cuando hemos caído, no significa que estamos haciendo gala de que somos perdedores, sino que estamos aprendiendo a comunicarnos con nosotros mismos (los inputs de la experiencia por más dura que sea) y con los demás.

Esta preparación mejora nuestra percepción de las cosas. Nos ayuda a protegernos, a ganar control sobre nosotros mismos y las circunstancias, y a ver los puntos débiles propios y ajenos.

Desarrollar el arte de caer y levantarse es aprender a recibir presiones, ataques sorpresa en la vida cotidiana. Aprendemos a apreciar lo instintivo e intuitivo de nuestro cuerpo y saber recuperar nuestro propio centro de energía y equilibrio.

Cuando escuchamos aquello de que la vida es como una historia a la que le vamos poniendo y quitando personajes, a veces por exigencias, aunque no sea nuestra voluntad y otras porque es nuestro deseo, no deja de ser una buena aproximación a lo que realmente es la existencia de cualquier persona. Pero si bien puede haber historias más interesantes que otras, nuestro deber es tratar de convertirla en un best-seller. Que por más vicisitudes que hayamos tenido, lo importante es que sintamos que haya valido la pena vivirla. Que cualquier persona la pueda leer como un libro.

Finalmente nos arrepentimos de las cosas que no hicimos, de las decisiones que no tomamos, de la falta de valor que tuvimos en determinado momento para hacer un cambio. Dejamos pasar oportunidades por exceso de prudencia y por los miedos que siempre nos aguardan a la vuelta de la esquina: “qué van a decir de nosotros…no qué van a pensar de mí”, preocupándonos demasiado por lo que los demás piensan sobre cómo somos y nuestras acciones, en vez de preocuparnos por cómo pensamos, qué queremos hacer, por qué respetamos determinados principios, etc.

SholomAleichem (1859-1916) que fue un novelista y autor de obras de teatro como “El violinista en el tejado”, afirmaba que “la vida es un sueño para los sabios, un juego para el tonto, una comedia para los ricos, una tragedia para los pobres”. Su visión pesimista igualmente la rompía al señalar que la sabiduría era la única que nos permitía soñar. La propia filosofía de la China antigua sostenía que era más valeroso el general que no llegaba a librar la batalla, pero igualmente ganaba, por negociación, demostración de fuerza y una estrategia demoledora, lo que le configuraba la categoría de sabio.

En la vida diaria, las personas sabias saben ganar sus batallas sin ruido ni aspaviento. Logrando lo más difícil que es, que todo el mundo está contento con ellos, ya que entonces seguramente han hecho y cumplido muchos compromisos en la vida. Del mismo modo, si nos produce felicidad la relación con todas las personas que tratamos habitualmente, tanto a nivel de trabajo como personal, seguramente hemos ignorado muchos defectos de los demás. Otra forma de aflorar la sabiduría.

Sir Winston Churchill decía que “el coraje es lo que nos hace poner de pie y hablar. Pero tener coraje es lo que hace que también nos sentemos y escuchemos”. Y los maestros chinos e hindúes siempre han enseñado a sus discípulos la sabiduría de escuchar y aprender, incluso tratando de emular las virtudes del maestro.

La sabiduría también tiene otra faceta, el saber escucharnos los unos a los otros, lo que no parece que sea un deporte nacional en ninguna sociedad, porque bastante tiene cada persona con sobrellevar la carga de sus problemas, responsabilidades, etc. para vivir su vida y desarrollar su familia.

Pero la sabiduría es también la habilidad para aprender del cambio, no sólo adaptarse a él. Algo así como ser conscientes que la felicidad no está en otro lugar, sino en el lugar en el que habitamos o con quiénes la compartimos. Y es este lugar y a esta hora…no en otra hora, porque saber distinguir también la oportunidad, así como el espacio en el que convivimos, también forma parte de la sabiduría. Porque son muchas las personas que creen que conocen todo lo que el sitio que ocupan le es capaz de dar y que tienen todas las horas del tiempo a su disposición. Ni lo uno ni lo otro.

Lo ha definido con su habitual maestría el poeta, escritor, ensayista y humanista estadounidense Walt Whitman (1819-1892), que ha sido una de las más influyentes personalidades de la cultura norteamericana: “la felicidad no en otro lugar… pero en este lugar. No en otra hora… pero a esta hora”.

Sabiduría también es comprender las auténticas profundidades de nuestra vida que no por más larga será más profunda. Saber buscar en los espacios recónditos de nuestra alma y espíritu, mentalizándonos sobre qué cosas debemos cambiar y qué tesoros guardar.

Se da la paradoja que las cosas más importantes en la vida no son cosas tangibles ni materiales, sino que están en ese valor inconmensurable que son amor, cariño, compromiso, entrega, desinterés y lealtad. Auténticas reliquias del ser humano que determinan y condicionan el carácter de las personas de bien. Saber valorar a tiempo en la vida lo que realmente debe importarnos, es el mayor o menor nivel de sabios en que nos convertiremos.

José Luis Zunni. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’.

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