¡Derribe el muro, Sr. Scholz! Un muro de conformismo y falta de liderazgo político que aburguesa a la Unión Europeo desde hace décadas. Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, lo gritó ayer 17 de marzo en el Parlamento alemán, donde pronunció un discurso por videoconferencia. El líder ucraniano formuló duros reproches contra Europa y contra Alemania, y advirtió de un nuevo muro en Europa. Y es que se busca un líder para Europa, para la Unión Europea y para Alemania.
Olaf Scholz, el canciller alemán, es el llamado a tal destino europeo. Salió de las faldas de Angela Merkel, pero ante la crisis militar ha crecido su figura. Reivindica una nueva era de liderazgo en Europa, con una Alemania y una Europa rearmada para la paz y con políticas comunes más fuertes. ¿Será el líder que Europa necesita?
“Estimado canciller Scholz: ¡destruya este nuevo muro! ¡Ayude a detener esta guerra!”, solicitó ayer Zelenski a los parlamentarios alemanes recordando la petición de Ronald Reagan en 1987 para pedir la caída del muro de Berlín. Pues ahora le toca a los alemanes evitar que Rusia construya un nuevo telón de acero en Europa. Por ello Zelenski expresó lo que muchos europeos piensan: “La vacilación occidental hizo posible la guerra”.
El heredero de Merkel
Las herencias políticas no necesariamente condicionan al líder que ocupa el sitio de su predecesor, pero con frecuencia ocurre que la imagen del político relevado es tan fuerte, que el sucesor queda un poco encorsetado hasta encontrar su sitio. Esto le sucedió a Olaf Scholz, que es canciller de Alemania desde 2021. Scholz ha sido vicecanciller durante tres años de una poderosa líder como Merkel con 31 años de carrera política de los cuales 16 fueron como canciller.
Siempre hemos sostenido desde esta tribuna que los retos, y especialmente las dificultades, colocan en la posición que deben tener los líderes que van surgiendo como por una ley de gravedad política, porque hay que ocupar espacios. Y el de la Unión Europea, por un auténtico giro del destino mundial, ha puesto nuevamente a Alemania y a su canciller en posición de tomar decisiones trascendentales para Europa y el mundo.
Es evidente que el primer paso en estas decisiones de la OTAN lo ha dado siempre Estados Unidos, pero la Guerra de Ucrania ha puesto también en lugar preferente a un Olaf Scholz más bien discreto (quizás gris lo definiría mejor) tomando iniciativas críticas como dar el primer paso en el envío de armas para ayudar a Ucrania e incrementar los presupuestos de defensa, acción que ha sido inmediatamente seguida por otros actores relevantes de la UE como son Italia y España.
Hechas estas aclaraciones, la cuestión que nos ocupa hoy es si las naciones europeas y la misma OTAN fueron coherentes con aquel legado que recibieron de generaciones anteriores en las que la organización atlántica se ganó un respeto y fue la garantía para que simultáneamente reinara la paz en toda Europa, junto al invalorable proceso que fue la construcción del viejo Mercado Común del Tratado de Roma de 1957.
La única forma posible que los “Padres Fundadores” de Europa encontraron para garantizar la paz en el Viejo Continente era el desarrollo económico y social después de tantos años de guerra y destrucción. O sea, los antecedentes de la UE del 57 que nos lleva al Maastrich del 92, cuentan con el aval de defensa de la Alianza del Atlántico Norte. Es imposible desvincular la paz y crecimiento europeo de los últimos 70 años sin estos dos actores fundamentales. Esto es algo que forma parte de la historia y es inapelable.
Pero veamos qué ha sucedido en el tablero mundial geopolítico y geoestratégico. ¿Qué implicancias tiene la actual Guerra de Ucrania en la fuerzas y tensiones de poder mundial? ¿Se está desplazando el centro del equilibrio mundial del Atlántico al Pacífico? ¿Es finalmente el eje Rusia-China un contrapeso demasiado grande para el eje occidental que siempre ha representado Europa y Estados Unidos?
El antes y después
Ucrania nos está señalando un importante cambio en la gobernanza global. Cuando Putin en 2007 hizo un encendido discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich, surgía la pregunta de si el ciclo de dominio norteamericano había llegado a su fin y, como siempre, se negaba una y otra vez, porque ni siquiera habíamos llegado a la Crisis Financiera Internacional de 2008-2009, que también obligó a trastocar aspectos normativos y regulaciones de un mercado capitalista que había mostrado la cara negra de los abusos y escándalos financieros.
Pero la realidad es que la intrusión rusa en Ucrania de alguna manera está poniendo fin a un ciclo de clara dominación estadounidense y esta nueva situación de tensión estratégica evidencia que el fin de la ascendencia estadounidense socava la arquitectura de la gobernanza y la seguridad globales, así como esa herramienta siempre favorita del Pentágono en cuanto al valor que la disuasión tiene en el equilibrio estratégico.
Ya hace unos años veníamos denunciando desde esta tribuna, especialmente ante la gran Crisis Financiera de 2008-2009, que debía hacerse un ajuste de orden mundial en términos no solo económicos, sino también geopolíticos. Y en este punto entran en colisión las bondades europeístas del Estado del Bienestar sin una política de defensa común, ya que siempre Europa descansó de manera muy ingenua porque tenía las espaldas cubiertas con el padrino americano, en contraposición a una cultura netamente armamentista y de expansionismo latente que finalmente volvió a florecer primero en Crimea en 2014 y ahora en Ucrania.
Y esta posición estructural europea es lo que ha provocado una ceguera monumental en cuanto a los nuevos órdenes mundiales que surgieron con un Asia-Pacífico poderoso, con países con una capacidad de innovación tecnológica sin precedentes, y, como no podía ser de otra manera, el país de mayor extensión del planeta y rico en recursos naturales, después de años de reacomodación de su economía a partir de la disolución de la URSS, el líder que viene dirigiendo los destinos de Rusia desde hace 22 años, ha dado un paso al frente para cambiar lo que se conoce como “fuerzas disuasorias para el equilibrio estratégico de defensa”. Y, aquí, todos salimos perdiendo, pero especialmente Europa a la cabeza.
Los analistas y expertos ven que hay un mapa mundial de un equilibrio muy precario. Llega la invasión a Ucrania y los actores mundiales occidentales de mayor peso se preguntan si realmente se pretende dar un giro a la gobernanza. Estamos en un mundo digital interconectado y existe una compleja red de conexiones, como en el caso del oleoducto Nord Stream 2, donde los oponentes juegan un papel integral. Hay que recordar que Nord Stream 2 es un gasoducto de gas natural de 1.234 km desde Rusia hasta Alemania que atraviesa el Mar Báltico, financiado por Gazprom y varias compañías energéticas europeas. Se inició en 2011 para expandir la línea Nord Stream y duplicar la capacidad anual a 110 mil millones de m³.
O sea, que la debilidad energética europea nos muestra con un nivel de vulnerabilidad que tanto rusos como chinos pueden capitalizar. Y, realmente, si bien desde este Foro no estamos por ninguna guerra, no somos tan ilusos como para pensar que el tablero de ajedrez mundial no está posicionando a las piezas blancas en manos de Rusia. Pretender desde Occidente que con sanciones como aislar a Rusia de SWIFT o negar el acceso al espacio aéreo, es en cierto sentido sugerir un desmoronamiento acelerado de la conectividad global.
El papel de Internet
Sin duda la gran red que es Internet está siendo el foco para lo bueno y para lo malo. Su objetivo fundacional e ideario cuya base conceptual es un sueño milenario de un mundo de democracia, economías de mercado y bienes comunes globales no parece calar como nos gustaría a los occidentales en el resto del planeta. Pero parece que hay algo que está mal en este orden que está siendo jaqueado. Estamos volviendo al concepto de soberanías nacionales vs. globalización y a un potente divorcio entre democracias y autoritarismo, lo que era un poco el karma antes de la disolución de la URSS en 1991.
Las disidencias dentro de la OTAN pueden ser explotadas muy bien por Rusia. Hay nuevas fracturas que pueden ralentizar la cooperación, como cuando los europeos hablan de soberanía digital y valores europeos. Cuidado a esa obsesión de que somos en Occidente el centro del mundo, y en particular Europa es la cuna de Occidente. Si bien históricamente es una verdad absoluta, también sabemos que la historia no espera a nadie. Que Europa se ha quedado creyendo que con su defensa de los valores y democracias liberales sería la garantía definitiva de que el progreso y la paz reinarían en muchas décadas por delante.
Pero también la propia historia, por ejemplo, en cuanto a la autonomía estratégica, ha sido un sueño para algunos desde De Gaulle, pero sigue siendo poco realista. Porque no lo somos energéticamente hablando, pero la situación actual nos recuerda que tampoco lo somos en materia de defensa.
El estado de derecho y las normas para el comportamiento responsable son las que queremos que prevalezcan y también las que han gobernado Europa desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Pero esta gobernanza está siendo puesta en cuestionamiento a partir de la invasión de Ucrania, porque los líderes europeos no están acostumbrados a ninguna confrontación más que las del mercado, de derechos humanos, justicia universal, etc.
Las que son confrontaciones bélicas no entran en el ADN de los líderes europeos actuales, y nos parece bien, porque no queremos hacer la guerra. Pero muy diferente es ser fuertes y cuidar todas las fronteras de la OTAN y la UE con una buena demostración de poderío militar que equilibra ese poder estratégico disuasorio de defensa del cual actualmente se está aprovechando Putin.
Los responsables de formular las políticas de defensa en la Unión Europea han estado mentalmente atados a la OTAN, pero no se han preocupado, especialmente, por la influencia, aunque ingenua participación de líderes políticos tanto en gobiernos como en la oposición en todos en los 27 estados miembros de los socios de la UE, en que la defensa no entraba en ningún escenario. No se identificó desde el diseño de políticas europeas el verdadero problema al que potencialmente estábamos enfrentados. Y antes o después iba a ocurrir. Durante 30 años, los estadounidenses se han dado el lujo de no tener que pensar seriamente en la estrategia, lo cual también ha sido otra ingenuidad, creyendo que Rusia se iba a conformar con ser reconocida como una potencia regional. Desde ya que Washington lleva años focalizando todas sus acciones en función de Pekin.
Ucrania podría ser la ruptura brusca que obligue al reexamen necesario para un mundo muy diferente. La pregunta es si los líderes europeos dan la talla.
Medio Oriente y África del Norte
No solo hay que mirar el corto plazo en cuanto a los efectos de la invasión rusa, sino el medio y largo. En este escenario más dilatado de tiempo entran actores fundamentales que son las regiones siempre calientes de Oriente Próximo y África del Norte, que va a provocar nuevos alineamientos geoestratégicos, con consecuencias que podrán traer aparejado un agravamiento de la inseguridad alimentaria sin que podamos excluir de estas nuevas circunstancias confrontaciones bélicas y diversos tipos de conflictos regionales.
Y la cuestión dependerá en cuanto al posible desencadenamiento de nuevos conflictos, la duración de la Guerra de Ucrania, porque no es lo mismo que se prolongue un año a que se llegue a un alto el fuego en pocas semanas, aunque las condiciones para Ucrania no le sean para nada favorables.
También hay que tener en cuenta que Irán y Siria adoptaron posturas previsiblemente antioccidentales, abiertamente demostrados por Bashar al-Assad cuando declaró que Siria reconocería la independencia de dos regiones separatistas respaldadas por Rusia en el este de Ucrania, y el ministro de Relaciones Exteriores de Irán dijo que la crisis está “arraigada en las provocaciones de la OTAN”. O sea, que estamos confrontando cada vez más dos visiones opuestas del mundo. Y esto no es precisamente una garantía para la paz.
Justamente, esto requiere de buen liderazgo, líderes políticos a la altura, pero sin un exceso de ese pacifismo que se nutre de que todo lo que Occidente hace es bueno y el resto del mundo está equivocado. No es así como se debe liderar. Liderar efectivamente es partir de la base de la discrepancia y valores diferentes como también distintas son las visiones que se tiene sobre un problema o un desafío.
Israel ve a Rusia como un socio importante, y los emigrantes rusos son un electorado importante en el electorado israelí. Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar ven a Rusia como un importante productor de energía y como una fuente potencial de armas, inversiones y otros bienes. Han expresado su preocupación, pero han evitado culpar a Rusia. El emir de Qatar está tratando de aprovechar las relaciones con las partes de ambos lados del conflicto para mediar.
Condenar o no condenar la invasión
Como el drama de Hamlet “Ser o no ser, esta es la cuestión”, la negativa a condenar la invasión a Ucrania parece ser un claro reflejo de la nueva estrategia de cobertura de las potencias consideradas regionales y que juegan con dos cartas simultáneamente: por un lado, permanecer alineadas con Estados Unidos, pero al mismo tiempo evitar una confrontación con China o Rusia.
Esto suena a la metáfora del perro que, cruzando un arroyo con un pedazo de carne en la boca, al verse reflejado en el agua, también quiso dar bocado a ese reflejo y se quedó sin uno y sin el otro. Pero claro está que, en la cabeza de todos los actores, más importantes y lo que son menos, es en cuánto terminará afectando el aumento de los precios del petróleo. Que hasta cuándo se dilatará la recuperación económica mundial después de que cuando recién en el inicio de 2022 nos estábamos aproximando a escala mundial a los datos macroeconómicos previos a la pandemia, este impulso ha sido abortado repentinamente por esta Guerra.
De cómo se gestione en las fronteras de la OTAN desde el punto de vista estrictamente defensivo, de despliegue de fuerzas como ya se está haciendo, será la cortapisa para que Putin no se vea tentado a nuevas aventuras bélicas. Aunque duela decirlo, la valentía del pueblo ucraniano no solo está demorando al gigante y destructivo oso ruso, sino que le hará seguir repensando en que las fronteras entre Rusia y Europa, habida cuenta de lo que ocurra en Ucrania, están bien como están. Pero deberemos defenderlas con una muy buena demostración de capacidad militar sin complejos, porque lo que los líderes europeos deben tener en cuenta es que Putin no los tiene: nos referimos a los complejos y, peor aún, los escrúpulos, porque arremete contra población civil y está queriendo destruir todo a su paso, como lo viene demostrando.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).