Las circunstancias por las que están atravesando España y la Unión Europea, no son las más idóneas para detenerse a hacer una reflexión profunda y debatir qué es lo que queremos como nación. Menos aún parece que favorezca el replanteo que necesita la UE, especialmente deslucido los últimos días por un protagonismo absolutamente disparatado de Boris Johnson, cerrando temporalmente el Parlamento Británico, algo que no se hacía desde 1948.
¡Qué es lo que nos está pasando! Basta haber visto un poco del debate de la sesión extraordinaria del Congreso del pasado jueves 29 de agosto, con el acompañamiento habitual de los medios de comunicación. El diario El Mundo, por ejemplo, reflejaba como noticia importante el revolcón que, en opinión de los populares, le dio Cayetana Álvarez de Toledo a la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo. Incluso se destacaba el papel de las dos portavoces que habían estado velando armas, Inés Arrimadas y Cayetana, como si este hecho fuera trascendente por encima de las reales necesidades actuales del Estado español.
En política se ha perdido el norte en España hace ya bastante tiempo. Lo que sucede es que las personas de bien minimizamos o, al menos, pretendemos que no ocurre nada. Que nuestra joven democracia demostrará, una vez más, que está sólidamente construida y que saldremos por fin del mal momento y tendremos un gobierno estable.
Este pensamiento es el que flota en el aire, porque cuando tenemos conversaciones cruzadas con personas de diferentes ideologías, todas ellas muy sensatamente y de manera responsable (al menos así ha sido la experiencia de los autores), terminan coincidiendo en que hay gran posibilidad de que vayamos a elecciones y que el gobierno en funciones termine saliendo reforzado de la nueva batalla electoral.
La cuestión que nos preguntamos: ¿Es suficiente este minimalismo que estamos aplicando casi inconscientemente como si tuviésemos miedo de afrontar la realidad?
La respuesta es negativa. Que no se puede transitar ningún camino de éxito con cobardía, dudas e incompetencia. Y estos atributos (si así puede llamárselos) no son patrimonio exclusivo del gobierno en funciones, sino, lamentablemente, del resto de partidos que componen el arco parlamentario.
Open Arms y crisis
Vayamos a un caso concreto: el Open Arms. ¿Qué se suponía que debía hacer este barco si no estaba en condiciones legales de rescatar personas en medio del Mediterráneo? ¿Dejar que se ahogasen? ¡Pues claro que no!
Fue la propia Fiscalía italiana de Lampedusa, cuando tomó la decisión de que se desembarcara a todas las personas a bordo, quien expresamente afirmó qué se suponía que debía hacer el Open Arms… ¿dejarlos morir en medio de la mar?
Por tanto, una vez más se ve cómo se desvía la atención de lo realmente importante a cuestiones de forma, pero que no tienen auténtico sustrato en el fondo.
Que la oposición política haya exigido la presencia del gobierno el jueves 29 de agosto en sesión extraordinaria parece sensato si lo que se está debatiendo es el futuro próximo de la situación económica europea y el crecimiento negativo de la locomotora alemana, ya que parece que a nadie le importa que quedemos atrapados en una nueva recesión que puede estar a la vuelta de la esquina. Que no podemos hacer lo que se hizo en el pasado, por ejemplo, con el gobierno de Rodríguez Zapatero, demorando casi dos años la reacción a la crisis financiera y bancaria internacional que finalmente llegó y nos tocó de lleno.
Estamos en el umbral de una nueva crisis mundial agravada por los focos de tensión en el Estrecho de Ormuz y en Corea del Norte, aunque este último estaría bajo control y el primero no tanto.
Esta situación de Oriente Próximo puede llevarnos una vez más a una crisis económica mundial originada en los precios del petróleo, que aún hoy todo lo mueve a escala global. No nos dan ganas de recordar ni por un instante la crisis del petróleo en 1973 y 1975, cuyas consecuencias aún estamos pagando en Occidente.
Por tanto, de lo que se debió haber debatido en esta sesión extraordinaria es más del futuro y menos del pasado, sin que esto implique que los autores no creamos en el control parlamentario, porque evidentemente es uno de los principales pilares de la democracia. Lo que sucede es que se ha centrado todo el debate en el pasado inmediato y el futuro muy próximo, pero girando siempre en torno a los problemas de acuerdos para investidura o nuevas elecciones. No se habló de economía ni de Europa. La fuerza centrípeta de la política nos mantuvo pendientes de si, por fin, se llega a algún acuerdo in extremis o tendremos en noviembre un nuevo domingo electoral.
Pero de lo mediato e importante, aquello que exige mucha atención si no queremos seguir siendo los europeos el furgón de cola de la política de bloques… de esto no se habló.
El papel de Europa
El meridiano en el que conviven los políticos (una gran mayoría) no les hace preocuparse por la posición que Europa tiene en el mundo competitivo de la política de bloques de las últimas dos décadas.
El que ostenta el primer lugar es el NAFTA (Estados Unidos, Canadá y México), estando en segunda posición Asia-Pacífico y las economías China e India junto a otras potencias del Índico. La Unión Europea sigue en la cola en un momento en el que puede exhibir con pena el primer divorcio de un socio desde el Tratado de Maastricht. Gracias a la irresponsabilidad del Reino Unido, y no menos de la falta de cintura política de los burócratas de Bruselas, que no se plantearon alternativas de convivencia con este socio que fueran buenas para ambas partes.
En el plano estrictamente institucional, este por el cual se vive día a día la democracia -que depende del cumplimiento estricto de la ley y el orden constitucional-, tampoco parece que vayamos sobrados. Hay comportamientos irregulares un día sí y otro también, que rayan en la locura; como el de Quim Torra, que probablemente debería ser causa de procesamiento por estar incitando de forma permanente a la sublevación de una región de España contra todo el Estado español.
¿Por qué no se han ilegalizado los partidos que son independentistas? ¿Por qué esta cobardía política que está trayendo consecuencias sociales y económicas graves a Cataluña y al resto del Estado?
Nos preguntamos por qué ningún gobierno anterior, incluso con mayorías absolutas (dos de González, una de Aznar y una de Rajoy), no se animaron a reformar la Ley Electoral, que lo único que nos está dejando es un escenario vergonzoso en el que lo que se está favoreciendo son las componendas electorales para formar mayorías suficientes para gobernar, por aquello de que “tú me das esto y yo te doy esto”. En cierto sentido, sin que hagamos un cargo de índole penal, favorece cierto nivel de corruptelas, especialmente generadas en la falta de escrúpulos y ambiciones personales de algunos personajes políticos.
La pérdida de perspectiva es uno de los principales factores que inhiben la carrera del éxito de cualquier líder. Justamente, cuando analizamos la vida de grandes líderes políticos y empresariales, si algo les ha caracterizado es con qué precisión focalizaban los retos y problemas a los que se enfrentaban en su tiempo. Algunos correspondían a auténticos anticipos de una década, al menos en la evolución política y empresarial general del resto de mortales.
Al que llamamos “liderazgo crepuscular” no debe anularlo ni el ánimo ni la voluntad. Tenemos la obligación de señalarlo porque es un hecho que está marcando la acción política en este momento. Mucha mediocridad y poca visión global, como ha quedado demostrado.
Artículo coordinado por José Luis Zunni, director de ecofin.es y vicepresidente de Foro ECOFIN, en colaboración con Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education); y Oscar Barja, empresario de medios y consejero delegado de Taller de Radio, agencia líder de medios en España en el sector radio.