Las teorías de la conspiración llevan meses hablando del financiero Soros y otros magnates filantrópicos americanos. ¿Quiénes son? ¿Qué hay de verdad en todo ello? El periodista Carlos Astiz acaba de publicar un libro en el que profundiza sobre ello y que no estará ajeno a la polémica, la diatriba y el ataque sectario. ¿Valiente o temerario? Escuchemos su tribuna abierta…
La democracia está en riesgo. Cuando se silencian los parlamentos; se compran los grandes medios de comunicación; se controlan los jueces y se persiguen las ideas disidentes, se deshace la democracia digna de tal nombre.
Asistimos al deterioro de la convivencia y de las propias sociedades democráticas. Se desvirtúan los consensos mínimos, imprescindibles, para que una sociedad pueda mantenerse y progresar. Hay un impulso hacia la degradación y el enfrentamiento, rompiendo los grupos sociales en fragmentos cada vez más pequeños y cada vez más tentados de someter esas diferencias al veredicto de la violencia.
Desde numerosas instancias de poder se pone en cuestión la viabilidad de las naciones, se aboga por romper la cohesión social, por multiplicar las diferencias, por silenciar los debates y doblegar la prensa libre. Hay una poderosa corriente que impulsa esa erosión a través de miles de grupos, organizaciones y medios en una avalancha que parece no tener freno.
Desde finales del siglo pasado, los grandes magnates descubrieron el poder de las organizaciones filantrópicas y como éstas pueden impulsar cambios políticos, legislativos y sociales con mucha menos resistencia de las poblaciones afectadas que si lo hacen, directamente, esos magnates y sus corporaciones. Es lo que algunos han llamado el “capitalismo filantrópico” pero que, en realidad es la planificación, de largo recorrido, para controlar amplias zonas y países del mundo, al margen de la voluntad libre de las urnas, por parte de un grupo de grandes magnates, sus testaferros políticos y mediáticos que quieren convertir las sociedades en instrumentos débiles, al servicio de los intereses de esos multimillonarios. La novedad es que miles de izquierdistas colaboran en esos propósitos (la mayoría sin saberlo), a través de organizaciones generosamente financiadas por los plutócratas.
Soros es la cara más visible de ese grupo de magnates que buscan destruir las democracias, las naciones que las albergan y las raíces que las hacen reconocibles. No porque sean malvados sino porque eso les permitirá el control de sociedades pequeñas, desestructuradas y débiles, reduciendo sus problemas e incrementando sus beneficios.
Son los globalitarios. Y no es nuevo ni fruto de una paranoia. Se los ha llamado “el estado profundo”, el “complejo militar industrial”… pero son un potente gobierno en la sombra, capaz de influir sobre muchos países, alterar su estabilidad y hasta cambiar resultados electorales, o inducir golpes de estado para construir lo que algunos llaman ya el Nuevo Orden Mundial.
En ese gobierno en la sombra vemos, ademáas de a Soros y sus Open Society Foundations, a la familia Ford, a los Gates (Microsoft), los Rockefeller, Omidyar (Pay Pal), los Hewlett, Google (Tides )… Podemos decir también que la socialdemocracia internacional (Partido Demócrata estadounidense, Laboristas británicos, peronistas argentinos, socialistas españoles, franceses o alemanes…) giran en su órbita, junto a todo el aparato mediático, educativo y cultural sobre el que influyen.
Lo han hecho muchas veces. Hemos visto sus manos y su dinero en las llamadas “revoluciones de color”; pero baste recordar que ya en 1975, bajo la influencia de las fundaciones Ford y Rockefeller, la India impuso poderes extraordinarios para implementar un programa de esterilización obligatoria a gran escala, encarcelando a los disidentes.
¿Quienes son?
Numerosos políticos se reúnen habitualmente con Soros y otros magnates. Cristina Fernández de Argentina, Pedro Sánchez de España (que se ha visto más veces con los Soros que con Pablo Casado) o Justin Trudeau de Canadá, Mújica de Uruguay… lo visitan o reciben a menudo, con una opacidad que merecería investigaciones judiciales, sobre los propósitos y resultados de tales encuentros. Son, precisamente los que quieren auto definirse como “progresistas” aunque a la vista de sus resultados, del desastre que generan sus políticas en sus países y entre sus votantes deberíamos llamarlos “pobresistas” porque es la pobreza y la represión lo que les caracteriza y su casi único legado para la posteridad.
Pero casi todos los grandes periódicos y tvs han renunciado a su papel social y forman un solo coro que repite las mismas noticias, en el mismo orden, con el mismo enfoque y, lo que es más grave, imponen los mismos silencios sobre lo que se quiere ocultar.
Un ejemplo clarificador es que la Fundación Gates es la principal donante de la fundación de The Guardian, el diario inglés, aliado con otros medios socialdemócratas como El País (España), Le Monde (Francia), Clarín (Argentina) o La Repubblica (Italia)… habituales panegiristas de Soros. La mayoría han recibido financiación también de otros magnates y participan activamente en Foros como el de Davos, impulsado por ellos.
Apocalipsis climático; apoyo a la inmigración descontrolada; aborto y reducción de la reproducción; agenda LGTB, imposición del pensamiento único como obligatorio; despenalización de las drogas y la eutanasia; fomento de la fragmentación social e impulso al enfrentamiento… Es un temario común, una agenda de destrucción de las sociedades democráticas y sus sustitución por sociedades débiles (que llaman “abiertas” porque maquillan mejor el objetivo) con gobiernos endebles, en manos de organismos supranacionales que controlan esos magnates…Empeñados en un programa común que nos lleva a la pobreza, la muerte y la tiranía.
Carlos Astiz, periodista y autor del libro ‘El proyecto Soros y la alianza entre la Izquierda y el gran capital’ (Libros Libres, oct. 2020)