‘Pedes in terra ad sidera visus’ Los pies en la tierra, la mirada en el cielo

Artículo realizado por: Salvador Molina, presidente de ECOFIN, José Luis Zunni, director de ecofin.es, Eduardo Rebollada Casado.

Ver, oìr y callar. El lema oriental de los tres monos parace muy presente en las escuelas de negocio españolas. Sin embargo, ¿las norteamericanas son también testigos mudos del paso del tiempo o son agentes activos de las decisiones políticas? ¿Cuál es el modelo a seguir? El de tener voz y responsabilidad ante el cambio, por supuesto. Veamos cómo.

Los últimos años se han caracterizado por un nivel de incertidumbre muy acentuado en gobiernos, instituciones internacionales, organizaciones y, especialmente, en la ciudadanía. Es evidente que el proceso acelerado de cambio que se produce como consecuencia de la crisis y también del factor tecnológico llega hasta el campo en dónde juegan con sus reglas las escuelas de negocio.

Pero estas reglas están cambiando. Ya no pueden mantener programas y menos una filosofía académica de la etapa precrisis, que es como decir una especie de “era industrial”. Justamente si algo se ha derivado de la gran recesión económica, es que se produjera una mutación fundamental en el tipo de cursos que se ofrecen, pero muy especialmente, la forma en que se dictan.

La modalidad on line ha sustituido en un amplísimo porcentaje a la forma presencial tradicional. No decimos que no existan aún cursos de postgrado y master presenciales. Pero digamos que están concebidos para determinado público objetivo y con ciertas características propias muy marcadas, siendo de especial interés para los demandantes de este tipo de formación, el prestigio de la institución que los imparte.

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North Caroline State University

A escala global se produce otro fenómeno. En los países de rápido desarrollo, los modelos de escuelas de negocio convencional tenían espacio y tiempo para sobrevivir sin problemas como si la educación se estuviese dictando en mercados tradicionales. Y en caso de que la demanda se extendiese rápidamente, se podía ampliar con éxito un modelo estándar de educación para satisfacer este crecimiento.

Pero ya hoy día, tanto en los grandes países emergentes como en economías del tercer mundo que se ven obligadas a prestar atención a la formación cuaternaria, tienen que adaptarse a los nuevos tiempos, lo que implica formación on line y dar un salto, a veces peligroso, que exige elegir una formación que en algunos aspectos cubra el bache formativo universitario.

Esta cuestión de si las escuelas de negocio se adaptan más o menos rápido a las circunstancias en economías no desarrolladas depende de su estructura económica y social, pero especialmente del nivel de educación terciaria y qué se ha hecho hasta la fecha para la formación de postgrado.

En los países más avanzados las instituciones académicas especializadas en postgrado y másteres en el ámbito del Management, tendrán que evolucionar para satisfacer una demanda más compleja con ciertas particularidades en las exigencias tanto de alumnos como de las organizaciones que los contratan. El cambio en el entorno implica un cambio en la filosofía educativa de postgrado.

En estos países desarrollados las escuelas de negocio pueden transformarse y evolucionar para dar respuesta a las nuevas demandas o ceder terreno a nuevos actores que puedan proveer enseñanza de postgrado de manera alternativa. Y este proceso se ha acelerado sobremanera en Europa, con fusiones y adquisiciones de instituciones que de otra manera no podrían haber sobrevivido a las exigencias del nuevo entorno.

Lo que sí es un dato objetivo es que en casi todas las regiones del mundo siguen optando por el modelo estadounidense de formación cuaternaria. Aunque algunas regiones podrían despertar e impugnar el actual modelo dominante. Claro está, la única región capaz de plantar cara a la forma en que los Estados Unidos impone la filosofía de postgrado, es Europa.

Una forma sencilla de impugnación es, por ejemplo, con la implementación de cada vez más y mejores innovaciones tecnológicas, que ayuden a conformar un panorama de formación on line de alta calidad y de prestaciones accesibles.

Europa no tiene que plantearse en formación cuaternaria como un modelo alternativo al de los Estados Unidos, sino en respuesta a sus demandas. La realidad del entorno europeo, complicado por una elevadísima tasa de paro en los países mediterráneos, además de una preocupante lentitud en la tasa de crecimiento económico en los países más avanzados de la Unión Europea, lo que tiene que advertir a los responsables de las instituciones académicas es que en materia de postgrado el papel que juega el entorno es mucho más fuerte que la demanda de los potenciales estudiantes.

¿Nos hemos preocupado en Europa por un modelo propio? ¿Han estado las escuelas de negocio de la UE a la altura de las circunstancias en cuanto a qué consejos y advertencias dieron sobre la forma en que los gobiernos europeos debían salir de la crisis?

Claro está, los lectores pueden decir que esa no es la función de las escuelas, que sólo deben formar a los alumnos para que estén bien preparados para desempeñarse en el mundo de la empresa. Pero esto no es del todo cierto.

La pregunta que muchos se hacen es: ¿Han estado las universidades a la altura de la circunstancias en esta larga y durísima crisis? En particular en España: ¿La universidad ha emitido documentos contundentes para que el Gobierno pudiera tener la opinión académica de cómo abordar algunos temas excesivamente preocupantes, como la inversión en I+D, el paro, la emigración de jóvenes promesas profesionales a otras regiones del globo, etc.?

La respuesta es que tampoco lo han estado. Porque existe esta forma de pensar de que en universidades y escuelas de negocio se enseña y que no se hace política. En este último punto, abordar los grandes problemas que preocupan a una sociedad, no es hacer política, sino formar mejor a las futuras generaciones de dirigentes.

Cuando nos detenemos a observar cuál es la misión de la North Caroline State University, es tan clara y contundente que no da lugar a dudas: “En NC State las ideas se convierten en soluciones y los estudiantes de hoy serán los líderes del mañana”.

No esconde que hay sacrificios que tiene que hacer el alumnado, y en sus programas para emprendedores resalta un tweet que dice: ”Se sacrificarán más de lo que inicialmente pensaban”. De manera que si alguien se asusta por la palabra sacrificio, directamente que no acuda a estudiar. Así de claro.

En la Wharton Business School de la Universidad de Pensilvania, se encuentra el Wharton’s Center for Leadership and Change Management, que describe cuál es la visión que tiene sobre el entorno: “La competencia cada vez más intensa para contar con los recursos y nivel de performance adecuados, meten presión para que las organizaciones sean más flexibles, focalizadas hacia los resultados y que adopten una filosofía de fast-acting” (rápida acción o lo mismo que reducir el tiempo entre decisión e implementación de las acciones).

Digamos que el modelo estadounidense tiene en su propio ADN ese sello que está marcado a fuego en la gente que acude a la formación cuaternaria: alto nivel de competitividad. Porque sin esta filosofía bien internalizada en las mentes de los que son los líderes potenciales de mañana, la cosa no llegaría a funcionar.

Pero la sociedad en su conjunto, cuando es moderna y abierta, requiere de otro actor (son millones en cada país) que son las organizaciones de cualquier tipo. Y éstas se están dando cuenta que estas iniciativas educativas para mejorar el nivel de capacitación y formación de las nuevas generaciones, requiere de un liderazgo efectivo, por lo que el desafío tanto para empresas como para las escuelas de negocio es colaborar decididamente en la construcción de un liderazgo eficaz tanto para la próxima generación de líderes como para los que hoy están llevando adelante dichas organizaciones.

Pero más aún: requiere de una comunicación permanente con el gobierno de turno a fin de ver si las políticas educativas en el ámbito universitario son las que una sociedad requiere o están lejos de unos mínimos aceptables si queremos ser competitivos (en el caso español) con nuestro entorno europeo.

¡Qué decir entonces respecto de las escuelas de negocio! Parece que es una ‘tierra de nadie’ en la que la responsabilidad queda única y exclusivamente en manos de las instituciones. Desde ya que si bien esto es así en cuanto a diseño de programas, metodologías educativas, etc., no es menos cierto que una coordinación en materia de formación cuaternaria entre gobiernos e instituciones de formación de postgrado, ayudaría mucho a encaminar problemas como los señalados de emigración de jóvenes profesionales debido a la alta tasa de paro juvenil.

En el Foro de Davos de 2012 se trató entre otros temas el problema del desempleo y el nivel de malestar que había en las diferentes sociedades afectadas por este flagelo, especialmente la crisis que estaban soportando los países más avanzados. Y una de las conclusiones de ese año fue la necesidad de una capacitación y formación de los cuadros para afrontar los retos de la innovación tecnológica y los desafíos del cambio social.

Si observamos la misión del MIT Sloan School of Management, con sede en Cambridge, Massachusetts, sostiene que “nuestra misión es la de desarrollar principalmente líderes con capacidad de innovación para que puedan mejorar el mundo y generar ideas que modernicen el ejercicio del Management”.

Si bien el fracaso de los dirigentes políticos de colaborar conjuntamente en la búsqueda de objetivos comunes de crecimiento económico sostenible, es quizás una de las características más importantes de nuestra época desde el inicio de la crisis 2008-2009, no es menos importante en el presente, la colaboración transversal entre organizaciones e instituciones educativas, especialmente de escuelas de negocio, porque en éstas reside la formación cuaternaria que prepara las generaciones de nuevos líderes que tendrán las responsabilidades de un nuevo gobierno social, económico y político en la próxima década.

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