Un Mundo Feliz sólo es posible en un Mundo Seguro

“¿Y si este mundo fuera el infierno de otro planeta?” No es un pensamiento muy positivo. La frase original es de Aldo Huxley en su libro ‘Un Mundo Feliz’; pero ¿quién no ha pensado algo similar durante el último mes viendo algún Telenoticias o escuchando a nuestro Presidente?

Cuando nace el miedo, se derriten los cimientos de nuestra vida. El miedo surgido por la incertidumbre y el riesgo es el ácido que corroe la base de las sociedades modernas, porque se basan en la cultura de la confianza. Nos fiamos de nuestros vecinos, de nuestros policías, de nuestros médicos, de nuestros jueces.

La Economía es confianza

La confianza la ejecutamos a cada momento, cuando arrancamos el coche tras ponerse en verde el semáforo o cuando el camarero nos dice cuánto cuesta las copas que tomamos en el bar. La confianza está en pagar el carro de la compra en el supermercado o en asumir las domiciliaciones del gas, el agua, la luz o el teléfono. Somos hombres y mujeres de fe.

También lo son las economías modernas. Todas las economías se miden con una métrica que se llama dinero, porque todo lo que se compra y se vende tiene un precio de referencia. Pues bien, el dinero no tiene valor en sí mismo; sino que es un producto fiduciario. Se basa en la confianza. El precio del dinero lo marca la confianza en que el país o banco central que lo respalda respaldará el valor facial del billete, de la cotización de la divisa.

La fe es lo que nos permite vivir en sociedad: confiar en que, si alguien golpea mi coche, habrá una reparación económica o mecánica; confiar en que, si caemos enfermos, un médico acudirá a casa a curarnos; confiar en que, si algún familiar fallece, los gastos del deceso estarán cubiertos y el servicio estará organizado por un profesional; que, si me quedo sin trabajo y sin ingresos, alguien seguirá pagando mi hipoteca.

Sistema de compensaciones

Siguiendo con las reflexiones de Huxley: “El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás”. Y para garantizar esas libertades, de nuevo es necesario un sistema de compensaciones que alivie las incertidumbres propias de un mundo que a todo le pone precio.

Huxley: “El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás”.

Ese sistema de compensaciones se llaman garantías. Garantías de que todo aquello que suceda a nuestro alrededor no va a tener influencia en nosotros. Es verdad que el llamado ‘estado bienestar’ nos aportó a los europeos tras la Gran Guerra un sistema de convivencia envidiado en el mundo entero: educación obligatoria y gratuita, sanidad universal y gratuita, seguridad ciudadana, seguridad jurídica, suministros esenciales garantizados, vivienda, salario mínimo, democracia, separación de poderes, subsidio de paro, servicios sociales, etc.

Ese sistema se perfeccionó con el llamado ‘Mundo Seguro’. Se trata de un sistema de aseguramiento que permite allanar los riesgos inherentes a cualquier actividad social, mercantil o humana. Los seguros obligatorios son una imposición social para garantizar la confianza de los ciudadanos. El seguro obligatorio en la circulación de vehículos, barcos, aviones o transportes generan seguridad. El seguro de responsabilidad civil facilita la actividad social, cultural y hasta de vecindad. El seguro del hogar favorece nuestra vida; pero, sobre todo, la de nuestros vecinos, comunidad de vecinos y la de nuestro banco (hipoteca). El seguro de crédito garantiza la actividad mercantil de millones de empresas.

Los Decesos a prueba

El seguro es de los pocos negocios no cíclicos y necesarios en momentos de máxima siniestralidad, como la que ahora vivimos en la pandemia sanitaria motivada por la expansión global del coronavirus. Ya que el Seguro de Salud, el Seguro de Hogar o el Seguro de Decesos han sido puestos a prueba en un momento tan duro.

La asistencia sanitaria, la asistencia en el hogar y los servicios funerarios están trabajando más allá de cualquier modelo predictivo. Ningún actuario habría podido predecir un modelo de la máxima exigencia como la que ahora atravesamos. Pero (¡Gracias a Dios!) teníamos un sistema asegurador robusto, eficiente y capacitado para hacer frente a una emergencia general tan exigente como el actual.

En España, dos tercios de los servicios funerarios están cubiertos por seguros de decesos. La cultura de ‘los muertos’ está muy enraizada en la sociedad española, con una penetración de mercado del 47 %, según el informe ‘Estamos seguros’ de la patronal del sector Unespa.

La póliza de decesos cubre todos los servicios relacionados con el enterramiento o incineración. Ayuda a las familias con las gestiones legales posteriores a la muerte (registros, herencias, pensiones, etc.) y representa el 13,3 % del gasto familiar en seguros. Las aseguradoras Santa Lucía y Ocaso copan más de la mitad del mercado.

La Salud es lo primero

El seguro da cobertura sanitaria en España a 10,3 millones de personas, según datos oficiales. De esta cantidad, 8,4 millones de españoles contratan su protección con carácter complementario a la asistencia sanitaria pública. Los restantes 1,8 millones de asegurados provienen de las mutualidades de funcionarios de la Administración Central del Estado, quienes tienen la opción de cubrir su atención sanitaria a través de conciertos con aseguradoras privadas en unas condiciones análogas a las que prestan los servicios públicos de salud. Los centros privados adscritos a los cuadros médicos de las aseguradoras del ramo de salud forman parte del Sistema Nacional de Salud.

El seguro da cobertura sanitaria en España a 10,3 millones de personas, según datos oficiales.

“Los asegurados que acuden en la actualidad a un centro sanitario privado de los cuadros médicos de las aseguradoras están siendo atendidos con total normalidad”, reconoce la patronal Unespa.

El COVID-19 es un tema de salud pública nacional; pero la presencia de un sector asegurador sólido en Salud aporta un aliado estructural importante. El seguro asumió en el pasado los costes generados por otras situaciones similares, como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) de 2002/2003; la gripe aviar (virus H5N1) de 2004/2006 o la gripe A o gripe porcina (virus H1N1), de 2009/2010.

Asistencia en viaje

El seguro de asistencia en viaje también puso su granito de arena, al sufragar las atenciones médicas de todas aquellas personas aseguradas que resultan infectadas por el coronavirus durante un viaje dentro de los límites fijados por el contrato. Los seguros de asistencia suelen contemplar, asimismo, la cobertura de los gastos de desplazamiento, alojamiento y manutención de, al menos, un acompañante.

Seguramente, hay quien piensa que el beneficio ha sido para las grandes aseguradoras generalistas, que han compensado el exceso de siniestros en Salud, Hogar o Decesos con otros ramos del sector semi paralizados pero cubiertos, tales como el automóvil, los mercantiles o los de pensiones. Sin embargo, el mundo del Seguro tiene una cultura solidaria basada en su vocación de servir a un mundo más seguro.

Un seguro para los Sanitarios

Un centenar de aseguradoras ha aportado 37 millones de euros para constituir un fondo solidario que suscribirá un seguro de vida colectivo que cubrirá el fallecimiento por causa directa del COVID-19 de quienes cuidan de la salud de todos los ciudadanos en la presente crisis sanitaria, así como un subsidio para los que resulten hospitalizados.

La patronal Unespa ha impulsado esta iniciativa en favor de los auténticos héroes de la pandemia: médicos, enfermeros, auxiliares de enfermería, celadores y personal de ambulancias. Está destinado a aquellos profesionales que forman parte del Sistema Nacional de Salud y se encuentren involucrados directamente en la lucha contra el coronavirus; así como a los que trabajan para residencias de mayores. En todos los casos están cubiertos tanto aquellos que trabajan en hospitales, clínicas, ambulatorios y residencias públicas y privadas.

La actualidad vista por el humorista Manolo Royo.

Unespa explica que “de acuerdo con las estimaciones realizadas, el seguro de vida y el subsidio por hospitalización dará cobertura a través de este instrumento a más de 700.000 personas en todo el país; la industria del seguro constituye la mayor póliza colectiva de este tipo jamás suscrita en la historia de España para respaldar a quienes se encuentran en la primera línea de la lucha contra el COVID-19”.

El capital asegurado en caso de fallecimiento por causa directa del COVID-19 asciende a 30.000 euros por persona. El dinero lo recibirán los herederos legales del asegurado. El subsidio de hospitalización, entre tanto, conllevará el pago de 100 euros al día al sanitario enfermo siempre que su ingreso hospitalario supere los tres días y hasta un máximo de dos semanas. Es decir, los pagos oscilarán entre los 400 y los 1.400 euros por persona.

La protección tendrá una vigencia de seis meses, a contar desde el inicio del estado de alarma. Es decir, se cubrirá a todas aquellas personas del colectivo asegurado que sean hospitalizadas o fallezcan a causa directa del coronavirus desde el pasado 14 de marzo hasta el próximo 13 de septiembre de 2020, ambos días incluidos. La cobertura tiene, por lo tanto, carácter retroactivo.

Esta acción solidaria aúna a más de cien aseguradoras comprometidas a financiar esta póliza colectiva representan una cuota de mercado del 78%.

Y a quienes tengan dudas sobre qué sería del mundo sin un sector asegurador enraizado socialmente y sólido en su solvencia financiera y asistencial, le recomendamos hacer un cinefórum en torno a este vídeo de Mapfre… ¿Cómo sería el Mundo sin Seguros?

José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, y Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN.

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