Ana Patricia Botín concedió una entrevista recientemente a un medio especializado y el principal mensaje que alli surgió fue que “el Banco Santander debe liderar la revolución digital”.
El Banco Santander siempre ha sido una entidad financiera con una clara vocación tecnológica, que le ha permitido acometer integraciones operativamente rentables y obtener una gran eficiencia en los países en los que opera, con un modelo de servicio con alta vocación comercial. Sin embargo, el matiz que incluye ahora la presidente va más allá. En su mensaje comenta que se está produciendo una transformación digital e identifica a empresas tecnológicas como: Google, Apple, Facebook y Amazon, como competidores directos de su negocio.
Si analizamos a las otras entidades financieras de mayor volumen en España, la estrategia es similar. El presidente del BBVA lleva años señalando que el mundo digital es una de las mayores prioridades estratégicas (si no la mayor) de la entidad. Hace tiempo creó el Área Corporativa de Banca Digital, una de las de mayor relevancia en todo el Grupo.
Por otra parte, La Caixa siempre ha mostrado una clara tendencia hacia la innovación digital, tanto en pymes como en particulares, y recientemente fue galardonada como el banco con mayor apuesta en la innovación del mundo, por los Global Banking Innovation Awards.
Y es que, la transformación digital tiende a cambiar las dinámicas de mercado en muchos sectores, propiciando la aparición de nuevos y muy relevantes competidores y la desaparición de empresas líderes, que no han sabido o podido adaptar sus modelos de negocio a los nuevos tiempos. En ambos casos tenemos ejemplos muy evidentes, como Amazon, que pasó de ser una librería online a convertirse en el mayor retail del mundo y a crear nuevas líneas de negocio apalancadas en su tecnología (Cloud Web Services) o Apple, empresa que pretende liderar el mundo de los pagos en los próximos años con Apple Pay.
Por el lado negativo, basta con analizar la evolución de la industria musical o cinematográfica para obtener ejemplos claros de líderes que desaparecieron o cuya relevancia se redujo considerablemente.
¿Ocurrirá en los servicios financieros?
La respuesta no parece evidente ni mucho menos sencilla. El negocio de servicios financieros tradicionalmente ha estado basado en un modelo de distribución muy capilar (sobre todo en España) y en el que la relación cliente- entidad se ha establecido en la red de oficinas principalmente.
En los últimos años, la relevancia del canal internet y de la banca móvil ha crecido mucho, por contra, la de la red de distribución parece reducirse. Todo parece trasladarse al mundo digital y el negocio parece estar ahí. Sin embargo, la mayor parte de las ventas y del margen se siguen llevando a cabo en la red de oficinas. En volumen de transacciones y operaciones de información claramente internet es el canal. Pero en el asesoramiento y en las ventas, sobre todo de productos de crédito, la red de oficinas sigue acaparando el mayor volumen de operaciones.
La tendencia parece sugerir que las ventas de productos financieros y las transacciones en las que existe un margen, evolucionarán hacia canales móviles en detrimento de las oficinas, aunque lo que no está claro es a qué velocidad. Incluso yendo más allá, parece que el cliente a futuro puede estar relacionado a nivel financiero por algún identificador diferente al tradicional código de cuenta (por ejemplo, el número de móvil) e independiente de la entidad financiera, con lo cual los costes de cambio podrían reducirse.
Por todo ello, para las entidades financieras tradicionales el tema es una cuestión muy relevante. Transformar paulatinamente el modelo de negocio basado en la red de oficinas a uno más digital, requiere de inversiones que no son ni mucho menos reducidas, de un alineamiento organizativo a nivel corporativo y de una toma de decisiones acertada.
Adicionalmente, como bien señala Ana Patricia Botín, aparecen nuevos y poderosos competidores, que conocen bien el mundo digital y, lo que es más importante, tienen millones de clientes (y muy fidelizados). Además, dentro de sus planes de diversificación contemplan, a corto plazo, empezar a tener cuotas de mercado relevantes para poder capturar parte del margen. Pero el entorno competitivo no queda ahí. Actualmente el sector financiero es el principal sector en lugares tan disruptivos como Sillicon Valley, con una gran cantidad de empresas levantando importantes cantidades de dinero o que ya poseen altas valoraciones, como Lending Club.
Observando todo este escenario competitivo, parece ser que la innovación es, sin duda alguna, tal y como señalan los presidentes de las grandes entidades financieras, uno de los temas estrella dentro del sector. Existen muchos interrogantes: un número cada vez mayor de competidores -y de mayor tamaño-, un sistema de regulación con muchos frentes a analizar para poder proteger a los clientes y, sobre todo, unos clientes con una mayor cultura financiera y más tecnológicos.
Es posible que a corto plazo no haya cambios radicales, pero también es posible que a largo plazo las entidades que no apuesten decididamente por la innovación queden fuera de juego, ya que incluso copiar la estrategia del competidor directo no es viable, simplemente porque ahora mismo la estrategia no está clara. El año que acaba de arrancar tiene muchos retos para las entidades (regulatorios, crediticios, etc.), pero claramente la innovación digital es uno de los más relevantes.