La salud laboral y la mujer

Carmela de Pablo, adjunta a la dirección de MADRID WOMAN´S WEEK, es técnico en prevención de riesgos laborales, actividad que compagina impartiendo cursos de formación y especialización en prevención de riesgos laborales en actividades sanitarias, ergonomía y psicología laboral, estrés y moobing, planes de emergencia y evacuación de instalaciones hospitalarias, entre otros.

“La valoración de los riesgos en el puesto de trabajo deberá realizarse acorde al sexo de la persona” “Unas buenas condiciones laborales influirán de forma positiva sobre la salud y la productividad del trabajador”

Carmela de Pablo - Adjunta a la dirección de Madrid Womans Week

Todos hemos oído hablar de la importancia de la seguridad en el puesto de trabajo, de nuestra salud laboral…. Sin duda, alguna de las condiciones laborales van a determinar la vida y la salud de las personas, pero esas condiciones no siempre son iguales.

La mujer lleva formando parte del mundo laboral desde hace años, pero no siempre se le ha tenido en cuenta a la hora de diseñar el puesto de trabajo, ya que además de los riesgos laborales inherentes a su puesto, va a tener algunos específicos derivados del embarazo, lactancia, menopausia…  y de su propia fisiología, en especial los riesgos musculoesqueléticos.

La valoración de los riesgos en el puesto de trabajo deberá realizarse acorde al sexo de la persona ya que existe una diferencia tanto física, psíquica y biológica entre el hombre y la mujer; dichas diferencias deberían ser incluidas y tenidas en cuenta dentro de la evaluación del puesto. Son muchos los estudios sobre las condiciones de trabajo y salud, tanto en Europa como en España, que señalan que las lesiones musculesqueléticas son las lesiones más frecuentes relacionadas con el trabajo, en especial en las trabajadoras.

Hay una serie de factores que influyen  y que se deberán tener en cuenta a la hora de evaluar las condiciones laborales de las mujeres: el tipo de tarea asignada, la interacción persona/puesto de trabajo, la duración del trabajo, las mujeres tienen menos fuerza muscular que los hombres, por lo que, en mismas condiciones los efectos son mayores sobre la mujer, la responsabilidad familiar unido a las condiciones de trabajo, aumentan el riesgo de padecer lesiones, los factores hormonales, solos o en interacción con las condiciones laborales, incrementan el riesgo.

Dentro del mundo laboral, existen unos sectores más feminizados, entre los que destacan: el sanitario (enfermeras, auxiliares de enfermería, celadoras,…); la hostelería (camareras, cocineras,…) la industria agroalimentaria (enlatado, conservas, mariscadoras…), recolección, comercio (dependientas, cajeras, reponedoras…) peluquería; confección e industria textil, personal de limpieza, secretariado/oficinas, profesoras… Trabajos con mayor riesgo de movimientos repetitivos, posturas incorrectas,  largas jornadas de pie, manipulación de objetos/cargas de mucho peso, levantamiento de brazos por encima de los hombros, inadecuada organización del trabajo… que producen daños que aparecen de manera progresiva y lenta y conllevan a  padecer lesiones en la espalda (cervical, lumbar), en el cuello, en los hombros, brazos, manos y codos, e incluso alteraciones de la salud psíquica.

Los dolores de espalda son la primera causa de absentismo laboral. Esta dolencia, especialmente en la zona lumbar,  se relaciona directamente con la realización de esfuerzos físicos, pero también puede producirlo los movimientos repetitivos, el estar durante mucho tiempo fijo en una postura – sentado o de pie-, la tensión… ocasionando una serie de consecuencias: contracturas musculares, fisuras, hernia discal, inflamación muscular, alteraciones emocionales (bajo estado de ánimo, mala relación con los compañeros…), automedicación, consumo de drogas (alcohol, tabaco, sustancias tóxicas…).

Se define como postura forzada a  las posiciones de trabajo que supongan que  una o varias regiones anatómicas dejen de estar en una posición natural de confort para pasar a una posición forzada que genera hiperextensión, hiperflexión y/o hiperrotación osteorarticular con la consecuente producción de lesiones por sobrecarga. Las regiones anatómicas que suelen sufrir el daño de las posturas forzadas mantenidas o repetidas a lo largo de la jornada laboral son el tronco, los brazos y las piernas.

Las lesiones musculoesqueléticas más frecuentes son: la tendinitis, bursitis y osteoporosis; siendo la inflamación de los músculos y tendones la principal sintomatología en la tendinitis y la bursitis y el deterioro de los cartílagos  y los huesos en la osteoporosis. Las diferencias biológicas, las condiciones ambientales y las responsabilidades familiares son las causas más frecuentes por las que la mujer padece estas patologías.

Diferencias biológicas

Hay que tener en cuenta una serie de diferencias biológicas entre el hombre y la mujer: el tamaño de la persona, la fuerza… Las mujeres tienen menor fuerza muscular, suelen tener menor talla que los hombres, por lo que la adaptación a los espacios hace que en ocasiones tengan que mantener posturas poco ergonómicas.

Los factores hormonales (estrógenos) también pueden influir junto con las condiciones  laborales, aumentando el riesgo a este tipo de lesiones, en especial el síndrome del túnel carpiano.

Y el embarazo, ya que durante el periodo de gestación,  el crecimiento del abdomen, los cambios fisiológicos, por ejemplo un mayor volumen de sangre, la inflamación de piernas… hace que se tengan que adoptar posturas incómodas en el entorno laboral.

Condiciones laborales

Existen también diferencias laborales que pueden incrementar los riesgos de sufrir lesiones musculoesqueléticas en la mujer. Hay que considerar el tamaño de las herramientas y los distintos útiles de trabajo ya que el tamaño de los brazos y de las  manos de las mujeres es distinto al de los hombres. Las herramientas son estándar, lo que en ocasiones hace que la mujer sufra molestia e incomodidad.

Realizar un trabajo manteniendo posturas incómodas con los brazos levantados por encima de los hombros, la repetitividad de movimientos sin llevar a cabo los descansos recomendados, hace que se incremente el riesgo de sufrir este tipo de lesiones.

El contrato a tiempo parcial, mayoritariamente femenino, tiene sus consecuencias pues realizan el mismo trabajo en una menor jornada laboral. Lo mismo ocurre con la posibilidad de promoción, ya que ocupan el mismo puesto laboral durante más tiempo, lo que incrementa el riesgo a sufrir este tipo de lesiones.

Responsabilidades familiares

La mujer tiene ‘distintos roles’ sociales, recayendo sobre ella la mayor parte de las tareas domésticas y familiares,  con lo que se alarga la jornada laboral y con ello se incrementa las posibilidades de sufrir alteraciones de la salud como estrés, fatiga…

La mejor forma de reducir las lesiones musculoesqueléticas es mediante la adaptación del puesto de trabajo   a las características del trabajador/a; deberá realizarse evaluación de riesgos de los distintos puestos de trabajo y aplicar las modificaciones ergonómicas correspondientes. Realizar el trabajo dentro de un ámbito ergonómico correcto en unas buenas condiciones laborales influirá de forma positiva sobre la salud del trabajador y, sin lugar a dudas, sobre la productividad de éste.

Esto mejor va como tabla.

Recomendaciones:

  • Incorporar el punto de vista de género en la prevención de riesgos laborales para que exista una igualdad en las condiciones de trabajo
  • Evitar posturas incorrectas, forzadas y contorsiones
  • Procurar tener espacio suficiente en la zona de trabajo
  • Evitar cargar/movilizar cargas; siempre que haya que hacerlo utilizar  ayuda mecánica  (Carretillas, elevadoras hidráulicas,..)
  • Cambiar de posición de manera frecuente
  • Realizar pausas cortas y frecuentes
  • No sobrecargar las extremidades
  • Realizar ejercicios de relajación

Pin It on Pinterest

Share This