Aspectos psicológicos del coronavirus que debemos cuidar

Desde esta tribuna hemos referido en varias ocasiones diferentes aspectos de la inteligencia emocional. También, las situaciones límites en que una persona o grupo de personas debían demostrar su resiliencia, o sea, la capacidad de afrontar la adversidad. Como mostramos en nuestra foto de portada, pronto volveremos a saludarnos como es nuestra costumbre. Sólo la hemos aplazado porque debemos cuidarnos entre todos.

Situaciones típicas resilientes son todos los síndromes postraumáticos de una guerra, caso de los niños en Siria, sometidos durante años a una guerra civil.

La pandemia del coronavirus nos ha puesto a escala global, aunque mucho más afectados en el caso italiano y español que el resto del mundo, a una prueba tremendamente dura para poder controlar la curva de contagios.

Sabemos que la ciencia ha probado desde la neurología, psicología y biología, que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión.

La pandemia actual ha elevado los niveles de estrés individual y social a una situación desconocida en Europa.

Incluso en zonas de guerra convencional hay fábricas que trabajan. Pero el aspecto actual de ciudades desiertas y una parálisis como no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, es evidente que nos impresiona.

Pero el virus lo terminaremos venciendo en España y a nivel mundial. Lo que tenemos que prepararnos es para el día después de esta guerra que ganaremos en el plano psicológico, no sólo el económico.

Vamos a tener que reconstruir la economía y nos costará tiempo y esfuerzo. Pero no abordar los problemas de salud mental del coronavirus prolongará el impacto. Y esto no lo dicen estos autores, sino que nos basamos en una autoridad como David Satcher, que es un médico estadounidense y administrador de salud pública.

Ha sido almirante de cuatro estrellas en el Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos y se desempeñó como el 10º Secretario Asistente de Salud y el 16º Cirujano General de los Estados Unidos.

Dice contundentemente que “el aumento de los niveles de miedo y ansiedad son solo la punta del iceberg cuando se trata de las posibles implicaciones para la salud mental de la pandemia de coronavirus”. ¿Por qué hace esta afirmación? Porque, según Satcher, los factores subyacentes que no vemos de inmediato pueden tener las consecuencias más graves a largo plazo si no se abordan adecuadamente.

Muy pronto volveremos a saludarnos.

Para ello se refiere a qué cosas debe hacer el gobierno federal en coordinación con las autoridades de los diferentes Estados y también las locales. Porque la respuesta coordinada es básica, pero especialmente una vez que el virus haya sido derrotado.

Al igual que estamos haciendo en España, Satcher insiste en que hay que dar una información continua y la con la más pura transparencia posible, apoyada siempre por criterios científicos. Lo que no aborda, pero que sí lo estamos haciendo en España, es un sistema social de contralor permanente de parte de los medios de comunicación que una vez más han demostrado estar a la altura de los acontecimientos, por más dramáticos que sean.

Cuando Satcher insiste en que las “comunicaciones deben ser transparentes y libres de jerga política, son esenciales”, coincidimos al 150% con él, porque la política ha pasado a un segundo plano, ya que el primero es de manera inequívoca la lucha por preservar la salud pública, especialmente la de estos días de confinamiento para derrotar la curva de contagios.

Información confusa o contradictoria

Satcher cree que “cuando la información es contradictoria o confusa, exacerbará el pánico, lo que podría poner a prueba nuestro sistema de atención médica y dejar a aquellos que requieren tratamiento por dificultad respiratoria aguda y otras afecciones potencialmente mortales en una situación peligrosa”.

También coincidimos con Satcher en que en pandemias anteriores como el VIH/SIDA, SARS o Ébola, gracias a una lamentable toxicidad de información basada en ignorancia científica y una paranoia provocada por desinformación, ha sido una constante en las últimas décadas cuando los seres humanos nos enfrentábamos a dichos flagelos.

Por eso, hoy queremos contribuir al aspecto psicológico al cual nos deberemos enfrentar una vez ganada la guerra.

1º) Abordarlo de manera positiva

En situaciones límites como las que estamos viviendo, es normal que las personas sientan miedo, incluso en algunos momentos pánico.

2º) Respetar el valor científico

Hay evidencia científica de otros trastornos graves, como en pandemias anteriores, de que se cuentan por cientos de miles las personas que han confesado haber sentido impotencia. Pero los encuestados, en su amplia mayoría, en todos los estudios a los que hemos tenido acceso, manifiestan que, como consecuencia del trauma sufrido, el miedo y la incertidumbre, han sido conscientes de que su salud mental se había deteriorado, en algunos casos de manera severa y en otros moderadamente. Pero el daño se produjo.

3º) Estrés postraumático

Sabemos que nos vamos a enfrenar en España a una situación de estrés postraumático. Por ello debemos anticiparnos. No pretendemos que la cosa se complique más de lo que lo está hoy, pero no debemos obviar la cuestión fundamental que es la psicología individual y social.

No pueden pasar desapercibidos los hechos ocurridos en las residencias de ancianos, porque en sí mismo la información que recibimos por los canales televisivos, radiofónicos y todo tipo de prensa online, es demoledora al respecto.

Desde ya que genera un pánico a personas que han perdido un ser querido en una residencia, porque se han visto impotentes, no han podido compartir los últimos momentos de su vida y van a sufrir esto durante un tiempo.

Cómo no va a ser así si sólo al ver los telediarios a uno se le ponen los pelos de punta pensando en el sufrimiento de los familiares allegados y la soledad a la que los fallecidos se han visto sometidos.

4º) El tiempo juego en contra

Lo que los psicólogos dicen claramente es que cuando el trauma no se aborda, los síntomas pueden aparecer y empeorar con el tiempo.

El propio confinamiento de millones de personas en sus casas durante la cuarentena, que además se ha prorrogado dos semanas más, provoca un sentimiento de inseguridad por nuestra propia vida, porque desde nuestras casas vemos cómo la cantidad de contagiados y fallecidos se incrementa.

Que nos dicen que estamos llegando al punto de inflexión de la curva, pero se nos está haciendo eterno. Esto genera emociones que nos pasarán factura. Estamos controlando un estrés que por motivos familiares de convivencia no podemos dejar explotar y que salga. Tampoco podemos salir a practicar nuestro deporte favorito.

5º) Podemos gestionar mejor las emociones

La mente humana es capaz de aguantar y recuperarse. La cuestión es cómo podemos ayudarla, y nosotros hoy ayudar a nuestros lectores/as, a que estando todos y todas en situación similar por lo excepcional de las circunstancias, encontremos el antídoto psíquico para que nuestra mente no se vea afectada y tengamos que arrastrar efectos nocivos de este período de confinamiento alimentado por muy malas noticias; pero que no seamos capaces de controlarlo para que esos sentimientos simplemente desaparezcan.

Esto nos lleva a buscar esas imágenes positivas en nuestra mente. A veces, mientras vemos una película y comentamos con el resto de la familia algún recuerdo vacacional que nos trae. Lo que puede inducirnos a poner esa dosis de positivismo diciendo, en cuanto terminemos la cuarentena y todo vuelva a la normalidad, buscaremos compartir otro momento como ese tan bonito que estamos recordando.

6º) La ansiedad, esa mala consejera

A las personas que tengan una predisposición hacia la ansiedad, la cuarentena le va a jugar en contra. Aumentará sus niveles de ansiedad, que puede llevar a rebajar severamente los mecanismos de defensa. Pero, especialmente, lo que hay que evitar es que estas situaciones lleven a una persona a beber alcohol, descontrolarse en las comidas, etc., porque además tendrá una tendencia a automedicarse.

Creemos que Satcher no exagera en lo más mínimo cuando pide para Estados Unidos -que ya está luchando para abordar una crisis de salud mental en este país, con tasas de sobredosis a niveles históricos y suicidio, la cuarta causa principal de muerte para adultos entre 18 y 65 años-, la importancia de los esfuerzos para disminuir el impacto del coronavirus; no se pueden exagerar.

Y lo que Satcher afirma es que en Estados Unidos se debe reunir un grupo de trabajo gubernamental sobre el trauma basado en el coronavirus para asesorar sobre las mejores prácticas y monitorizar las tendencias a nivel nacional; es algo que debemos de tener muy en cuenta en España. No nos podemos dormir en esta lucha para preservar la salud mental y evitar que los traumas postraumáticos se prolonguen más de lo necesario y se hagan crónicos.

Creemos, como dice Satcher, que gracias a las tecnologías con las que contamos hoy día, se pueden hacer programas especiales sobre cómo estar más preparados emocional y mentalmente para el día después.

La investigación científica ha probado que toda la capacitación e información telemática es equivalente a la atención en persona en cuanto a precisión de diagnóstico, efectividad del tratamiento, calidad de la atención y satisfacción del paciente.

Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN; y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).

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