Te creerás moderno por trabajar en un coworking y haber creado una gran red profesional de networking. Pero no olvides que ya los romanos tenían su marketplace instalado en el Foro, imitando así el que siglos antes crearon los atenienses en su Ágora. El marketplace romano era más un coworking, mientras que el griego era más una red social liderados por blogueros con una mezcla de LinkedIn, Youtube y Twitter.
Hace 20 años descubrimos la palabra networking (red de trabajo). Y hace 10 años nos pasó con la de coworking (lugar de trabajo compartido). Ahora llega el modelo de coliving, más centrado en profesionales tecnológicos kmowmadas que transitan por distintas plazas y países.
Todos concentran su propuesta en la colaboración, la transparencia y la comunidad. Cada emprendedor socializa sus conocimientos poniéndolos en relación con otros. El éxito se ve como un desarrollo grupal, donde cada startapero puede cazar su unicornio a partir del talento personal puesto en relación con sus pares.
Seguro que si me escucha un fraile, me dirá que eso ya lo invento un tal Benito de Nusia en el siglo VI con su regla y su lema ‘ora et labora’ (reza y trabaja). En fin, que la vida profesional en comunidad viene de antiguo, aunque con distintas motivaciones. Pero lo cierto y verdad, es que los primeros coworking de la era moderna fueron los centros de copistas amanuenses. Eran los hubs tecnológicos del momento.
Reinventamos ahora la Historia con palabras nuevas, donde el idioma inglés hace mucho porque prosperen los neo-conceptos. De esta forma, parece nuevo lo que siempre estuvo ahí. Y es que la Economía Digital es bipolar: nos abduce a redes sociales que nos aíslan del entorno; mientras nos invita a pagar peaje por entrar en fábricas de amigos y socios de negocio donde compartir una comida, una charla o un debate. ¡El gran hallazgo del siglo XXI!
El coworking y coliving actual nos trasladan a la Academia griega, el Foro romano, el Casino decimonónico, el Ateneo del siglo XX o los colegios mayores (college) universitarios.
Si hay que ponerle un nombre al coworking en España, ese nombre es el Café Comercial (Glorieta de Bilbao, Madrid). Por allí pasaron las generaciones más innovadoras de la Literatura y las Artes: Generación del 98, la del 14, la del 27 y la del 50; pero también las tertulias de los influencers de la época, tanto políticos como periodistas, desde su apertura en 1887.
Fue coworking porque allí se bebía, se hablaba y, también, se trabajaba. En su rincón, don Jacinto Benavente redactó muchas de sus grandes obras, como más tarde hiciera el premio Nobel don Camilo José Cela con La Colmena, que nació de entre sus luces y bebió de sus descripciones y tipismos.
Los modernos hubs, coworkings o colivings se decoran como garajes o como expositores de IKEA, buscando un punto underground que genere inspiración al estilo Appel o Microsoft.
Sin embargo, la inspiración de los autores del Comercial dicen que fluía de las propias mesas, bajo cuyos mármoles lisos podían leerse los nombres de sus antiguos propietarios cuando no eran más que lápidas de cementerio. Pero esto quizá es leyenda viva, no moderna epifanía utópica del mantra de la Economía Digital: ¡La era de la Colaboración!
Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid
Texto publicado por el diario ‘La Razón’ en el suplemento ‘Tu Economía’ del 20 de enero de 2019.