¡Vuelven los fantasmas a Escocia! ¿Y ahora qué? Escocia ha dicho NO a la independencia. Pero Escocia se partió en dos. ¿Como vivir ahora? La capital Edimburgo es probritánica en 6 de cada 10 habitantes, mientras que Glasgow es mayoritariamente pro independentista. La división entre católicos y anglicanos, entre unionistas e independentistas… ¡Escocia en estado puro!
Hubo juego sucio. Los independentistas están enfadados por las promesas de última hora de los tres grandes partidos unionistas, que 48 horas antes de la votación firmaron un compromiso conjunto prometiendo el oro y el moro a los escoceses a cambio de su voto por el NO. Es decir, los ciudadanos de Escocia ‘win, win’ en estas elecciones fuera con el sí o con el no. Sin embargo, ¿merece la pena el precio pagado en cada ciudad, en cada barrio, en cada familia? La división es una herida que sigue y seguirá abierta el día después.
Los tres grandes líderes unionistas anunciaron 48 horas antes que si triunfa el no a la independencia, el viernes mismo comenzará un proceso de cesión de nuevos poderes al Parlamento escocés. A la cabeza de toda la oferta figura la competencia para decir la última palabra sobre los fondos destinados en Escocia al Servicio Nacional de Salud, que recaería en exclusiva en el Parlamento de Edimburgo. Este asunto ha constituido uno de los principales caballos de batalla de la campaña, ya que los secesionistas aseguran que la sanidad está al borde de la privatización a causa de los recortes hechos desde Londres. Y de esta manera, los unionistas restaron un argumento en la discordia a última hora.
La codicia por la gestión de las petro-libras del Mar del Norte era el mar de fondo de muchos debates secesionistas. Y ahí también hay victoria. Londres no sólo ha prometido mantener la discriminación positiva en el gasto que actualmente beneficia a los escoceses, debido a una extraña regla de medir de dar más al que más tiene en renta per capita; sino que esta injusta redistribución de la riqueza será ahora aún mayor y menos solidaria para los que menos tienen en el Reino Unido.
En fin, este referendum ventajista es un éxito para los que pidieron el referendum porque han ganado a pesar de la aparente derrota en los titulares de todos los diarios. Eso sí, ¿merece la pena el precio pagado? Lo sabremos en las próximas semanas cuando veamos si las aguas vuelven a su cauce y la flema británica muestra que el cheque de Londres salda las conciencias separatistas. En cualquier caso, no es un modelo exportable a otros lugares que no tienen petróleo, ya tienen trasferida las competencias en Sanidad y no viven un conflicto de religión, historia…
El resultado electoral escocés dió a los fieles a Londres algo más del 55% de los votos (1,9 millones de votos) frente al 44% o 1,5 millones de papeletas de los seguidores de Alex Salmond, el ministro principal escocés, que rápidamente salió a la palestra para reconocer la derrota y trasmitir un mensaje de normalidad democrática. La flema británica, de momento, está por encima de ventajismos políticos.
El aspa de San Andrés escocés seguirá hermanado, pues, a la cruz inglesa de San Jorge en la ‘Union Jack’, la bandera de la unión de los antiguos reinos de la Gran Bretaña en su Reino Unido.
Salvador Molina