La responsabilidad de los directivos

La gestión de la voluntad empieza por que los directivos sepan controlarse, porque han de dar ejemplo. Pocas cosas hay más desmotivadoras en una organización que contemplar cómo quienes deberían actuar con responsabilidad se dedican:

  1. a) a “atrapar” todas las ventajas que les sea posible;
  2. b) a escabullirse de aquello que suponga esfuerzo.

Es lógico que los directivos tengan prerrogativas (por ejemplo, coche con chófer o mejores despachos y sueldos, etc.), pero eso no es porque sí, sino porque con esos instrumentos deben rendir más en servicio de la organización. Cuando se quedan en el disfrute de esos medios, están traicionando –así, traicionando- a la institución y a sus subordinados. En el fondo, sería un modo de robar.

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