Un líder de Circo

Aunque el circo ya no es lo que era, bajo su lona esconde un tesoro oculto: es escuela de liderazgo. Veámoslo.

El domador de fieras es capaz de superar sus limitaciones y convertirse en el macho alfa de la manada. No es cuestión de fuerza, sino de músculo gris. ¿Cómo una fiera de media tonelada, garras afiladas y caninos como puñales es capaz de dejarse vencer, humillar y ser dócil por un desdentado que nació desnudo? Inteligencia y fe, esas son las herramientas. La fuerza bruta o el cargo no aplican.

Los equilibristas son otro ejemplo. Los inventó Aristóteles con su ‘in medio virtus’. Para que todo fluya en el alambre, hay que transitar el mundo en un equilibrio perfecto de cuerpo y alma. El yin y el yang, el bien y el mal, la testosterona y la paciencia. Sin equilibrio no hay resultados.

Los payasos son la sal del circo. Generan un clima de felicidad que es contagioso. La tensión desaparece cuando las endorfinas saltan por doquier. Pero hacer reír es lo más difícil del espectáculo. Más que las fieras o el trapecio. La felicacia requiere estudio, psicología, aprendizaje y ejecución cuidada. Huye de la improvisación, porque como se dice en televisión y radio: la mejor improvisación es la que está guionizada.

Podríamos seguir con el resto del espectáculo: el forzudo, la mujer barbuda…; pero no es necesario. El denominador común de todos estos artistas reside en su fe en ellos mismos, que se hace contagiosa al público. Y esta fe emana del trabajo diario, la preparación y la obsesión por la excelencia.

Un trapecista no puede ser mediocre. Un prestidigitador, tampoco.

¿Nosotros somos así en nuestro día a día?

¡Pasen y vean! Va a comenzar el mayor espectáculo del mundo: ¡el liderazgo!

¿Te gusta el circo?

Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid.

(Artículo publicado en el diario La Razón)

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