Las empresas amplían plazos de pago para responder a la falta de liquidez

Los plazos de pago de las empresas que hacen negocios entre sí crecieron en el último ejercicio desde los 89 a los 94 días, alejándose del horizonte de los 60 días que trata de impulsar la legislación española y europea. Esta ampliación del crédito comercial que las empresas se conceden entre sí no diferencia tamaños de empresa, sectores de actividad o localización territorial. En el marco de una legislación cada vez más exigente orientada a su reducción, esta evolución sólo puede interpretarse como una respuesta del tejido productivo a la necesidad de financiar su actividad empresarial a través del crédito comercial en un entorno de insuficiencia de liquidez financiera y capitalización empresarial.

Esa es la principal conclusión del estudio sobre plazos de pago elaborado en el marco del Observatorio de Riesgo de Crédito en la Cátedra de Cash Management del IE Business School utilizando la herramienta de inteligencia de negocio Finance Insight, de Iberinform. La novedad del estudio es que trata de resolver el principal problema metodológico para calcular los plazos de pago reales que se dan en España: sólo los balances presentados siguiendo los formatos Normal y Mixto contienen la información necesaria para realizar un cálculo directo. Por primera vez en un estudio de este tipo, se han tenido en cuenta también los modelos Abreviado y Pymes, a través de cálculos validados en el seno de la Cátedra. El trabajo ha sido realizado a partir de los datos de 115.000 cuentas anuales, de las que apenas un 10% permite la estimación directa de plazos de pago.

Al analizar los plazos de pago teniendo en cuenta el tamaño de las empresas surgen algunas asimetrías relevantes. La gran empresa es la que más retrasa sus pagos, obteniendo hasta 24 días adicionales de crédito comercial para financiar su actividad. En el otro extremo se encuentra la pequeña empresa, cuyos plazos de pago son los más cortos de la muestra, seis días por debajo de la media nacional. No puede trazarse, sin embargo, una regla sencilla y directa que vincule tamaño con plazos de pago. Buena prueba de ello es la evolución de las microempresas, que presentan plazos de pago superiores a la mediana y la pequeña y un empeoramiento mucho más severo en 2012.

El empeoramiento de los plazos de pago registrado en 2012 se generaliza en los principales sectores productivos. Ninguno de ellos logra situarse por debajo de los 60 días. El mejor comportamiento se registra en el sector agrícola que pasa de los 97 a los 98 días, manteniéndose prácticamente estable. La industria española trabaja con unos plazos medios de 97 días frente a los 93 de hace un año, un síntoma de sus problemas de acceso a la financiación. Los plazos más amplios se dan en construcción, con 15 días de crédito comercial adicional frente a la media nacional, un síntoma de las tensiones de tesorería que produce la reestructuración de su actividad.

Por comunidades autónomas, la evolución del comportamiento en pagos depende de diversos condicionantes entre los que cabe citar, principalmente, dos: los matices en la cultura de pagos o la composición sectorial. La horquilla supone cerca de 38 días adicionales de crédito comercial. Navarra, con un tejido productivo muy maduro, capitalizado y orientado a la exportación, presenta los plazos de pago más reducidos de todo el Estado, 19 días por debajo de la media nacional. En el otro extremo se sitúa Andalucía, con plazos de pago de 113 días. En la tabla se aprecia con cierta nitidez la existencia de un eje Norte–Sur en la cultura de pagos. Las 17 comunidades tienen un rasgo común a la hora de pactar sus plazos de pago en el B2B: en ninguna se observa una reducción durante 2012. Sólo el País Vasco registró un comportamiento realmente estable, manteniéndose en los 88 días.

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