Aprender a Escribir en 10 lecciones

El nuevo libro de Foro ECOFIN aporta guías para aprender a narrar y a hablar en público. ‘Conferenciantes Imprescindibles’ aporta conocimiento necesario para tener comunicaciones eficaces. Y aquí anticipamos unas páginas sobre las 10 lecciones para aprender a escribir.

“Es peligroso cruzar tu puerta, pones tu pie en el camino y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a donde te pueden llevar”. Este consejo del aventurero Bilbo Bolsón a su sobrino Frodo podemos aplicárnoslo nosotros antes de iniciar esta aventura que te propongo para aprender a escribir relatos que nos lleven al éxito de una conferencia, discurso o artículo de periódico”. No garantizo el triunfo, porque no sé dónde te conducirán tus pasos; pero sí te garantizo buena compañía. ¡Buen Camino!

Escribir es contar historias. Da igual que sea para contarlas oralmente o para dejarlas escritas en un libro, periódico o blog.

Contar historias es contar historias. No nos compliquemos la vida. Recordemos las historias del pueblo o de la mili que nos contaban nuestros mayores. O aquellos romances con encanto que cada Navidad volvía a recordarnos el sabor añejo de la cita familiar.

Contar es aquello que nos hacía nuestra madre al pie de la cama: “Érase una vez…”, “En un lejano reino…”, “Todo comenzó un día que…”; o, sin ir más lejos: “En un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme…”

Escribir es contar historias. Lo importante no es cómo comienza, ni siquiera cómo acaba. Lo que realmente cuenta es el relato, la hilazón, la trama, el suspense, la secuencia de acontecimientos, los personajes, la forma de relatar… ¡la historia!

Recuerda la de veces que te habrán pedido que cuentes una película que acaban de estrenar en el cine. ¿Cómo la cuentas? ¿Cómo consigues atraer la atención? ¿Qué enfatizas en tu relato? ¿En qué personajes te detienes?

Pues eso que solemos hacer sin presión, de forma natural y con gran éxito es lo que tenemos que plantearnos cuando nos enfrentemos a la hoja en blanco, ¡la temida hoja en blanco!

De verdad, no importa como comiences. Utiliza como escayola el “érase una vez” de la literatura infantil o el “in illo tempore” (en aquel tiempo) de los relatos bíblicos. Da igual, en la segunda o tercera lectura te cargas la escayola y escribes algo más auténticamente tuyo; pero comienza a manchar la hoja en blanco y ya verás como todo fluye después, como si estuvieras contándoselo a un colega en la puerta de un cine.

Escribir y hablar para Directivos

La cuestión se tensa cuando pasamos a un contexto profesional. La cosa nos cambia, cuando pensamos en escribir un relato para exponerlo ante un auditorio. Da igual que el acto público sea ante miles, cientos, decenas o unos pocos colegas.

El hecho de ponernos de pie, sentir las miradas, contener los nervios y abrir la boca. Eso paraliza al más valeroso de los directivos de empresa. Y lo que es más curioso, paraliza nuestras falanges, falanginas y falangetas a la hora de pulsar el teclado de nuestro ordenador pensando en escribir nuestra ponencia, presentación o discurso.

Os propongo diez (10) lecciones sencillas que llevo practicando yo mismo algunas décadas y trasmitiéndolas a becarios, nuevos profesionales y periodistas en reconversión.

Si tenemos nuestro método, tendremos un asidero que nos aporte técnica, concentración, atención y garantía de éxito.

Vamos, pues, al tajo.

1.- Español Urgente

“Las personas especiales hulen a sencillez y reflejan un brillo en el centro del alma”, nos hacía ver Azorín, el gran genio de las Letras. Es el autor que siempre puse de ejemplo a los centenares de periodistas que en su juventud pasaron junto a mí como becarios, freelance o juniors en distintos medios de comunicación en los que anduve trabado.

“Nunca descuides el poder de la sencillez”, decía y ejercía el maestro Azorín. Y yo modestamente lo actualizaría: “En el mundo disperso, infoxicado y sin pausa de hoy día, o eres directo y sencillo; o nadie te prestará atención”.

¿Cómo alcanzar ese cénit de la sencillez? Desde luego, lo último es la torcida senda de la imitación, la impostura o el ‘copio y pego’ de la pseudo literatura escrita y oral cimentada en Google y la Wikipedia.

“Corruptio optima pessima”. Es un principio de moral clásica: “la corrupción de lo mejor es lo peor”. Para ejemplificarlo, podríamos pensar en los Nazgûl, los nueve Reyes de los Hombres corrompidos en forma de espectros: ni vivos ni muertos. Son unos personajes de J.R.Tolkien en El Señor de los Anillos: corrompidos por el mal, por el poder del Anillo único de Sauron.

Pero en la cultura cristiana tenemos el mejor paradigma de esta realidad: Luzbel, el portador de la luz, el ángel más bello y preferido de Dios que cayó en la tentación de querer ser como Dios, y se transformó en Lucifer: el ángel caído, el antihéroe del Cristianismo, el eterno penitente del Inframundo, la negación del bien, un tipo con cuernos y rabo.

A donde quiero llegar, pues que a la hora de escribir no debemos impostar estilos o rebuscar palabras que no nos son habituales. Tenemos que buscar la sencillez. Nuestro propio estilo. La autenticidad es el único camino. No caigamos en la tentación de los escritores zombies. O acabaremos siendo Gollum o un Nazgûl.

El lenguaje castellano es rico en matices que no exige requiebros de hipérbole, metonímia, metáfora, anáfora, retruécano, calambur, prosopopeya, sinécdoque, alegoría, hipérbaton, sinestesia, pleonasmo, oximorón, prosopografía, asindetón, polisindetón… y un infinito de figuras literarias, tropos y recursos técnicos que dificultarían la comprensión de nuestro público y nos pondrían trampas a nuestro relato.

Recordad que el español, el inglés, el francés, el catalán y cualquier otro idioma ha sido forjado por siglos de mejoras constantes. No nos creamos seres presdestinados para mejorarlo.

Vamos a lo sencillo; que no significa: lo fácil. Y si no, que se lo pregunten a Azorín, el maestro de la sencillez.

¿Sabéis como se llama el español sencillo? Pues en 1985, nuestra Agencia EFE lo bautizó como el ‘español urgente’. Es ese español de los periódicos, de los teletipos de agencia de noticia, de la crónica rápida y urgente. Un español de vocabulario completo, pero corto; de estructura sintáctica ortodoxa y limpia; de respuesta rápida ante barbarismos, tecnicismos y otras piedras en el camino.

Actualmente, el ‘español urgente’ está siendo custodiado por La Fundéu, una fundación creada en febrero de 2005 a partir del Departamento de Español Urgente de la Agencia EFE al que se sumó BBVA; pero ya desde antes, desde 1985 se lleva publicando el Manual de español urgente, un referente para quienes tienen el español como instrumento de trabajo y buscan un sitio donde resolver sus dudas y encontrar propuestas que les ayuden a expresarse con precisión y eficacia.

Aconsejo su lectura y, hoy en día, su consulta recurrente por internet. Es un buen asistente para resolver dudas y encontrar el término adecuado.

Pero más allá de la cita bibliográfica, vamos a quedarnos con dos criterios:

  • Palabras sencillas: léxico que todos podamos entender a la primera. Como decía mi primer director en prensa económica: “Que te entienda tu carnicero”.
  • Sintaxis sencilla: Sujeto + Verbo + Predicado (OD+OI+CC). No forcemos metiendo al inicio de frase complementos circunstanciales de tiempo o lugar. No usemos y abusemos de adverbios, no rompamos la sintaxis sencilla del castellano. No inventemos perífrasis verbales. Esta sintaxis es lo más fácil de escuchar, comprender y de asimilar.

2.- Sólo un mensaje.

Cuántas veces nos habrá pasado que alguien nos reprocha no haber respondido a algo urgente que nos había comentado por email o por whatsapp.

Respondemos aquello de: “pues no lo he visto”. Y efectivamente, luego comprobamos que iba en un mensaje mezclado con más cosas que nos preguntaban, y que sí respondimos; pero que la abundancia de mensajes dentro del mismo hipertexto lo camufló entre ellos.

¡Menos es más! Por eso, me gusta definir que todo acto de comunicación es unívoco. Debe de dotarse de un único mensaje. Porque si lo hacemos polisémico, nos ocurrirá esta pérdida de conectividad, porque no es lo mismo el mensaje percibido como emitido, que aquel mensaje recibido. Quizá por ello, los que inventaron el email desarrollaron luego esa herramienta de confirmación de descarga y de confirmación de lectura. En fin, mi consejo es éste: para cada acto de comunicación, un único mensaje.

Me gusta llamar a esto ‘Unidades de Sentido Completo’ y aconsejar aquello de: “Una Idea cada vez”.

Dentro de un relato, ¿cuáles son esos ladrillos portadores de un mensaje único?, ¿esas unidades de sentido completo? Pues su escalera de construcción sería algo así:

  • Palabra.
  • Frase.
  • Párrafo.
  • Bloque Ladillo (el conjunto de párrafos agrupados bajo un titular de columna).
  • Hipertexto: Artículo, Carta, Discurso, Ponencia, Conferencia… o email.
  • Obra o Libro.

Por ejemplo, ¿qué mensajes podríamos esconder en estos ‘ladrillos semánticos’ dentro de este mismo libro? ¿Qué os parecen estos?:

  • Palabra: Idea.
  • Frase: Sólo una idea cada vez.
  • Párrafo: Sólo una idea por cada unidad de sentido completo.
  • Bloque Ladillo: Sólo una idea en cada Discurso oral o Artículo escrito.
  • Capítulo: 10 reglas para escribir o hablar en público.
  • Libro: Guía para Escribir y Hablar en Público.

3.- Menos es Mas.

Se llama principio de la economía lingüística o del lenguaje. Es una tendencia a la simplificación y a minimizar el esfuerzo. Es común a todas las lenguas, aunque quizá el inglés es el imperio de este principio de simplificarse la vida. Por ejemplo, los Estados Unidos de Norteamérica acaban siendo US y el Reino Unido de la Gran Bretaña un sencillo UK. Por eso, Nueva York es NY, San Francisco es Sánfran, Los Ángeles es LA. Y si nos queremos salir de la Unión Europea, basta con un sencillo ‘Brexit’.

En castizo, a mí me gusta traducirlo por este otro: ‘Menos es Más’. Y no es fácil de cumplir, porque va a contrapelo de una tendencia natural del ser humano que es la redundancia; es decir, la tendencia a dar información tan abundante como innecesaria.

Salvador Molina en una ponencia sobre transformación digital para Alumni del Instituto Internacional San Telmo en Sevilla.

Seguro que todos conocemos a algún compañero de trabajo, comercial o cliente, que está excesivamente dotado de incontinencia verbal. Lo intentamos esquivar en la cafetería o le cedemos el paso en el ascensor, mientras nosotros nos quedamos a esperar al siguiente.

También ocurre con algún conferenciante machacón al que queremos darle al botón de avance rápido, pero que en la vida real aún está por inventar.

En los medios de comunicación escritos existe una figura que es la del Editor. Además del sentido de editor como propietario o empresario de medios de comunicación, tiene otra acepción en medios: editor de textos para su correcto cierre y envío a imprenta o publicación digital. En fin, el editor de cierre será quien cuadre columnas de texto, mejore titulares, revise cargos y cifras, evite faltas de ortografía o puntuación, mejore la redacción, etc.

Yo llevo más de tres décadas editando textos de terceros y, siempre siempre, es posible reducir el tamaño de cualquier texto: ideas que se repiten, perífrasis verbales que se pueden sustituir por su verbo en activo, aliteraciones y frases compuestas que admiten corte, etc., etc.

Este ejercicio de corrección persigue que todo lo que se pueda decir en 5 líneas, no exija 25 ni 35 líneas; todo lo que se repite es innecesario; toda construcción sintáctica compleja es también compleja de entender; etc., etc.

Este principio de la economía de la Lengua tenemos que aplicarla con disciplina prusiana:

  • Nunca repita cosas.
  • Escriba, Relea, Tache (Norma ERT).
  • No a las perífrasis verbales.
  • Ni sujetos largos, ni circunstanciales de tiempo o lugar al inicio de frase.
  • Una subordina de relativo (que) siempre pueden ser dos frases simples.
  • No existen frases de un párrafo. Eso es mala puntuación.
  • Si después de leer una frase o un párrafo cree que no aporta información nueva: bórrelo. ¡Menos es más!
  • Y repito: Escriba, Relea, Tache (Norma ERT).

4.- Fluir

Si es fácil de leer, es fácil de entender.

Si es fácil de contar, es fácil de recordar.

Si usted fluye en su discurso, el público se enganchará y no desconectará del ponente.

Su objetivo es dar fluidez a la lectura y a la comprensión lectora.

Así que ojo a:

  • Semántica: huya de palabras difíciles de entender, cultismos, argot, tecnicismos, barbarismos, palabras o expresiones sin traducir, siglas, neologismos… ¡ojo al espanglish de muchos marketinianos, contables y directivos anglófilos!
  • Sintáctica: practique el orden lógico y lineal en cada unidad de sentido, nada de flash back o rupturas del hilo discursivo. Lo sencillo es hablar para niños o para academia de idiomas: sujeto + verbo + predicado.

5.- Historias con Historia (Storytelling):

Al fin y al cabo, lo importante es el relato: contar un cuento.

Tenemos que escribir historias que contengan historias (relato).

Nos sirve cualquier Relato: de barra de bar, anécdota personal o del tendero de la esquina.

Esquema sencillo a la hora de enfocar el desarrollo de nuestra historia: planteamiento (tesis), desarrollo argumentativo y conclusión.

Hay que crear tensión dramática. En una ponencia bastaría con plantear una duda a resolver (método científico), sin arabescos de novela policiaca o cine negro. No todos estamos capacitados para ser guionistas de series como CSI o el Mentalista.

Y siempre es posible convertirse en guionista de Hollywook. Es decir, buscar historias que acaben bien, según el esquema de cine blanco de Hollywood: Chico busca Chica, Chico encuentra a Chica, Chico se va con Chica… y fueron felices.

El Sr. Corrales es un gran ‘cuentista’ porque aporta en sus presentaciones corporativas o en sus monólogos de humor una gran tensión dramática; pero añadiendo en su relato perlas de contenido, moraleja y aprendizaje. FOTO NACHO MARTIN

Lo potente es el Relato, no las ideas; porque generar emoción o atención es lo que engancha, aunque el tema sea baladí.

6.- Hilar perlas, esconder Tesoros.

En los cinco primeros puntos hemos trabajado sobre los básicos. Son como esas prendas de vestir que todos tenemos en el armario, que nos facilitan cualquier combinación y nos aseguran un mínimo común múltiplo de éxito a la hora de vestir con corrección, elegancia y dentro de los cánones de los códigos de vestimenta.

En las siguientes cinco reglas vamos a intentar ir más allá de una puntuación de 6 ó 7 sobre diez. Vamos a intentar destacar, atraer miradas y aplausos. Ser brillantes, ir por el suma cum laude, ¡por qué no!

Pensemos que escribir es componer collares donde el hilo argumental tiene que ir recogiendo cuentas o perlas que en sí mismas aporten riqueza comprensiva al lector, a la vez que le sean nutritivas.

En un texto de ámbito económico, estas perlas podrían ser: datos, cifras, citas, declaraciones… que a cada paso permiten al lector aumentar la riqueza de la información. Vamos llenándole el baúl del tesoro que se va a llevar al final de la lectura de nuestro artículo o de la escucha de nuestra conferencia.

En un relato dramático, añada información mediante detalles, descripciones psicológicas de los personajes, descripciones físicas de los lugares, contextualizaciones, etc.; pero siempre, construyendo una pirámide de valor; es decir, que no sean cuestiones accesorias, colaterales, no sustanciales para la comprensión de la propia trama.

Si tiene la sensación de que el párrafo o la página que acaba de escribir está muy bien escrita, pero que si la quita no altera en nada al resto del relato; entonces, es prescindible y todo lo prescindible es digno de ser arrojado a los infiernos de la papelera de reciclaje. Por favor, no se prive del privilegio de ser su propio censor y mandar al inframundo al texto más redondo nunca escrito. Piense que se está haciendo un favor.

Cuando en el baúl de los tesoros del oyente o lector no echamos verdaderas perlas, lo comenzamos a cargar de baratijas; y esos espejuelos acaban lastrando la fluidez, comprensión e impacto de nuestro discurso, ponencia o artículo. Menos es más. Lo que no son joyas es bisutería.

Así que, ante la página en blanco, pensemos que arsenal de tesoros podemos hilar en nuestro relato: anécdotas, datos, citas, gráficos, humor, fotos, vídeos… Luego las ordenaremos para darle sentido e hilo conductor al relato.

Esta estructura de collar de perlas nos servirá para dar consistencia a la historia con ladrillos que en sí mismo tienen valor. La calidad del contador de cuentos estará en cómo unen con cemento esos ladrillos, esas piezas para que no tengan nudos groseros entre las cuentas, sino que éstas fluyan dentro del hilo argumental.

Así pues, el primer objetivo es tener tesoros que aportar a nuestro público.

El segundo es no mezclar chatarra en ese baúl de tesoros.

El tercero será presentarlos de manera estructurada y fluida.

Pero ¿se puede ir más allá?

(para seguir leyendo, compre el libro ‘Conferenciantes Imprescindibles’ y siga con su lectura).

Salvador Molina, autor de ‘Conferenciantes Imprescindibles’ (ECOFIN)

 

 

 

 

 

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