Felicidad como vacuna contra el confinamiento

Comienza una nueva vida. Los cristianos celebran en estas fechas la Pascua de la Resurrección, del renacimiento, de la Vidad. ¡Es momento de alegría y de paz! Y esta felicidad tiene que contagiarse a los demás para celebrar también las estadísticas positivas que muestran el inicio de la victoria en el pulso al COVID-19 en España y toda Europa Occidental.

Nuestra foto de portada no es lo que debemos hacer hoy, pero es lo que tenemos que hacer muy pronto cuando salgamos de esta pandemia. Porque el Amor está en mostrar, trasmitir y comunicar el virus de la Felicidad.

El coronavirus se está llevando demasiadas vidas por delante. En honor de los fallecidos, así como también de todos los que lucharon en primera línea, como médicos y sus equipos sanitarios al completo, además de los Cuerpos de Seguridad del Estado, Unidad Militar de Emergencias (UME), etc., queremos trasmitir este mensaje de optimismo y esperanza.

Lloramos por los que ya no están. Nos alegramos por los que lo han superado al Covid-19. Nos enorgullecemos de nuestra sociedad civil de la ejemplar manera que ha aceptado y está aguantando el tipo en sus hogares.

No es fácil. Más cuando cada uno de los ciudadanos que componemos este gran país, no podemos dejar de pensar qué es lo que se nos viene encima el día después que se dé por finalizada la cuarentena y podamos volver a la normalidad.

No pretendemos analizar los por qué (que son muchos) se llegó a esta situación que por momentos daba la sensación que estaba bastante descontrolada; tampoco queremos que nos angustiemos con el día después o los meses que nos sobrevendrán con los necesarios esfuerzos que todos deberemos hacer para superar la crisis económica que nos habrá dejado el impacto del Covid-19.

Es una llama de esperanza que debemos encender en cada uno de nosotros en el día a día, para hacer esta cuarentena más llevadera. Hablo de alegría y felicidad.

¿No es posible? Sí lo es

La felicidad es algo de lo que habitualmente no se habla (como si fuera un aspecto de nuestras vidas sobre lo que no queda bien hablar de ello), cuando en realidad si la gente estuviera mejor informada se daría cuenta de que la felicidad impacta en todas y cada una de las actividades humanas. Quizás de manera silenciosa o discreta, pero lo hace.

Podemos preguntarnos, por ejemplo:

– ¿Qué hace felices a las personas?

– ¿Es la felicidad algo bueno?

– ¿Cómo y por qué las personas pueden aprender a llevar vidas más felices y más florecientes?

¡Claro está… estas preguntas obviamente surgirían en circunstancias normales… no en cuarentena para neutralizar y derrotar el virus! Pero les aseguro que sí pueden repetirse las mismas preguntas y/o similares.

La felicidad no implica falta de realismo. Se puede ser objetivo, pragmático y querer mantener esa sonrisa para sentirse bien.

Vamos entonces, los millones de personas que estamos confinadas en nuestro país a repreguntarnos, muy en concreto para aliviar lo que estamos soportando, si es posible estar compartiendo este drama nacional y mundial y no perder nuestra capacidad de generar alegría y felicidad.

Seguro que aquellas personas que han perdido un familiar directo, o también una persona allegada, lo están pasando mal. Comprensible, pero mi consejo, es que no es bueno que este sentimiento esté en solitario monopolizando nuestra mente, porque nos hará ver todo negro.

No por ello dejamos de respetar a los que ya no están entre nosotros. En cierto sentido, también por ellos y por los que quedan (especialmente menores), hay que buscar espacios para el entusiasmo (aunque no nos apetezca demasiado) pero debemos insuflar ese ánimo que los niños van a percibir mejor, porque la tristeza no llegan a comprenderla cuando sufrimos en soledad.

Cuando nos callamos y no queremos demostrarles que no estamos al 100%. Por ello, es imprescindible abrir nuestra mente y nuestro corazón porque el único camino que nos haga más llevadera esta cuarentena, es compartir momentos (que son muchas horas al día) y pensar que, aunque sea con una leve sonrisa, podemos hacer mucho para crear ambientes agradables.

Erradiquemos la negatividad y pensar en los que seguimos luchando para salir de la pandemia, vencer al virus y volver al a normalidad. Esto se lo debemos a los que ya no están.

De por sí solo, el estar ganando la batalla a nivel social por la reducción de contagios y que terminen ¡por Dios! los fallecimientos, nos alimenta la esperanza. Nos debe dar fuerzas para dar ejemplo a los menores que no comprenden el alcance de lo que sucede, a los mayores que se les debe cuidar física y psicológicamente, así como a todas las personas con las que nos interrelacionamos (teletrabajo y sociedad virtual al máximo exponente) para que se cree ese ambiente de serenidad, que facilite que las familias se sientan bien. Que puedan disfrutar de las pequeñas cosas, que con seguridad antes no se percataban que estaban allí porque no tenían tiempo de detenerse en los pequeños detalles.

Lo que sí es seguro, que cuando salgamos de la crisis tendremos escenarios muy diferentes, seremos también distintos en cuanto a nuestra actitud, porque habrá una dosis de incertidumbre económica importante, cuando no la certidumbre de pérdida de empleo y no saber a qué nos vamos a enfrentar.

Un buen ejercicio mental que nos puede ayudar en estos momentos, es haciendo abstracción de la pandemia, preguntarnos por qué algunas personas son más felices que otras. Especialmente en situaciones de estrés, traumas o la adversidad.

¿Qué es lo que debemos comprender para poder acercarnos en parte a ese sentirse bien… a ser felices?

Que las personas verdaderamente felices interpretan los eventos de la vida y las situaciones cotidianas de una forma en la que parecen mantener su felicidad, mientras que las personas infelices interpretan las experiencias de manera que parecen reforzar la infelicidad.

Volvamos a la pandemia

Cuando nuestro ánimo está siendo invadido por sentimientos de preocupación, incertidumbre, en definitiva, cierta infelicidad, es debido a que nuestra percepción de las cosas, la vida cotidiana y todo lo que nos rodea es ampliamente negativa, que es más que justificada por el impacto que ha tenido en la salud pública el coronavirus.

¿Pero nos ayuda, o nos destruye, tener una visión escéptica y negacionista por naturaleza?

En este momento de cuarentena y más cuarentena por los días que aún restan, si dejamos irse como el agua de las manos a ese estado de alegría que siempre teníamos como parte de nuestra personalidad, por más que es propio de nuestra naturaleza que esté afectada, debemos hacer un esfuerzo por volver a encender esa mecha.

Escuchaba en el día de ayer, confinado en mi casa, una vez que se producían los aplausos de las 8 de tarde como todos los días a los sanitarios, a un vecino cantar una saeta, y a continuación aplausos, gritos de apoyo y otro vecino que pedía “otra… otra”.

En cierto sentido, la felicidad y el sentimiento tan importante de sentirnos felices, tiene un impacto definitivo en la percepción de la realidad que nos rodea, que puede convertirse en más buena o más adversa, en más flexible o más rígida, en más empática la relación con otras personas o más distante y que alimenta la desconfianza.

Es una fuerza centrípeta que condiciona no sólo nuestro ánimo y estado emocional en un momento puntal. ¡No! Va mucho más lejos aún: determina nuestra personalidad.

Además, esta felicidad o su carencia también la transmiten a su entorno, generalmente las personas que están siendo más afectadas por dicho comportamiento.

¡Ánimo a los 47 millones de ciudadanos que compartimos este gran país!

Busquen en su interior esa pequeña llama de alegría que fácilmente puede hacerse recordando buenas cosas que nos ocurrieron en el pasado, sean personales o laborales.

Busquemos una sonrisa para compartir con los nuestros. Derrotemos la angustia y focalicemos en nuestros buenos sentimientos y emociones, por nuestra extraordinaria capacidad solidaria y de ayuda que hemos demostrado como sociedad, que no hay nada, ni siquiera un virus terrible como el coronavirus, que podrá quitarnos ese sentimiento y orgullo de estar y vivir en una de las mejores sociedades del mundo.

José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN.

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