¿Tenemos una crisis en “W” o en “L”?

Por Ramón Fraile Duque. Analista Económico

Si me hubieran preguntado en 2010 qué tipo de crisis tenemos hubiera contestado que probablemente teníamos una crisis en W (recesión, pequeña recuperación, vuelta a la recesión y luego una previsible recuperación). Sin embargo el tiempo pasa y las expectativas sobre la recuperación económica no son positivas a menos a corto plazo.

El tipo de crisis económica no se parece a ninguna crisis anterior por mucho que le quedamos sacar parecidos. De momento parece ya que muchos economistas se ponen de acuerdo en que la salida de esta crisis va a durar mucho más de lo que podíamos pensar.

¿Por qué la salida de la crisis va a ser mucho más lenta que otras veces?

Hay una razón fundamental que hace que la recuperación sea mucho más lenta: la mayoría de los Estados que tienen problemas de deuda soberana no tienen ahorros y han agotado el crédito que podían obtener en los mercados de capitales, con lo cual las políticas keynesianas de incentivo mediante gasto público no tienen cabida en este momento.

¿Qué previsible solución hay en este caso?

Hablando claro, es la monetización (imprimir dinero por el BCE) de la deuda de los Estados en crisis a expensas de que tengamos una inflación por encima de lo normal (por encima del 2% que fijó el BCE como objetivo).

¿Creen ustedes que es normal una inflación del 2,7% cuando los salarios y el consumo caen, y lo relacionado con los inmuebles está en decadencia?

Como comenté en un artículo anterior, el nuevo impuesto que tendremos que soportar es la inflación, y lo soportaremos todos ya que de alguna manera somos consumidores de algo, incluso un indigente contribuirá a pagar los excesos que nuestros políticos han cometido durante años.

¿A quién se le puede ocurrir endeudarse continuamente si no es a los políticos porque saben que en última instancia tienen el recurso fácil de imprimir dinero?

Algunos echaban la culpa de esta situación a que estamos en la unión monetaria (en el €) como si el hecho de tener moneda común fuera la razón de esta crisis. Se imaginan ustedes qué disciplina financiera hubiéramos tenido si pudiésemos decidir cuánto dinero imprimir, ya hacía tiempo que le habíamos dado a la máquina de imprimir a costa de una inflación aún mayor a la que tenemos hoy.

¿Qué pedimos al BCE? Que nos preste ¿no? Y sabemos que las consecuencias que ya vemos son la inflación.

Hemos estado durante muchos años viviendo por encima de nuestras posibilidades (endeudándonos porque nos lo ha permitido la banca) y ha llegado la hora de pagar la fiesta. Hemos estado viviendo al día sin preocuparnos del futuro como si no fuera a llegar. Tanto los políticos, bancos y una mayoría de la ciudadanía han estado teniendo unas miras de muy corto plazo.

Quien ha sido previsor, trabajador, ahorrador y buen inversor podrá hoy día seguir una vida sin sobresaltos. Sin embargo, los que vivieron sólo en el presente se han topado con un futuro que ha puesto a cada uno en su sitio.

Como comentaba en otro de mis artículos, “más presente supone menos futuro”, esto es algo que las generaciones pasadas tenían muy claro. Cuando uno no se fija objetivos de largo plazo (como son el ahorro y la educación) a pesar de ser muy joven, se puede llevar la sorpresa de que se quede sin casa, en la calle y sin empleo, y lo que es más grave, con una difícil reinserción a una vida digna.

La conclusión que se puede sacar de la situación que tenemos ahora es: que si queremos salir de esta crisis vamos a tener que ganar cuota de mercado en el comercio exterior, con lo cual tendremos que competir con los países emergentes, que son los que se han llevado la mayoría del comercio internacional en los últimos años. Tendremos que tener menos salario, pagar más impuestos, trabajar más e incluso aplicar políticas que favorezcan que nuestra moneda se deprecie para favorecer las exportaciones, ya que el mercado interior sólo será capaz de absorber una pequeña proporción de nuestra producción.

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