Méndez de Vigo: “La revolución digital hace necesario un pacto por la educación”

Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deporte en funciones, clausuró el IX Congreso ECOFIN, tras recibir el premio ‘Micro de oro’ de Ecofin. Y estas fueron sus palabras y su llamada al consenso político en materia de Educación, la llave para la competitividad y la transformación digital de nuestra sociedad y de nuestra economía.

El año pasado yo fui uno de los conferenciantes de congreso. No formaba parte de los imprescindibles, como los amigos que han hablado antes que yo, pero a lo mejor después de la intervención de hoy ellos corren la misma suerte que yo y el año que viene les dan el ‘Micro de oro’ (…) Lo recibo con cariño y afecto. (…)

Cuando veo este micrófono que me habéis entregado no puedo dejar de acordarme de la primera frase que dijo Graham Bell, el inventor del micrófono, la primera vez que hablo por el aparato. Graham Bell le dijo a su ayudante: “Watson venga, lo necesito”. Desde aquel primer micrófono líquido hasta los que tenemos hoy han sucedido millones de cosas. Entre esas millones de cosas está, como ya se ha dicho en las intervenciones que yo he escuchado, la revolución digital o tecnológica. A algunos cuando estudiamos la carrera nos contaron que la gran revolución era el comunismo; pero se equivocaron, no lo fue. La gran revolución es la digital.

Y es una revolución en la que ya estamos, de la que formamos parte, de la que sin duda no nos damos cuenta pero que va a cambiar o está cambiando ya nuestras vidas.

El otro Camino de Santiago

Hace poco, haciendo una etapa del Camino de Santiago, yo recordaba cuando acompañé en los años 80 a Marcelino Oreja, entonces secretario general al Consejo de Europa, al lanzamiento del Camino de Santiago.

El camino ya existía pero apenas lo recorrían 2.000 personas porque no estaba balizado y no se sabía por dónde había que ir. Había que ser un gran conocedor para hacerlo. Nosotros creamos esa baliza, esa concha invertida que luego se convirtió en el reverso de las monedas de cien pesetas como emblema del Camino de Santiago. Aquello permitió que esos 2.000 peregrinos se convirtieran en ocho millones en el 2010, el último año santo. Y yo siempre contaba esta historia porque me sentía muy orgulloso de ella.

En mis funciones actuales como ministro me toca presidir el consejo jacobeo y me encuentro con que esta historia está desactualizada. El balizamiento ya no tiene ningún sentido porque ahora con una aplicación de nuestro iPad podemos ir desde Roncesvalles hasta Santiago sin perdernos. Y que aquello de lo que yo me sentía tan orgulloso ya no tiene sentido porque ahora existe un GPS que te van diciendo por donde tienes que ir.

Un verso de Jaime Gil de Biezma dice: “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”. Yo creo que la revolución digital la hemos comenzado a comprender ya. Sabemos que está ahí, que todos los días progresa y tenemos que acompasar nuestro paso, como el caminante del camino, a esa revolución.

Pacto nacional por la educación

Me habrán oído ustedes decir que yo soy partidario de un pacto nacional por la educación. Y me encuentro cuando lo digo con cierto escepticismo.  Y es verdad que la historia da la razón  los escépticos, pero cuando me preguntan por qué ahora sí creo que puede hacerse siempre respondo que por dos motivos fundamentales:

1.- Porque la gente lo pide. Los ciudadanos entienden que la educación es una apuesta a medio plazo y que no se puede estar cambiando todos los días porque eso perjudica a los docentes, a los alumnos y a las familias. Hay una necesidad sentida de que los políticos nos pongamos de acuerdo para crear un sistema educativo que ayude a luchar contra las grandes lacras que tenemos ahora mismo y que son el abandono escolar y la falta de calidad.

2.- La otra necesidad que, en mi opinión, mueve ese pacto nacional por la educación es precisamente esta revolución tecnológica porque ha cambiado las relaciones entre alumno y profesor.

Cuando yo iba al colegio el aprendizaje consistía en sentarse, escuchar la lección del profesor y luego estudiarla en casa. Hoy en día eso ya no es así. Ahora el alumno tiene acceso a unas fuentes que son completamente distintas al propio profesor.

El otro día mi hija me contaba que ese día estaba previsto que les explicaran en clase Napoleón I pero que ella ya se lo había estudiado. Cuando le pregunté qué sabía de Napoleón me dejó sorprendido todo lo que me contó porque había preparado su lección a través de internet. Y sabía cosas bastante extraordinarias. Tanto que yo pensé: si hay muchos alumnos como mi hija, el profesor va a tener un problema si no se ha preparado bien la lección. Quiero decir con esto que los alumnos vienen ya de casa con un aprendizaje del que nosotros carecíamos.

La relación entre profesor y alumno ya ha cambiado y tanto los docentes como los padres y los alumnos tenemos que estar inmersos en el mundo digital. Debemos ser capaces de introducir esa digitalización en nuestros planes de estudio, en nuestro chip mental y, especialmente, en el de los profesores que son un pilar fundamental. No es fácil muchas veces implicar a personas que ya tienen cierta edad con la facilidad con la que lo hace un niño pequeño pero si no los hacemos cómplices no daremos respuesta a esas preguntas a las que el mundo digital nos obliga.

Esto tiene también otras derivadas. Por ejemplo el aprendizaje de lenguas, especialmente el inglés, es más necesario que nunca porque el mundo digital se mueve en inglés.

El ministerio este año ha hecho un esfuerzo muy grande, ha desembolsado 400 millones de euros para fomentar las escuelas con banda ancha ultra rápida. Esto supone un gran cambio, sobre todo en la escuela tradicional española y en las zonas rurales, donde la necesidad estriba en llevar al niño a la escuela, pero también es necesario llevar allí ese mundo digital.

Yo creo que este mundo que nos ha tocado vivir es apasionante pero está lleno de retos complicados de resolver. Es un mundo con unas posibilidades extraordinarias y donde ya no se plantea esta revolución como otras de las historia, por ejemplo en la revolución industrial, donde se destruían máquinas.

Un futuro de robots y nuevas profesiones

Hace poco la universidad de Oxford publicó un estudio donde decía que en los próximos 20 años la mitad de los trabajos que hoy realizan los seres humanos iban a ser realizados por máquinas. Los autores del estudio decían también que en el medio plazo las máquinas habrán automatizado 702 ocupaciones.

Éste es el mundo que nos espera. Y este mundo tendrá muchos trabajos que no servirán porque serán los robots quienes los hagan pero surgirán otros nuevos. El World Economic Fórum dice que el 65% de los niños que hoy comienza la educación primaria tendrá un trabajo que hoy no existe.

Todos esos retos que acabo de mencionar son sólo algunos que de los que tenemos por delante. Yo creo que no ha habido cambios más acelerados en la historia que los que se han vivido en los últimos años. Y para eso necesitamos tener visión, voluntad, ganas y, sobre todo, mentes brillantes. Como también decía Graham Bell: “Grandes descubrimientos y mejoras en la vida de las personas implican invariablemente la cooperación de muchas mentes”.

Estoy seguro de que en este encuentro hay mentes brillantes que tienen que cooperar para que al final de este proceso apasionante pero complicado, veamos la luz.

Me llevo este micrófono de oro que pondré en mi despacho y cada vez que lo mire me acordaré de todos ustedes.

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