IEEL y liderazgo plural

George Orwell (1903-1950) novelista, periodista, ensayista y crítico británico afirmaba que “para ver lo que está delante de las narices se necesita una lucha constante”, y Wayne Dyer (1940-2015) el famoso psicólogo estadounidense decía que “estás condenado a tomar decisiones. Esta es la mayor paradoja de la vida”.

Estamos caminando a gran velocidad (más que nunca) hacia el horizonte 2030, pero pruebas al canto, nos estamos poniendo en serio riesgo de llegar airosos si no nos destruimos antes. Sin duda como decía Orwell la lucha debe ser constante y además, como decía Dyer, debemos tomar decisiones. La cuestión es qué decisiones tomamos, cuáles se toman por nosotros, cuánto más hay que seguir luchando si miramos más allá de nuestras narices.

Una vez más, desde el Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL) hacemos un esfuerzo para que tanto la visión de Orwell como la Dyer no sean tan pesimistas. Pero fue ese mismo pesimismo el que llevó a Orwell a decir que “en una sociedad de falsedad y mentiras, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. Pues seamos entonces una vez más revolucionarios y cumplamos con nuestro cometido doctrinario, porque esta es la elección que hemos hecho.

Los cambios drásticos en la sociedad actual

Sería un enfoque muy equivocado asumir que la ciencia política se preocupa por comprender la fama de las personas que ejercen como políticos y analizar cómo impacta en ellas. Por tanto, si bien no es cuestión de espectacularidad, sin duda el cambio drástico que la sociedad ha dado en los últimos diez años como consecuencia del impacto de la comunicación y todas las derivadas posibles que nos brindan las nuevas tecnologías, no solo han puesto en el escenario a los políticos, sino a los deportistas, empresarios y todos los estamentos sociales que podamos imaginar.

Solo con considerar el desarrollo alcanzado por los teléfonos inteligentes y tener a disposición de cualquier usuario plataformas como YouTube, WhatsApp, Facebook e Instagram o plataformas como Netflix y Spotify, esto nos obliga a  comprender mejor otros mundos donde ocurren fenómenos similares, como el mundo del deporte y el entretenimiento.

Es que se comportan como universos paralelos, porque la nueva realidad social esencialmente compuesta por una red de comunicaciones como antes no la había conocido el mundo, está impactando en todos los sectores sociales, en cualquier nivel que una persona ostente en la estructura de la sociedad, pero especialmente, se produce una demanda de la sociedad hacia determinadas personas, sean deportistas, artistas, empresarios, influencers, políticos, etc. que les ponen en serias dificultades porque en términos generales no estaban preparado para ello.

Hemos llegado a ver en una rueda de prensa al mejor deportista español de todos los tiempos, Rafa Nadal, al que una periodista le llevó al terreno de la igualdad de género cuando no venía a cuento. Obviamente salió airoso de dicho encierro porque expresamente dijo que opinaba de deporte nada más. Pero la moraleja es aplicable a cualquier persona relevante que pareciera que tienen que saber de todo y opinar sobre todas las cosas. Y esto ni debe ser así ni tampoco es bueno este sometimiento al que las facilidades de la comunicación nos brindan.

Una cuestión es la ventaja que la sociedad actual tiene de conocer todo en tiempo real y que se produzcan libremente opiniones al respecto, pero otra muy distinta es la descalificación en algunas de las redes sociales y la pérdida de objetividad llevada por el odio y la ideología.

Pero nuestra finalidad desde este Foro es la defensa de la libertad de expresión y opinión. Porque justamente desde esta tribuna es lo que venimos haciendo hace una década en el ámbito del liderazgo.

Si por ejemplo, comprendiésemos mejor el mundo de los deportistas, nos proporcionaría una idea más acabada de lo que se necesita para rendir al más alto nivel, incluso en otros campos, sea el empresarial o el político. Porque justamente el mimetismo que se produce es significativo: nos referimos a ese alto rendimiento que se le exige a un empresario, a un líder, a un empleado de base y desde ya a un político. Porque la sociedad en su conjunto se ha hecho mucho más efectiva y exigente.

Una mayor exigencia social

Las demandas de las personas (empleados y ciudadanos) en cada uno de los roles que desempeñan a diario, también han crecido, porque hay más conocimiento y más canales por los que fluyen. La realidad aflora por doquier y todas estas personas que están expuestas a tanta exigencia, caso de los políticos, deportistas, empresarios distinguidos, etc., tienen que preocuparse por saber gestionar sus interrelaciones de una manera que hace diez años atrás no tenían que hacerlo con igual esfuerzo.

El liderazgo analiza siempre (y esto es lo que hay que comprender) desde la perspectiva de la persona, sea en las organizaciones, que cuando desde la dirección se toman decisiones implican a personas y cuando se hace desde la política afecta a ciudadanos. Pero siempre se trata de personas.

El error de focalizar desde la ideología

El liderazgo no puede perder la perspectiva del individuo porque se aferre solo a la rentabilidad en las organizaciones o a la ideología en la política. Porque en el momento en que focalice solo desde el ángulo de beneficio o ideológico respectivamente, se desnaturalizará la esencia de lo que significa liderazgo y liderar. No es mandar sino influir. No es dilapidar el capital humano de las organizaciones que hay que cuidarlo, organizarlo y desarrollarlo para modelos que llamamos hoy día sostenibles. No es dilapidar el crédito de una masa de votantes que hacen del político que tenga un porcentaje determinado de apoyo, sino de la respuesta que desde las medidas políticas adoptadas da para los problemas de todos los ciudadanos.

El liderazgo se ha transformado en la última década en uno de tipo más horizontal y fundado en el colaboracionismo profesional. La idea central es que no hay un líder, sino que son muchos los líderes que desde su puesto de trabajo ejercen la cuota parte de responsabilidad en el nivel de éxito y buena competitividad que la empresa ha logrado. Las empresas más dinámicas de la actualidad invierten tiempo y recursos pensando en estos temas, algo muy difícil de encontrar en el mundo de la política.

Las organizaciones y las relaciones interpersonales

Las organizaciones en general, pertenezcan al sector que pertenezcan, representan algunos de los problemas en las relaciones interpersonales más desafiantes, siendo el campo de conocimiento del liderazgo el que mejor analiza e interpreta estos movimientos (lo que se hace y lo que se dice). Porque se trata de acciones y palabras. De pensamiento y planificación.

Toda la acción humana está siendo estudiada por la psicología social, la psicología clínica (o sea de la persona), la sociología, la antropología, y muy especialmente, la teoría de las organizaciones. Justamente, desde el Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL), estamos trabajando hace ya un tiempo en cómo debe hacerse el ajuste de la nueva doctrina en la aplicación de la teoría del Management y el liderazgo en cualquier tipo de organización. Cómo debe actuar cualquier tipo de líder, sea empresario o político.

Qué es la llamada constelación del liderazgo

Esto se refiere a la relación entre poder, política y los profesionales en ejercicio de un determinado liderazgo. Porque sin duda se interrelacionan entre sí. Y hoy día, los desafíos peculiares de los líderes surgen de dos características organizacionales interrelacionadas que coexisten en constante tensión dinámica dentro de las organizaciones: la capacidad de autonomía decisoria y la interrelación de ésta con la jerarquía. Porque se trata de buscar el equilibrio entre lo que se es capaz de hacer y lo que se está autorizado a hacer. Esto exige del líder efectivo comprender perfectamente las dinámicas de poder implícitas y los procesos políticos encubiertos que impregnan las organizaciones.

Hay intereses cruzados que provienen del poder del capital representado por los órganos como el consejo de administración y la junta de gobierno o directiva, en el orden que según cada estructura organizativa haya previsto. Pero equilibrar estas fuerzas que antaño eran opuestas (la búsqueda del beneficio a toda costa) y en el presente son convergentes: el beneficio de la empresa debe ser el beneficio de cada uno de los que forman parte de ella.

De ahí que, la contrapartida a dicho beneficio, es el coste para cada persona que significa la cuota de esfuerzo, responsabilidad y toma de decisiones que realiza. O sea, se ha producido un cambio de escenario en los últimos años, muy agudizado por la filosofía del factor humano (el liderazgo humanista que siempre hemos defendido) que convierte a las organizaciones en una especie de liderazgo comunitario o plural, que no significa que haya decisiones típicamente democráticas, sino que hay una convergencia de opiniones, conciliación de intereses de todas las partes y finalmente, el líder toma una decisión pero que está enraizada en los intereses de todas las partes. Esta es la diferencia.

Y no por ello se demoran las decisiones, porque se ha capitalizado muchísimo el expertise de las personas con autonomía decisoria (mandos intermedios), se han perfeccionado los procedimientos gracias a las NT’s que han dado a las organizaciones más velocidad de respuesta, más precisión y a su vez, mayor entrenamiento y formación de sus integrantes.

Una comunicación abierta y una formación en el cambio constante. O sea, que el liderazgo plural actual termina siendo como una sinfónica, en que cada uno de los instrumentos tiene que formar parte de la melodía, pero se requiere de una batuta que marque el ritmo e incluso los silencios.

Liderar en un co-equilibrio inestable

El liderazgo plural es un fenómeno colectivo que se distribuye entre múltiples individuos. También de esta concepción cobra fuerza la dinámica de poder informal entre los diferentes líderes de las estructuras organizacionales. Pero cuidando, materia del líder efectivo y transformacional que está al mando de la nave (la organización), de que todas las partes tengan consciencia plena de que se está construyendo dentro de lo que se conoce como co-equilibrio inestable, porque hay que ir adecuándolo diariamente en función de las respuestas que haya que dar.

Este marco de referencia es el que también cabe en el ámbito de la política, ya que los políticos con altas responsabilidades de gobierno y todos los miembros de las instituciones que operan simultáneamente, están también en una co construcción inestable.

La interacción de personas se debe a que las cosas que se hacen (acciones) y decisiones que se toman, suceden entre personas y esto hace que se co-construya a través de la interacción. El liderazgo es un flujo de acción, dinámico y al mismo tiempo inestable, porque debe adaptarse a un entorno esencialmente mutante, en el que los líderes tienen que ayudar a que las interrelaciones entre las personas y el medio (el mercado para las organizaciones y la sociedad para los ciudadanos) se ajusten con las menores fricciones posibles.

Por ello, en todos los ámbitos políticos y empresariales, el líder más exitoso es aquel que sabe gestionar con eficacia tres micro-dinámicas sociales fundamentales: legitimar, negociar y reconducir y/o re-direccionar.

No hay que temer de parte de los que ostentan posiciones de liderazgo en la cierta inestabilidad que el propio liderazgo representa, porque en esencia es inestable al cambiar y adaptarse a media que las circunstancias también van cambiando. Además, tener la visión de por qué se producen estos cambios en las circunstancias, es ese valor diferencial del líder efectivo que le permite anticiparse a dichos cambios para poder gestionarlos mejor.

La influencia y la habilidad de la persuasión

El líder efectivo busca un objetivo concreto: crear el compromiso en las personas para que se puedan obtener resultados. Porque el liderazgo, también lo hemos venido sosteniendo durante años, es un proceso social colectivo que conduce a la dirección, alineación y compromiso hacia las metas de la organización. En el ámbito de la política, es la búsqueda razonable del compromiso con millones de personas para que les pueda beneficiar el llamado “derrame hacia abajo” de las medidas políticas que se supone son para el interés general.

Pero la capacidad de influir se debe también a que las personas, dentro de las organizaciones, así como los ciudadanos de una sociedad, tienen (y es lógico que así sea), diferentes valores, necesidades, visiones y agendas. A medida que ese líder empresarial o el político persuade y convence a otros a su alrededor (compañeros, mandos intermedios, accionistas, proveedores, etc., para el primero) o a los ciudadanos en general o determinado colectivo en particular (para el segundo), se produce un trasvase de la visión del líder para que todas esas personas destinatarias la compartan.

Sin habilidades de persuasión, un líder no puede hacer realidad su visión ni ninguna persona se la va a comprar.

Influencia como atributo diferencial del liderazgo

También siempre se ha definido como habilidad de persuasión, aquella que le permite a un líder hacer las cosas y lograr los resultados deseados sin coerción. O sea, no ejerce el poder, sino que influye para que las personas estén motivadas y comprometidas con la organización y su estilo de liderazgo.

Se producen resultados derivados de la influencia, que son el compromiso, el cumplimiento o la resistencia.

En qué consiste el compromiso

Los líderes con habilidades de persuasión muy desarrolladas tienen una gran facilidad para la consecución de sus objetivos. Pero no solo lograrlos, sino hacerlo de manera efectiva. Por tanto, influir implica que el líder logra un apoyo voluntario. Porque se cree en él y ha generado confianza. Goza de un crédito. Lo que hace que más que una necesidad de seguimiento al líder por el líder mismo, se haga por la visión compartida de proyecto, un esfuerzo sostenido en el tiempo y un enfoque compartido y mejores relaciones interpersonales. Se comprende el beneficio individual y de grupo.

El cumplimiento

En cuanto al cumplimiento, tiene que ver con que las habilidades de persuasión de un líder que sean menos efectivas, y las personas se obligan a cumplir, como una especie de obediencia, especialmente esto puede conducir a una mayor productividad para tareas bien definidas, pero no libera todo el potencial de compromiso y creatividad del talento.

La resistencia

En cuanto a la resistencia, esta corresponde a si las habilidades de persuasión no son efectivas, lo que lleva al resultado de una resistencia, lo que puede derivar en poner en duda la autoridad, obstruir decisiones e incluso sabotear medidas. Todo para forzar al líder a que renuncie a dichas políticas que quiere adoptar o medidas que obliga a cumplir.

En definitiva, el liderazgo plural no debe interpretarse como una nueva categorización del liderazgo, como es el transformacional o el integrador. Es una evolución de cada una de las categorías de liderazgo hacia un estadio de consciencia mayor en una sociedad cada vez más exigente, que goza de una abundante innovación tecnológica y por supuesto, de una mayor inteligencia colectiva.

Las disciplinas y el conocimiento científico tienen que evolucionar, y esto es, entre todos los objetivos que nos hemos propuesto desde el IEEL, seguir estudiando e investigando en todos los ámbitos del liderazgo empresarial y político, porque otra sociedad es posible siempre y cuando mejoremos en la calidad de los líderes que tienen responsabilidades de gobierno, sea en el ámbito privado o en el público.

Este es nuestro simple… pero, sin duda, desafiante cometido.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, presidente y CEO del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL), director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y presidente honorario del Instituto Europeo Ecofin de Liderazgo (IEEL).

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