Ilusión ante las adversidades

El directivo ha de transmitir ilusión también -y quizá, principalmente- en los momentos en los que se incrementen las dificultades. Si quien gobierna se deja abatir por las circunstancias o los resultados adversos, la tropa quedará rápidamente desmoralizada, y lo que parecía una remota amenaza se convierte en un peligrosísimo y cercano riesgo de hundimiento.

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