La voz de mando impele a la acción de la tropa. El oficial al mando de una compañía o de un batallón utiliza este concepto militar de la voz de mando para hacer que sus hombres funcionen como una unidad, con una misión y con un destino.
Mutis mutandi, el liderazgo debe concebir el poder de sus palabras como esas expresiones capaces de estimular o no a sus hombres, de alinearlos a su misión o confundirlos. La voz del líder es esencial, y tener conciencia de ello puede ser clave del éxito.
En negativo, podríamos utilizar otra máxima de la Infantería: “Orden más contraorden, igual a desorden”. Es decir, escucha y voz; pero que la voz no sea ruido, sino estiletes de avance.
La voz que clama
La misión de la voz del líder, en todas sus formas posibles de comunicación, es la de ayudar a fortalecer la influencia e impacto del objetivo que dicha comunicación tiene.
Lo importante es saber elegir cuidadosamente qué es lo que hay que comunicar, para inspirar y empoderar al personal de la organización. Obviamente, también es importantísimo, el sentido de oportunidad.
Muchas cosas se malogran cuando se hacen a destiempo, especialmente cuando ese momento elegido se suma a otras cuestiones críticas por las que está atravesando ese departamento y/o equipo de trabajo, que, sin llegar a ser una crisis, están en horas previas, por ejemplo, a cerrar el informe de avance de un proyecto vital para la compañía.
Pero cuando decimos elegir lo que se comunica, no es que estamos cercenando la espontaneidad ni la flexibilidad que el líder efectivo debe tener. ¡Para nada!
Lo que siempre hemos defendido, justamente, es esa naturalidad, espontaneidad que los grandes líderes efectivos han demostrado tener.
Lo que hemos tratado sobradamente en esta tribuna sobre la autenticidad del líder.
Por ello, cuando en nuestra aportación de hoy decimos que debe elegir muy bien lo que hay que decir y cuándo, está más circunscrito a la cuestión de adaptación a los momentos en los que es conveniente sincerarse con el personal, de manera de que jamás se pierda la confianza que se tiene en el líder.
Por eso, cuando nos referimos en liderazgo efectivo al contenido de esas comunicaciones, esto de hecho siempre cambia ese sentido de oportunidad. ¿Por qué? Por la razón más simple: aquello que el personal debe conocer, no hay que perder un minuto en comunicarlo.
Además, las personas y equipos tienen la necesidad de creer en lo que hacen y sienten (tener ese sentimiento) que están comprometidos al mismo tiempo que reconocidos con la acción que se está emprendiendo.
Y esto no es materia puntual de un día, sino debe ser parte de la cultura corporativa, de los usos y costumbres que tienen que echar raíz en cada una de las personas, no importando su categoría, experiencia o formación.
Eso garantiza una comunicación constante y de calidad todos los días.
El líder debe garantizar a que su mensaje llegue para que pueda convertir su influencia en impacto.
La cuestión es que también, mediante el coaching estratégico, expertos y firmas especializadas ayudan a los líderes a que dicha garantía en la forma de comunicar sea efectiva.
Una reflexión sobre la voz del líder efectivo
Si por algún momento nos planteáramos cómo serían nuestros días si no hablásemos más que lo necesario, dedicando más tiempo a la escucha activa y menos al hablar por no callar, muchas fricciones que la comunicación produce como algo habitual, desde ya que no se producirían.
No es nada descabellado afirmar que la comunicación verbal (escucharnos entre las personas) se está reduciendo cada vez más gracias a lo que la tecnología nos permite (más whatsapps y mails que reemplazan nuestra voz).
Aunque el liderazgo efectivo requiere siempre, en algún momento, que la voz del líder sea escuchada.
Pero valga la reflexión para obligarnos a ser más cautos en lo que decimos (pensar antes) y cuando hacemos el esfuerzo de saber escuchar y no pretender siempre ser escuchados, observaremos que se presenta una situación distinta desde el momento que cada persona prestará más atención a las otras, especialmente a los compañeros de equipo, que por compartir horas se termina hablando sin escucharse con la atención requerida.
Por tanto, aunque administrar nuestros silencios puede tener sus ventajas, no hablar ciertamente tiene sus desventajas y sería un desafío. Aunque, no hablar como líder es imposible.
Los lideres están obligados a hablar, que se escuche su voz y que sean rectores del camino que debe seguirse.
También en este Foro hemos dado muestras suficientes de nuestra preocupación de aquello que siempre hemos sostenido de que “obras son amores y no buenas razones”, porque es verdad que las acciones y buenos ejemplos son los que han predicado los grandes líderes de todos los tiempos.
Sin duda las acciones hablan más que las palabras, pero no podemos relegar la palabra a la acción, sino que deben ser ejercitadas al unísono. Al menos, así lo ejercen los grandes líderes.
Porque si bien las acciones tienen casi siempre más sonido y voz que el propio discurso, el líder está obligado por su función a usar su voz.
La interrelación entre voz y liderazgo
Tanto la voz como el liderazgo están entrelazados. Aquella es al líder como el agua es a la vida. No se puede entender un liderazgo carente de voz.
Por ello, también es cierto que aquellos liderazgos deficientes, a los que nos tienen acostumbrados algunos políticos (no estamos generalizando) no conectan con su público, no porque no se escuche su voz, sino porque es una comunicación vacía, en la que no se cree.
Los grandes líderes empresariales al entrelazar su voz con las acciones, llevaron el avance y el progreso a las sociedades de su tiempo, a las cuales sin duda influenciaron. Caso de Henry Ford.
La voz del líder define el liderazgo que ejerce (es su seña de identidad) y es imposible separarlos porque son una misma esencia.
Si esto se comprendiera mejor por parte de la clase política, probablemente tendríamos menos declaraciones y serían de mejor calidad, además de que por supuesto deben estar soportadas por acciones.
Un hombre o mujer es lo que su palabra vale. La palabra dada es no sólo el compromiso de cumplir con determina obligación a la que una persona se ha comprometido. Es la misma descripción (como un dibujo) que hace de su personalidad.
La visión particular a través de la voz del líder
Cada voz contribuye a la diversidad, y cada líder aún sabiendo que es diferente, que tiene su visión particular, sabe que incluso cuando algo no sale bien, está ofreciendo de manera sincera y honesta su punto de vista.
Cuando Epícteto afirmaba que “lo importante no es el error, sino cómo se reacciona ante él” estaba refiriéndose a la manera en que debemos afrontar la vida cuando nos equivocamos. Porque de cómo lo hagamos seremos considerados más competentes y socialmente habilidosos como líderes.
De ahí la importancia del lenguaje y la palabra. Cómo lo usamos y el momento en que vertimos nuestras expresiones que reflejan nuestros pensamientos, estamos totalmente expuestos a la percepción que los demás tienen sobre nosotros.
No es lo mismo el líder que de manera autoritaria exige que aquel que busca la complicidad y el compromiso.
No es lo mismo el líder optimista que inspira y alienta, a aquel que todo lo ve negro y se esconde en su natural impotencia por siquiera hacer un esfuerzo por cambiar las cosas.
Una voz que desalienta y deprime disminuye nuestra posición como líder. Pero más aún reduce en su valía, si los destinatarios de ese liderazgo perciben que se les engaña o se les miente.
Hay líneas rojas en el liderazgo que no se pueden cruzar, y quizás la más fuerte de ellas está en utilizar esta voz que debe estar entrelazada con su propia esencia de líder, como una artimaña para disfrazar la realidad y manipular a los que son receptores de esa comunicación.
El líder sabe que siempre surgirán conflictos en las posiciones de liderazgo, y una voz amable sentirá la tendencia a alejarse de cualquier cosa que no sea armoniosa.
Pero la amabilidad no es sólo el buen tono, sino saber utilizar la compasión y la comprensión para resolver estos conflictos.
Sostenemos los autores que una voz de líder efectivo tiene que creer por encima de cualquier consideración que las personas son lo más importante.
Que las personas perciban que la amabilidad no es sólo fachada, sino comprensión, pero añadiendo el esfuerzo de crear un lugar de seguridad y crecimiento para los demás.
También creemos en una voz progresista, pero no en el sentido habitual que se le da en política, sino en el del liderazgo que implica innovación constante.
No evitar el cambio sino enfrentarlo. No querer saltárselo sino influenciar en él. Por ello, el líder efectivo que hace escuchar su voz es el que incluso abarcando y enfrentando lo desconocido, ayuda al personal a que se puedan generar y gestionar adecuadamente los cambios.
Y como esa voz del líder que defendemos se debe mover libremente, no puede quedar sometido ni a estructuras ni limitaciones.
De ahí que los grandes líderes, libres por definición, han sido eficaces en su obra tanto por su ejemplificadora implementación de su pensamiento como del contagio que provocaron en sus seguidores que comprendían sin tapujos a lo que se enfrentaban y cómo tenían que hacer para superar los escollos.
El líder que enseñaba a cómo superar los obstáculos, cómo hacer frente a los retos y cómo crear ese sentimiento de esperanza las personas. Cómo desconectar del miedo y hacer oídos sordos de las voces que llaman al escepticismo.
En esencia, voz y liderazgo son una misma cosa. Una es inseparable de la otra, al menos así lo es cuando los que ejercen de líderes pertenecen a la categoría de efectivos.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es, vicepresidente de Foro ECOFIN y autor del libro recién publicado ‘El Cubo del Líder’ (Ed. Kolima; disponible a la venta pinchando aquí), en colaboración con Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN, y Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).