Palabras, actitudes y éxito del líder

Artículo escrito por Salvador Molina, presidente de Foro ECOFIN y José Luis Zunni, director de ecofin.es y Eduardo Rebollada Casado miembro del blog de Management & Leadership de ECOFIN.

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En las diferentes convenciones del partido demócrata estadounidense que catapultaron finalmente a la presidencia a Barack Obama, se escuchaba la voz de un nuevo líder mundial que encandilaba con su oratoria, actitud y determinación. Era como si se resumiera en una sola voz, la voluntad de cambio de la sociedad norteamericana expresada en ‘yes we can’ (Sí, nosotros podemos) ¿Le resulta familiar la expresión? Seguro que sí, pero no tanto por lo sucedido al otro lado del Atlántico, sino por lo que está sucediendo aquí, por casa.

La pregunta que nos formulamos desde la óptica del liderazgo es qué palabras y actitudes garantizan el éxito en la vida y en los negocios.

Hoy no hacemos un análisis político de lo que va a acontecer en nuestro país en las próximas elecciones generales, sino que nos detenemos en todas aquellas palabras y actitudes que enhebran el tejido que a una organización, incluso a un partido político, pueden llevarle al éxito o al fracaso.

Cuando se clausura una convención de una organización -también la de un partido político, que son muchas en tiempos preelectorales-  surgen entonces las primeras preguntas: ¿hemos tenido realmente la llegada que esperábamos? ¿Seguimos teniendo influencia en una sociedad cada vez más abierta y en la que concurren numerosos y nuevos actores en escena?

Nuestro nivel de éxito no sólo depende del mayor o menor acierto en las acciones que emprendamos, sino que estará predeterminado por las palabras que usamos todos los días. Es una especie de guía, de ‘Biblia’ particular, que mantiene viva aquella llama, aquella visión, que, todavía hoy, no ha perecido. Cambian las circunstancias, nos adecuamos y también nos formamos para los cambios, pero nuestra visión de lo que queremos ser, nuestra aceptación de lo que somos y lo más importante, nuestra contribución a la sociedad, siguen incólumes.

Los líderes efectivos no aceptan cinco palabras o expresiones que la gente usa a diario: suerte, enemigo, rechazo, odio, pero es que…

Son expresiones comunes, sí, pero sepan nuestros lectores que es un vocabulario que utilizan más los ‘perdedores’ que los que tienen éxito.

En cuanto al uso de la palabra ‘suerte’ nada tiene que ver con el destino, sino con acontecimientos que no fueron previstos; esto no dota de significado la creencia de que la suerte marcó la diferencia. Es una falsa convicción que tiene, además, el inconveniente de ser una carga negativa emocional que predispone mal a las personas. Imagine un equipo de trabajo en el que varios de sus miembros tienen esta creencia en el azar. Lo que sucedió es un hecho y no tiene nada que ver con ninguna razón que esté fuera de la causalidad y efecto por el que suceden las cosas.

También es cierto que es una excusa que pretende explicar el fracaso diciendo que ‘fue mala suerte; y, por el contrario, devalúa el éxito, porque el resultado para estas creencias se explica bajo el cobijo de la ‘buena suerte’.

Cuando el mercado es muy competitivo, es casi natural referirse a los competidores como ‘enemigos’ (para que uno gane tiene que perder el otro). Si una iniciativa no ha prosperado como se esperaba (realizada por otro) es un alivio porque ha fracasado el enemigo y no nosotros. Sepa que no hay enemigos en todos los ámbitos profesionales y de los negocios. Debemos tratar de hacer mejor las cosas, de superarnos a nosotros mismos y, si es posible, a la competencia. Nunca hay que identificar al competidor como enemigo, porque puede que mañana sea un socio o alguien con quien establezcamos un acuerdo estratégico.

La palabra ‘rechazo’ no tiene que tener una carga de negatividad ni provocarnos temor a la hora de tomar decisiones. A veces, el mal empleo de un término por un líder, puede conducir a que surja temor en el equipo y en los proyectos en los que se está trabajando. No siempre a todo el mundo le va a gustar las nuevas ideas que estamos implementando pero lo importante es la actitud.

En los casos en los que esta palabra planea sobre algunos miembros de un equipo, sugerimos concentrar los esfuerzos en realizar un nuevo enfoque y buscar proximidad con esa persona o con ese colectivo.

En referencia a la palabra ‘odio’, no entra para nada en el vocabulario de un líder efectivo. Tiene una carga patológica, está “enferma” y cada vez que se utiliza contamina el carácter y afecta a la determinación de una persona. Hay que evitar que se extienda y contagie. De ahí que el líder efectivo la erradique del vocabulario propio y de su gente.

Cuando escuchamos ‘pero es que…’, si bien a veces no se le da importancia a esta expresión, en realidad está condicionando no sólo el pensamiento, sino, y lo que es más grave, la acción. Cuando una persona nos dice ‘en principio estoy de acuerdo…pero es que…’, nos está mostrando una actitud eminentemente desalentadora que destruye la ilusión. Cuando el líder tiene dudas en cuanto a lo que le está proponiendo un miembro, es conveniente utilizar un término que suplante la negatividad de esta expresión, utilizando por ejemplo: ‘estoy de acuerdo…aunque tengamos que hacer unos ajustes’, o ‘me parece razonable…pero hay que volver a considerar los detalles’. En todo caso, debemos desterrar la negatividad y los condicionamientos al talento.

Erradicar el fatalismo

Cada vez que la gente afirma que ‘todo sucede por una razón’, lo que realmente está fomentando es un espíritu de fracaso. Probablemente personas que cuentan a sus espaldas con varios fracasos tanto personales como laborales, puede tener la tentación de creer que efectivamente existe una razón para que las cosas se den.

Lógicamente, su experiencia pasada está condicionando sus acciones del futuro. Está predeterminando una forma de pensar que lo único que logra es que la situación actual, en vez de mejorar, pueda incluso empeorar. No podemos dejar que nuestros pensamientos estén ‘enganchados’ a una visión fatalista del destino. Lo que sí podemos, y debemos, hacer es planificar bien, basándonos en un diagnóstico correcto y actuar en consecuencia. El fatalismo conduce a una limitación de nuestra acción y libertad, implantando en nuestra mente la creencia de que todo está predeterminado, lo que nos lleva a una actitud absolutamente pasiva.

Nuestras creencias

Vivimos tiempos convulsos. No es de extrañar que exista una gran contestación social y que todo se cuestione ¿Qué es lo que los líderes hacen en su camino hacia el éxito, no exento de dificultades, que les permita coronar sus particulares cumbres? Mantener vivas sus creencias. No es una cuestión de fe, sino de respetar los valores y principios que sustentan su filosofía y sus acciones. Cuanto más se aparte un líder (tanto de las organizaciones como de la política) de las creencias sobre las que se asientan las respectivas organizaciones, más rápido será el desgaste por la desaprobación de quiénes sean destinatarios de sus mensajes (consumidores y ciudadanos).

Cuando la eterna lucha entre los dos gigantes de los refrescos, Coca-Cola y Pepsi Cola se dirimía hace unos años, por el sabor y las innovaciones tecnológicas, la preocupación que más tenía en vilo a los responsables de ambas multinacionales, era, precisamente, el cambio de gusto y sabor que aquellas modificaciones tecnológicas implicaban. Había que transmitir un mensaje alusivo al cambio, pero que el consumidor supiera que la bebida de su preferencia mantenía la esencia tradicional (con pequeñísimas diferencias). Algo así, como que la marca y su sabor se mantenían firmes en sus principios y valores por los que habían logrado tantos años de éxito.

En el campo político también hay que saber utilizar las palabras que representen el camino al éxito, la adecuación al cambio y el respeto a los valores. Eso fue lo que Obama hizo en su campaña para su primer mandato. Sin embargo, para la segunda legislatura dio una vuelta de tuerca  al mensaje y se centró en el cambio que su gobierno había introducido en los primeros cuatro años: la defensa de una gran clase media norteamericana. Finalmente ganó de manera clara porque siguió fiel a sus principios y utilizó palabras que reflejaban esa preocupación.

Dijimos al inicio de este artículo que no hacemos desde Foro ECOFIN pronósticos electorales. Sólo analizamos cómo usan los diferentes líderes políticos sus palabras, cuáles son sus valores y principios. Tampoco es nuestra labor decir si unos son buenos y otros malos. Lo único que decimos es que el camino del éxito no se sustenta sobre falsas creencias. Que el éxito no se consigue sin erradicar determinadas palabras que, lamentablemente, hemos visto en imágenes televisivas. Hemos sido testigos de cómo algunos líderes convencionales desacreditaban de manera poco ortodoxa – más bien de manera improcedente- a nuevos actores en el escenario político español, síntoma de que su capacidad de liderazgo y la utilización de las palabras no seducen a la ciudadanía.

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