
Francisco Mesonero - Director general de la Fundación Adecco y Director de RSC del Grupo Adecco
Mientras las turbulencias económicas afectan a todos los frentes y sectores de actividad, las mujeres se están revelando como un motor imprescindible para el mercado laboral y para el desarrollo económico en España. De hecho, en los últimos dos años, ellas captaron la mayoría de los nuevos puestos de trabajo y ellos se convirtieron en las principales víctimas de despidos y expedientes de regulación de empleo (EREs).
Además, el número de hombres en paro creció muy por encima del de las mujeres. Según estadísticas recientes, durante el tercer semestre de 2010 la destrucción del empleo causó más impacto entre los hombres (237.100) que entre las mujeres (86.300). Quizás, la explicación de esta circunstancia esté en la propia naturaleza de la recesión económica, que ha castigado con mayor dureza a sectores que emplean mayoritariamente a hombres, como la construcción o la automoción.
La crisis ha acelerado la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y en los últimos años, hemos asistido al progresivo ascenso de las mujeres a los puestos más altos de la vida académica, política y profesional de todos los ámbitos. Pese a estos avances, la tasa de paro femenina (20,40%) sigue superando a la masculina (19,29%), algo ya característico desde el 2008 (INEM). Esta circunstancia es natural si tenemos en cuenta que partimos de una situación (años setenta) en la que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo era exigua. Es precisamente esta herencia histórica la que provoca que aún existan estereotipos asociados a la mujer como fuerza laboral.
La raíz de la discriminación
El verdadero reto está en combatir la principal causa de discriminación que afecta a la mujer, no sólo desde el punto de vista del acceso sino del desarrollo profesional en el trabajo: la maternidad.
En este contexto las empresas tienen un desafío: participar como agentes activos en el proceso. Las mujeres aportan valores tan importantes como la estabilidad, fidelidad, motivación y sentido de la responsabilidad. Si las empresas apuestan por ellas y por medidas de conciliación, no sólo contarán con trabajadores más comprometidos y fieles, sino que tendrán en sus manos instaurar modelos sociales de comportamiento y derribar prejuicios asociados a los trabajadores del sexo femenino.
En efecto, favorecer el empleo de las mujeres no sólo es positivo para el desarrollo económico y para suplir la falta de recursos humanos, sino que supone un trampolín para materializar las políticas de igualdad y para liquidar problemas como la violencia de género. Al fin y al cabo el empleo es la mejor prevención. Las mujeres que trabajan se sienten más seguras, autónomas y protegidas. El trabajo no soluciona el problema, pero proporciona recursos a las mujeres que se encuentran en una situación de maltrato y en la mayoría de los casos constituye el punto de inflexión para poder enfrentarse a la indefensión que experimentan.
Afortunadamente, son cada vez más las empresas y asociaciones que confían en el potencial de la mujer como fuerza laboral. En el caso de la Fundación Adecco, apoyamos desde 1999 a las mujeres mayores de 45 años y víctimas de la violencia de género en la tarea de encontrar un puesto de trabajo adecuado a sus necesidades y expectativas.
APOYO
Once años reinsertando
Constituida en julio de 1999, la Fundación Adecco es fruto de la responsabilidad social que asume el Grupo Adecco en la gestión de recursos humanos. Su principal objetivo es la inserción en el mercado laboral de aquellas personas que, por sus características personales, encuentran más dificultades a la hora de encontrar un puesto de trabajo.
La Fundación Adecco lleva a cabo programas de integración laboral para, por ejemplo, hombres y mujeres mayores de 45 años, personas con discapacidad, mujeres con responsabilidades familiares no compartidas y deportistas (y ex deportistas) de alto rendimiento.