CÓMO INNOVAR VALORES EN EL GOBIERNO CORPORATIVO

Ana Isabel López Casero es titular de oficina de Farmacia en Ciudad Real, desde el 2002 hasta la actualidad. Recientemente ha sido nombrada directora Relaciones Institucionales y Corporativas de Globalcaja, la entidad en la que se integran las ya extintas cajas rurales de Ciudad Real, Cuenca y Albacete. Actualmente es directora General de la Fundación Horizonte XXII. Además, es miembro del Consejo Asesor de MADRID WOMAN’S WEEK. Ana Isabel es la primera mujer presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Ciudad Real y ha colaborado como ponente con asociaciones de mujeres rurales (AMFAR y AFAMMER), en congresos y conferencias.

Se ha escrito largo y tendido sobre la presencia de las mujeres en los consejos de administración de las empresas, y todo el mundo parecen coincidir en la reivindicación de la presencia femenina en condiciones de igualdad en dichos órganos de gobierno empresarial. Aunque difieran en los mecanismos para conseguirlo, esta visión constituye la defensa de lo que muchos consideramos un derecho.

Hemos de ir más allá del mero planteamiento de reparto de poder que, siendo necesario, debe evolucionar hacia un enfoque más integrador, buscando la creación de valor para la sociedad a través de la incorporación de la mujer a dichos órganos.

Pese a los avances, en España la presencia de las mujeres en los consejos de administración sigue siendo muy minoritaria. En las empresas sólo el 8% de los miembros de los consejos son mujeres, lo que nos sitúa a la cola de Europa en este aspecto, sólo por delante de Italia y Portugal y muy lejos de países como Suecia o Finlandia.

El reto es importante y desde hace años se han empezado a poner las bases para conseguirlo, tanto con la aprobación de La ley Orgánica de igualdad (LOI) como con la redacción del Código unificado de Buen Gobierno o Código Conthe. A lo largo de estos años ha habido también otras iniciativas en ámbito nacional e internacional dedicadas a cambiar la configuración de los consejos de administración y aumentar la presencia de las mujeres en ellos, que van consiguiendo resultados de forma tímida.

Aunque hay muchas definiciones de gobierno corporativo, me quedo con la percepción de Sir Adrian Cadbury, quien considera que el Gobierno Corporativo consiste en mantener el equilibrio entre los objetivos económicos y los sociales, entre los objetivos individuales y los comunitarios. Con esta forma de gobierno empresarial, que otorga una visión más evolucionada de la empresa, el compromiso con el entorno y con los equipos humanos se vuelve imprescindible. Y es en este marco donde la mujer puede aportar una visión más comprometida, más generosa y, en definitiva más humana, de la actividad empresarial.

Sin lugar a dudas, el modelo de empresa que la mujer puede ayudar a implantar es un modelo humanista, mucho más acorde con la realidad que exigen los tiempos actuales. Aunque sería posible desde su función directiva, puede hacerlo sobre todo desde el consejo de administración que es el órgano competente para impulsar y desarrollar políticas de empresa que implementen este modelo.

Valor femenino

He dado en llamar Valor Femenino a la ecuación que reúne al conjunto de principios y cualidades que aporta la mujer por su genética femenina y por sus especiales y diferentes habilidades y capacidades: competitividad basada en valores inherentes al humanismo, sostenibilidad, productividad eficiente sin renuncia al ámbito personal, innovación flexible y colaborativa, mayor competencia directiva.

Estoy convencida de que la participación de mujeres en los consejos de administración permitirá el desarrollo de políticas de empresa determinantes para la construcción de nuevas y modernas compañías, más competitivas, más fuertes, con mayor visión global y con una cultura de cooperación empresarial que apueste por el desarrollo de las personas, del talento y de la innovación.

La mujer hoy tiene el reto de desarrollar un modelo de vida inteligente, humano e integrado, en el que el desarrollo profesional y personal sea una unidad de vida sostenible y realizadora, capaz de inspirar a toda la sociedad y, de manera muy especial, a las generaciones venideras.

El reto es mucho más ambicioso que conciliar o educar en igualdad a nuestros hijos e hijas; el horizonte es construir un modelo de sociedad diferente, más humana, más evolucionada y por tanto más inteligente, una sociedad basada en el desarrollo integral de todas las facetas de las personas.

Este mismo modelo de vida, al extrapolar sus principios a la empresa, constituye un activo estratégico de enorme valor para conseguir empresas viables, competitivas, fuertes, capaces y comprometidas con su entorno al que enriquecerán de manera notable.

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