El doctor Vicente López-Ibor Camós es el nuevo prologuista de la segunda edición de ‘Los imprescindibles del Management’. En este prólogo que podemos leer a continuación, López Ibor explica la importancia de la cultura en la personalidad del ser humano, así como en sus habilidades sociales y emprendedoras.
Vicente López-Ibor Camós es presidente de Honor de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente y a lo largo de los más de sesenta años de ejercicio profesional ha colaborado con prestigiosos maestros internacionales como los profesores Jerónimo de Moragas, en su Cátedra de Psicología del Niño y del Adolescente, Luis Folch Camarasa, en su Clínica de Barcelona, Arnold Van Krevelen, en su Clínica de la Haya, Giovanni Bollea, en su Clínica Universitaria de Roma, y Sixto Obrador. Además en el año 2015 fue distinguido con la Orden del Mérito Civil de Sanidad por su incesante trabajo en pro de la referida especialidad médica en España y Europa.
El arte de emprender es inseparable a la voluntad humana, pero debe apreciarse también en su relación con las formas de organización social y sus mecanismos educativos e incentivos sociales y culturales. La voluntad humana, la vocación íntima, aparecen, en todo caso, siempre como el elemento motor del espíritu emprendedor.
Por eso, la empresa, cualesquiera que sean sus modalidades técnicas, no se integra únicamente por un capital económico, con una legítima pretensión de generación de riqueza, sino que se desdobla en un capital de naturaleza humana, plenamente complementario e indisociable de lo anterior, y legitimador de sus dividendos económicos y sociales.
El espíritu emprendedor se va forjando en entornos propios que promuevan valores, proporcionen herramientas formativas adecuadas, y faciliten un clima de estímulo y retos deseables que animen la tarea emprendedora.
La educación está en la base de todo. La educación integra las capacidades, las habilidades, las destrezas, los conocimientos necesarios para el adecuado cumplimiento de nuestra misión humana en el ámbito social. Sin educación será difícil desenvolver una trayectoria consistente, noble, elevada. La educación implica, pues, la esencialidad del aprendizaje, del “saber hacer”, del conocimiento, de los estímulos, del “saber responder”, del interactuar y desplegar la personalidad del entorno, desde la afirmación cultivada, pero respetuosa del yo. La educación es nuestra herramienta para leer la realidad y actuar constructivamente ante ella. Pero la educación o la formación, la preparación desde y para el conocimiento, debe, asimismo, corresponderse con el hecho cultural, con la dimensión de la cultura, su preocupación y alcance. No hay que olvidar que la adquisición de una cultura se convierte en un proyecto vital, que no queda limitado a una etapa de la vida. Consiste en una actitud fundamental,antesque en un ejercicio acabado en el goce de una facultad cumplida. “Cultus animi”, expresaba en el mundo clásico el hecho de cultivar el talento, evidenciando el vínculo estrecho que enlaza el perfeccionamiento intelectual con las facultades del espíritu. O dicho en otros términos, la búsqueda de la excelencia.
La cultura se presenta como un esfuerzo creador dirigido a conocer aquello que ofrece su entorno, organiza su vida con los demás, y recoge las experiencias de otros y transmite las propias hacia el futuro. La cultura define así, también de manera notable, la personalidad de cada uno.
Cabe recordar las pertinentes palabras de Ortega, cuando señala que la vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacerla nosotros, cada cual la suya. Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Nos recuerda así Ortega, en definitiva, la importancia del quehacer humano y su conexión con la libertad, la estructura vital y las creencias, que coexisten en una vida humana, que la sostienen, impulsan y dirigen.
Ya desde la etapa de la infancia, las dos facetas de la personalidad se distinguen en lo psíquico y lo somático. En la primera, tendremos que dedicar atención individualizada al pensamiento, a las emociones, a la creación de una moral, al papel de la familia. Y al lenguaje, a la actividad lúdica, a la adquisición de conocimientos o aprendizaje, a los apegos o al establecimiento de una normativa social.
Decimos todo ello, porque a la empresa, al mundo empresarial, llegan personas de carne y hueso, como decía Unamuno, personas concretas, cuyo valor debe medirse en su integridad, en su unicidad, y esa entidad personal si es sustantiva acrecerá, con su experiencia y colaboración, en el ámbito de la empresa, corriendo el riesgo, en caso contrario, de diluirse o mostrarse incapaz para afrontar los retos personales o profesionales que se deben asumir en dicho entorno.
Persona, educación, hecho cultural, mundo emprendedor. Y entorno, evidentemente. Vivimos en comunidad, la culturalidad es un componente fundamental de la integración. Desde nuestra personalidad, talento, actitud, sentimientos y emociones, nos abrimos y relacionamos con los demás. El ser es ser desde su sociabilidad. Y la sociabilidad en la empresa es el cauce de la cooperación, de la colaboración, del trabajo en equipo.
Vivimos tiempos inciertos y veloces, y aún más, tiempos aceleradamente inseguros, tiempos de crisis y evolución permanente y, en no pocas ocasiones, galopantes o disruptivos, es decir, de ruptura de los paradigmas precedentes. Como nos muestran los ejemplos que se destacan en este magnífico libro, en materia de innovación empresarial. Tiempos de cambio innovativo, también en lo material, empujado por la digitalización y otros presupuestos tecnológicos, que impactan en procesos, sistemas y servicios industriales y comerciales. Pero el ser humano sigue siendo esencialmente él mismo, y debe saber adaptarse a los cambios y enfocarlos, tomar el pulso, la medida y el liderazgo, sobre los acontecimientos. Un líder no puede caminar rezagado, debe anticipare a lo que ha de venir y, deseablemente, trazar el camino adecuado, la respuesta precisa a cada situación ante circunstancias previsibles o sobrevenidas. Ser líder reclama estar alerta. Y, lo que es más importante, ser líder en un entorno expresamente altamente competitivo, reclama tener no sólo condiciones, sino actitud de líder. Una personalidad preparada para el liderazgo.
El profesor Boris Groysberg de Harvard Business School, nos recuerda en su interesante obra Chasing Stars, que la inteligencia emocional juega un papel de primera significación en el mundo laboral, ” intelligence, itself a slippery concept, is not the only individual factor that affects performance. Emotional intelligence, conceptualized by popular author and psychologist Daniel Goleman as consisting of an array of attributes including self-awareness, self-regulation, motivation, empathy, and social skill, has also been shown to be a key factor in workplace success”.
El liderazgo personal se constituye con inteligencia, puesta en acción y con habilidades que nos enseñan a ser más auto eficaces a la hora de conseguir aquello que deseamos. Para vencer nuestras carencias y debilidades, debemos tener una actitud positiva y tomar la iniciativa de aprender a ser positivos, a poner límites y desembarazarnos de aquello que nos perjudique, a pensar hacia delante y no en el pasado, a saber buscar lo que nos hace feliz, con unas metas ajustadas a nuestras capacidades. Como ha señalado la Dra. Martí Barceló, se trata de enseñar y llegar a ser competentes en nuestra vida, a gobernar nuestros sentimientos y saber interpretar y relacionar los sentimientos de los demás.
La vida del mundo empresarial y emprendedor son absolutamente relevantes en la sociedad contemporánea, en el conjunto social. Como hemos dicho antes, a sus factores organizativos como fundamento de trabajo y de producción, a su condición caracterizada de entidad destinataria de recursos financieros y tecnológicos, se acompaña otro que nos interesa especialmente, marcadamente humano, que es la inserción de la persona en dicha organización social. La persona, con todo su equipaje educativo, ético y cultural. La persona, con todo su equipaje emocional y resilente.
El libro que aquí presentamos es un esfuerzo muy original e interesante sobre conceptos, técnicas, criterios, ideas y sugerencias sobre la vida empresarial y las facultades del management, es decir, de los líderes de estas organizaciones, del equipo directivo. Su lectura nos ofrece con verdadera amenidad información actualizada sobre esta materia, pero, sobre todo, nos proporciona las voces singulares y los consejos de grandes protagonistas españoles y extranjeros de la vida empresarial. Maestros en la definición de estrategias, en la creación de valor, y en abrir nuevas posibilidades y oportunidades laborales.
El título del libro ‘Los Imprescindibles del Management’, es suficientemente revelador de su contenido. Cuando se carece de algo que se juzga imprescindible nos aproximamos a la orfandad o al desconcierto, el mundo se ve desde las tinieblas. Lo imprescindible no agota la solución al problema, ya que la vida es dinámica y cambiante, y no pocas veces imprevisible. Pero nos ofrece las herramientas para poder interpretarla, reducir el margen de error, orientarnos adecuadamente.
Felicito cordialmente a ECOFIN por esta publicación, relativa al mundo empresarial, pero que reúne muchos ángulos, sociológicos, culturales, económicos, psicológicos, regulatorios, de notable interés. Un libro que resultará, sin duda, muy útil no sólo en el plano teórico, sino en su realidad práctica, para el pluriverso de personas interesadas en la teoría económica, la dirección emprendedora y el liderazgo empresarial y social.
Deseo el mayor éxito editorial en la botadura de este trabajo.
Dr. Vicente López-Ibor Camós, presidente de Honor de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente y presidente de Honor de la Escuela de Liderazgo Emocional (ele).