Compromiso, la llave del crecimiento empresarial

¿Compromiso? ¡Claro!, todos sabemos qué es eso. Y lo digo mientras giro sobre el dedo anular de mi mano derecha ese anillo que simboliza la ‘alianza’; porque una alianza es un sinónimo antiguo de la palabra ‘compromiso’. Millones de seres humanos a lo largo de toda la historia han experimentado el impacto de ese concepto. La alianza de un hombre y una mujer, la alianza con un Dios, la alianza entre esclavos y señores, la alianza entre reyes y emperadores, entre señores y vasallos.

El círculo que forma la alianza es perfecto. En su línea sin fin se encierra un nudo perdido, algo que lo hace eterno, sin principio ni fin, un giro infinito sin salida.

Un compromiso puede definirse como un contrato que no necesita ser escrito más allá de nuestra responsabilidad, una promesa o una declaración de principios con la sola intervención de nuestro Notario Emocional y nuestros valores, dando fe del pacto contraído, un contrato firmado con nosotros mismos con tres pilares que lo soportan, los valores, las  emociones y un cierto grado de responsabilidad utilizando nuestras capacidades o habilidades para cumplirlo, un contrato emocional que voluntariamente hemos escogido para llevarlo a cabo con integridad.

Hay alianzas de oro, como también sellos papales o argollas de hierro que unían a los galeotes a sus galeras y a sus compañeros de boga. Porque el compromiso no es de ricos ni pobres, no es de libres o esclavos. El compromiso es esa atadura por la que nos enlazamos a algo o a alguien. Es el símbolo vivo de un contrato firmado con Dios, con los hombres la sociedad o con un ideal.

El compromiso es atadura, es un hilo fino que en realidad une personas, sentimientos y emociones. Es un valor innato en las buenas personas, pero que debe ser ejercido con voluntad propia y expresada para constituirse en un contrato, en una palabra, en una alianza ante los ojos de los hombres; pero aún más importante, ante los ojos propios de quien presta ese juramento.

La doctora Elsa Martí, en el centro, junto a varias de las autoras de Libro, entre ellas Carmen Mª García, presidenta de Fundación Woman’s Week (segunda por la izquierda).

Muchos buscan sabiduría en el teclado de San Google, yo la busco en mi entorno: amigos, hijas, esposo… Y por ello, le pregunté a mi padre qué era para él esa palabra mágica del compromiso… ¡Me sorprendió!

– Compromiso es una persona de la que te puedes fiar, me dijo.

Pocas veces trascendemos de nuestra cáscara interior para pensar en los demás. Mi padre me hizo ver que también hay compromiso cuando te relacionas con otros. Es un valor que aprecias en los demás, que te estimula y te impulsa a ser tú también de fiar para otros.

Cuando me miro al espejo, veo también que hay una tercera vertiente de este anillo. Porque no sólo hay compromiso entre dos partes que firman una alianza o ese otro compromiso atrayente de un tercero que miramos desde lejos.

¡No! También lo hay con el que nos mira desde el espejo. Ese pacto con uno mismo es el que nos hace auténticos y consecuentes, valiosos y valerosos, confiables y confiados, con principios, valores y emociones gestionadas

Todos tenemos un ‘notario emocional’ con el que hemos sellado un pacto. Y ese notario emocional somos nosotros mismos, nuestra conciencia y honor. Dentro de ese notario hay un pozo sin fondo de emociones, de valores, de sentimientos. A ellos nos confiamos.

Y es que compromiso para mí son tres cosas: alianza con otro, aquel del que te puedes fiar y coherencia con nosotros mismos.

Carmen Mª García, presidenta de la Fundación Woman’s Week

Artículo publicado originalmente en el Libro Blanco de las Emociones y Valores, editado por la Escuela de Liderazgo Emocional (ELE).

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