Les McKeown, el hombre de las Palabras Poderosas

Cada vez que aparece en el firmamento de las organizaciones el nombre de Les McKeown, siempre se produce una revolución silenciosa en el ámbito del liderazgo y el management.

La razón es muy sencilla: incluso con simples pinceladas sobre cualquier aspecto que trate, tiene el don de ir tan en profundidad, que termina siendo un giro en el pensamiento de muchos líderes.

Porque estamos seguros, de hecho lo hemos comprobado a lo largo de sus valiosísimas aportaciones, que muchos líderes que a diario dirigen personas y equipos, gracias a Les McKeown terminan dándose cuenta de que hay un enfoque que no habían tenido en consideración, o que a veces, lastimando el propio ego que todos tenemos, nos echa luz en algunas vertientes de análisis que ni siquiera se nos había ocurrido.

Les McKeown es a las organizaciones y sus dirigentes, como la ley de la gravedad: sabemos que está ahí, pero no siempre comprendemos todo su alcance. De ahí, que desde esta tribuna ayudemos a comprenderlo.

En primer lugar, nos parece que centra muy bien la temática en su última aportación doctrinaria que titula “Las 20 palabras más poderosas en los negocios”, aclarando en el subtítulo, que “esta  simple oración debería ser su nuevo lema personal. Lo mantendrá productivo y su negocio encaminado”.

Veamos a qué ser refiere por palabras poderosas:

– Señala que el éxito en los negocios es relativamente simple, porque es cuestión de tomar buenas decisiones con más frecuencia que las malas decisiones, para ganar.

– También aclara que, si se toman demasiadas decisiones malas con frecuencia, también sucederá lo contrario, o sea perderá.

Como diría cualquier profesor de Escuela de Negocios, son verdades tan simples que incluso al escucharlas por primera vez, empezamos a cuestionarlas. Justamente esto es lo que Les McKeown logra con su sencillez, el arma más poderosa de su metodología.

Por ejemplo, él cree que si la pregunta que una persona se hace y/o formula a otra persona ante un reto, o un problema, con la expresión ¿es simple esto?, si la respuesta es que sí, inmediatamente a continuación debe venir la pregunta obligada: ¿es fácil?

Nuevamente la respuesta nos da una pista de cómo responde la persona y en general la conducta humana, ya que si la respuesta es que efectivamente no es fácil, y se dice expresamente que no lo es, nos encontramos frente a una situación diferente, ya que el pensamiento ha dado un paso más.

Porque este pensamiento (nuestra atención puesta al 100%) sobre la cuestión observada y/o bajo análisis, nos ilustra advirtiendo del por qué de esta dificultad, en dónde subyace, si es que no lo vemos, tal dificultad.

Les McKeown aclara también un punto esencial, aunque en realidad es siempre discordante, ya que cree que a medida que “su negocio crece y se vuelve más complejo, más y más personas se involucran en el proceso de toma de decisiones”.

Y este es el punto crucial del análisis de Les McKeown que suscribimos y ampliamos.

Sin duda, entre las variables que debemos introducir en este modelo que estamos describiendo, partiendo de la base que es una simplificación a veces muy grosera de la realidad, no por ello menos válida en cuanto a destacar lo que realmente nos importa comprender de dicha realidad.

Esta es la finalidad de los análisis, a los cuales Les McKeown, y nosotros ahora, queremos retorcer hasta sacarle máximo provecho.

Porque al introducir la variable tiempo, que es universal y válida para todo tipo de negocio, especialmente para los que están iniciando una nueva actividad, cobra fuerza eso que él describe como instinto.

¿A qué se refiere?

A que todos los emprendedores y todas las personas que tienen madera de empresarios que saben que deben asumir riesgos, la mayoría de las veces lo hacen bien, aunque Les McKeown sopesa especialmente en los inicios el esfuerzo personal al que la ayuda fundamental la propia inteligencia, formación y experiencia.

Sabemos que de las experiencias iniciáticas un altísimo porcentaje sale mal. Pero coincidimos con él en que es sólo la persona y su instinto, y la mayoría de las veces, esa persona y su instinto lo hacen bien, lo que significa que su negocio crece y tiene éxito.

Pero la contrapartida es que crecer significa agregar personas y complejidad. Esto implica tomar las mismas decisiones pero en las que intervienen más opiniones (personas), más egos, más o menos empatías y un largo etcétera.

De ahí que también nuestra coincidencia con Les McKeown, que antes que un directivo se dé cuenta, las decisiones más importantes no las toma solo, sino los equipos, algunos de los cuales lo incluyen y otros no.

Y en esta falta de inclusión (generalmente falta de cohesión) y no menos importante, un liderazgo de perfil muy bajo del máximo responsable de la organización, que por no desairar a nadie peca más por omisión que por acción.

Las decisiones cuando se suman personas porque la organización ha crecido, deben ser tenidas muy en cuenta en cuanto al proceso decisorio, cómo se ha implementado, si han sido consideradas todas las opciones, si han estado formando parte aquellas personas que son fundamentales por su conocimiento de la organización, o los procesos o los productos o especialmente, los clientes con los que se está teniendo una negociación.

Qué es lo novedoso que aporta

Hace una descripción bastante próxima a la realidad, especialmente los que estamos acostumbrados a formar y capacitar equipos.

Dice que todo el mundo descubre rápidamente, que generalmente los equipos apestan a la hora de tomar decisiones de alta calidad de manera constante.

Esto que describe como “equipos que apestan” va desde personalidades tóxicas hasta “emperadores” de opinión que por hacer prevalecer una posición pueden enterrar un proyecto.

Cuando Les McKeown lo atribuye a “agendas ocultas,  puntuación pasivo-agresiva, acoso manipulador, desapego hosco” está describiendo muy bien las formas en que los equipos pueden arruinar el simple proceso de tomar una buena decisión, que en realidad son innumerables, y también lo son las soluciones sugeridas.

Equipos disfuncionales

Les McKeown dice que se han elaborado un sinfín de libros, talleres y herramientas de evaluación (incluido el suyo), cada uno de los cuales pretende resolver el problema de los equipos disfuncionales.

La posición que vemos adopta es también compartida por nosotros, en cuanto a creer que toda “esta basura” puede erradicarse con el uso consciente de una declaración simple de 20 palabras, a lo que él llama “El compromiso empresarial”.

Y debe ser respetado por lo siguiente:

“Cuando trabaje en un entorno de equipo o grupo, colocaré los intereses de la empresa por encima de mis intereses personales”.

Esta simple declaración de intenciones, según Les McKeown, “es de hecho una rúbrica muy poderosa que mantendrá a su equipo enfocado en la toma de decisiones de alta calidad”.

Una declaración que hace una declaración

Nos parece muy interesante como lo ejemplifica Les McKeown y para ello se introduce en el ámbito médico.

Nos dice que pensemos en un equipo de alto rendimiento como es un grupo de cirujanos altamente capacitados reunidos alrededor de un paciente en la mesa de operaciones: poca distracción innecesaria, concentración total, datos de alta calidad, análisis preciso, apoyo mutuo y ejecución clínica.

Y el razonamiento nos lleva como Les McKeown a otra pregunta clave

¿Por qué esta imagen es tan diferente de la escena en la mayoría de las salas de juntas?

Desde ya que pone el dedo en la herida, porque tanto su experiencia (lo dice claramente) como la nuestra, sabemos que no es porque las personas involucradas sean menos capaces o estén menos comprometidas. Se debe a que es simplemente que el “paciente” no está claramente definido.

Les McKeown nos señala que el cirujano en un quirófano, no tiene duda alguna de a quién debe atender. Para un ejecutivo en la sala de juntas, el “paciente” (el negocio) es amorfo, indistinto y, a veces, olvidado por completo.

A partir de aquí su tesis cobra fuerza

El Compromiso Empresarial de manera simple; pero poderosa, mantiene el enfoque de todos en lo que es verdaderamente importante: las necesidades de la empresa en su conjunto.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Ximo Salas, miembro del comité de dirección de Demuestra.com

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