Líderes de la Post Verdad: ¿Macron o Trump?

Emmanuel Macron estrechó la mano a Donald Trump. Y la mantuvo apretada mientras los fotógrafos disparaban. Trump, ya tenso, intentó deshacer la llave del presidente de la República Francesa, pero Macron apretaba fuerte y los nudillos de Trump comenzaron a blanquear por la presión. Trump recordaba su fobia a dar la mano, su  miedo a los gérmenes y al contacto físico. Hasta encargó en una ocasión una campaña de prensa -que no llegó a lanzar- contra este saludo que considera peligroso.

Macron y Trump. Trump y Macron. ¿Qué tienen en común personajes tan en las antípodas? Se parecen poco. Trump llegó prometiendo el sueño blanco a la América profunda. Macron alcanzó el Elíseo renegando de su partido (socialista), abrazando el centro en los mítines, eligiendo a un tipo de derechas como presidente de gobierno y aliándose con la extrema izquierda y el ecologismo en ministerios sensibles a la opinión pública. Es decir, Trump lo tiene claro: su opinión es la que se impone. Macron, por el contrario, abraza al eclecticismo total, salvo el veto a la extrema derecha de Marine Le Pen; precisamente, la favorita de Trump.

Trump macron

Aunque el fondo sea opuesto, Macron y Trump tienen mucho en común en las formas de cómo alcanzaron la victoria electoral contra pronóstico. Ambos son hijos de la post verdad y han alcanzado el éxito mediante el ejercicio de un liderazgo desconocido hasta ahora y que puede contagiar al management de las empresas.

La coherencia, la empatía y la atención a las personas eran los paradigmas más valorados de un líder hasta que llegó la cultura de la post verdad. El Diccionario de Oxford ha elegido este vocablo como la palabra del año en 2016. La post verdad dice que “se refiere o denota circunstancias en las que los hechos objetivos tienen menor influencia en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, se habla con lenguaje emocional para reafirmar lo que el público quiere oír. Excluye las razones y apela a las creencias interiores con eslóganes emotivos.

El votante no escucha razones. No tiene ni paciencia, ni ganas. Quiere reafirmarse en sus creencias profundas. Salvando las distancias, es lo que hace un madridista cuando compra el Marca o un culé cuando lee el Sport. No quieren la noticia, sino la emoción del relato que le ratifica su sentimiento de pertenencia a un club.

Algunos definen la post verdad como “la mentira cochina de toda la vida”. Pero realmente es una consecuencia directa de la cultura digital que habitamos. Ninguno queremos argumentos largos y sesudos en nuestras redes sociales. Preferimos un ‘like’ o un ‘quiero ser tu amigo’. Queremos emociones, nada de razones. Esto es lo que hace anticiparse a un líder de la post verdad, dando a su público lo que quiere oír, aunque sea con doble intencionalidad.

La post verdad nos intoxica la información, el debate en redes sociales y hasta la gestión de las empresas. Cuidado con la viralidad de este falso liderazgo. Es contagioso. Yo también lo he vivido en consejos de administración.

Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid

Artículo publicado en La Razón.

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