La voluntad sólo presenta al entendimiento lo que desea que éste contemple. De igual modo, los subordinados a sus directivos. Ante la amenaza, el desprecio o las riñas destempladas, la reacción habitual es la inhibición:
– ¡Ésta no es mi guerra!, se oye comentar en ocasiones a empleados de ciertas organizaciones, incluso aquellos que llevan mucho tiempo.
A veces, la causa será la mala voluntad. Otras, por el contrario, el fruto merecido a la falta de capacidad motivadora de ciertos directivos gañanes.