García Legaz tropieza en CESCE: ¡No se vende!

A Don Jaime le dieron un encarguito cuando llegó a la Secretaría de Estado de Comercio: “vende Cesce, Jaime”.  ¡Qué estupendo!, debió de pensar super-secretario de Estado Jaime García Legaz. Por fin iba a dejar huella en la historia económica de España pasando por ser el privatizador de la legendaria compañía de bandera en el Seguro de Crédito y el Aseguramiento Exterior de la política del Reino de España.

Un regalo envenenado, debió de pensar dos años después un ya bragado Secretario de Estado cuando por enésima vez mandaba al Parlamento una nueva modificación con rango de ley para separar la cuenta del Reino de España del resto de los negocios (¡muchos, diferentes y rentables!) que atesoraba el cajón de sastre llamado Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce), pero que en su sede central de la calle Velázquez lleva años con carteles ofreciendo préstamos a las pymes, y no seguros, ni de crédito ni de exportación.

Durante el desmadeje de este difícil entramado legal y regulatorio, pegajoso como una tela de araña, se han descolgado arañas peludas en forma de fantasmas durante tres larguísimo años de preparación de la operación: accionistas bancarios que querían salir a la par que el Estado, posibles aseguradoras que querían condiciones especiales por ser el abanderado y campeón nacional, extraños inversores asiáticos con parche en el ojo, listos galos que desde su reducto querían salvar su naufragio patrio con un nuevo Eldorado que prometer a la metrópolis, directivos que prometían pingües beneficios si se mantenía el status quo y no se ponía en riesgo su estabilidad (en 2014 se ha cosechado el segundo mejor año en la historia de la compañía), algún inversor dispuesto al desguace (el negocio de datos y conocimiento de Informa D&B es más rentable que su propia matriz aseguradora), y hasta aparecieron aventureros oportunistas que querían quedarse con algo que ni saben ni se les espera, pero ellos estaban ahí, a la que caiga.

Así las cosas, este Gobierno ha recapacitado y después de los casi cuatro años de embarque al secretario de Estado Jaime García Legaz, al final han reculado. Ahora dice Moncloa que: “Cesce, ¡no se vende!”. Y todo el sector asegurador celebra la decisión. Porque están convencidos de que el año multielectoral 2015 ha paralización la privatización de Cesce. Pero lo cierto y verdad es que el bróker encargado de hacer de celestina y elegir novio, lo que trajo es un pretendiente feo que no gustó a la novia. Y para esto, Soraya parece que tiene mejor gusto que Rajoy. Vamos, que dejar la compañía de bandera del seguro de crédito a la exportación a manos de un segundón mundial y encima chino, país comunista y totalitario mientras no se demuestre lo contrario, pues como que no era muy digerible ni para propios ni para extraños. Y en el Gobierno nadie quiere hacerse la foto con los chinos, que para fotos tipo ‘Rendición de Breda’ ya tenemos a Zapatero entregando la llave de Endesa a una compañía estatal italiana (al menos era un Estado de la Eurozona).

El Baile de Candidatos

Muchos fueron los invitados al baile. Recordemos que la privatización de la compañía española que asegura el crédito a la exportación afecta al 51,2% del capital en manos del Estado, ya que el resto pertenece a entidades bancarias y aseguradoras privadas. El culebrón se empezó a anunciar desde la llegada a Moncloa del nuevo ejecutivo de Mariano Rajoy, hace más de tres años, pero se fue retrasando por la necesidad formal de modificar la legislación que la regula para permitir así la entrada de capital privado, a la par que por la necesidad informal de encontrar un novio dentro del empresariado español: pero la banca no puede por normativas Basilea II y III, las aseguradoras españolas del ramo (Mapfre y Catalana Occidente) ya tienen fuertes alianzas internacionales (Euler-Hermes y Atradius), otras compañías independientes no estaban en situación de solvencia para la aventura (El Corte Inglés y otras se barajaron como candidatables) y… todos señalaban con el dedo a Mutua Madrileña, que ni está en este sector, ni se le espera entrar en un negocio tan cíclico y ajeno al negocio de particulares de la mutualista.

El Congreso de los Diputados dio el visto bueno a esta iniciativa en abril de 2014, al aceptar una serie de enmiendas al proyecto de ley aprobado inicialmente en diciembre de 2013, argumentando a contrapelo que así se apoyaba con más eficacia la internacionalización de la economía y se impulsaba la competitividad de las empresas españolas.

Se inventó la figura del ‘Agente Gestor’ como una entidad designada por el Estado para gestionar por cuenta de éste, y en exclusiva, determinados riesgos propios de la internacionalización de inversiones públicas o respaldadas por el Estado, una misión que sería asumida por Cesce durante un periodo de transición de al menos siete años. De esta forma, el Estado ya tenía permiso para dejar de ser el accionista mayoritario; es decir, para vender su parte de la empresa valorada en unos 200 millones de euros, cuyas cuentas saneadas permiten a los aspirantes estar seguros de que harán un buen negocio, aunque con Santander y BBVA sentados en el consejo como accionistas minoritarios significativos.

Tan avanzadas iban las cosas dentro de la cámara lenta de Cesce, que ya había tasadora (Gesvalt), despacho legal (Pérez Llorca), consultora (PriceWaterhouse Coopers) y fecha de venta (julio de 2015).

Pero la dirección de Cesce se empeñó en demostrar que es mejor cobrar su dividendo anual que malvender un patrimonio de los españoles rentable como ésta participada de la SEPI. Y la política de recorte de gastos y ampliación de rentabilidades dio su fruto en 2014. Así que el equipo directivo (que no quiere oír hablar de privatización) mostró hace unas semanas un beneficio neto de 43,5 millones en 2014, un 65,4 % más que un año antes, y el segundo mejor resultado anual desde su creación en 1970. Los ingresos netos de la cuenta del Estado crecieron el 45,6 % y alcanzaron los 176 millones de euros.

En fin, que para qué vender lo que bien renta. Además, con 200 millones máximo de ingresos por la privatización, tampoco se pueden tapar muchos agujeros de la Hacienda y los Presupuestos públicos. Y el Gobierno ha encontrado otra manera de hacerle un agujero a Cesce y desfondar un poquito a la entidad metiendo la mano en la caja. Así, el Ministerio de Economía ha aprobado sacar 100 millones de Cesce para repartir dividendo a los accionistas (la mitad para Hacienda), argumentando que la entidad no necesita fondos para su actividad ordinaria ni para hacer compras corporativas, por lo que presenta un exceso de liquidez en sus recursos propios.

Así que a las puertas del despacho de Jaime García Legaz quedan ahora más de una veintena de pretendientes despechados pidiendo explicaciones. El secretario de estado hizo de Penélope tejiendo de día regulaciones, y destejiendo por la noche otras negociaciones. Al final, Moncloa ha dicho: ¡No se vende Cesce! Y el que queda con la lana puesta en la aguja es Jaime García Legaz, el presidente del ICEX y responsable de la privatización de Cesce.

Santander (21%) y BBVA (16,3%) como accionistas minoritarios principales no sé si se alegrarán por mantener el status quo, o se lamentan uno por no haber comprado y el otro por no haber vendido y salido con ganancias. Pero realmente los más despechados han sido los fondos de inversión extranjeros como Cerberus, Apollo, Elliot o el chino Fosun, así como la competidora francesa Coface, la norteamericana AIG, la suiza Zurich… y la propuesta nacional liderada por Axesor. Además de los siempre candidatables: Mapfre y Mutua Madrileña.

Jaime García Legaz queda compuesto y sin novia. ¿Moncloa le debe una explicación?

Articulo realizado por Salvador Molina

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