Inercias del presente

Un tren desbocado, conducido por un irresponsable, ha producido la mayor catástrofe de 2013 en Europa. Una tecnología tan dominada y excelente como la educación en Noruega, impide contrarrestar la voluntad de un individuo, capaz de hacer daño a decenas de inocentes aunque apele a su inconsciencia. Como en Noruega hace pocos veranos.

El lado admirable de la desgracia nos llega por la reacción de las gentes. Una manifestación de valores solidarios en la personalidad de millones de españoles dispuestos a ofrecer lo mejor de ellos mismos y hasta su sangre, si hiciera falta, para paliar los daños y el dolor. Magnifico valor de la Marca España. La misma que atrajo a los visitantes fallecidos en el tren; jóvenes de tierras descubiertas por España que sienten la apetencia de lo mejor de nuestra oferta y de nuestra convivencia con los turistas.

Aprender de la desgracia es nuestro reto. Convertir la experiencia en prevención prospectiva nuestra obligación. Desde la educación básica a las protecciones tecnológicas. Un propietario de cualquier proceso, maquinista, piloto o agente de tráfico, no debería alardear sin riesgo sobre sus infracciones laborales en las redes. Vamos a pagar caro los déficits de personalidad y responsabilidad que nacen de una educación ajena a los valores. Aunque como se vio en Noruega, las excepciones son incontrolables.

 

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