El año en que vivimos peligrosamente

Las perspectivas de este 2015 son espectaculares. El Servicio de Estudios de La Caixa pronostica un crecimiento del 2,2%, algo por encima de la estimación del Gobierno. Y todos los organismos revisan al alza sus previsiones.

El consumo se recuperó en la campaña de Navidad a niveles pre-crisis y las previsiones del turismo reunido en Fitur es de que España volverá a ser un país refugio en 2015, frente al low-cost del Mediterráneo Sur y otros destinos exóticos de África, Asia y Oriente Medio. Y hasta el sector exportador descubre nuevas oportunidades con un precio de la energía en mínimos que suma competitividad extra.

Vivimos un año de expectativas. Tomamos el testigo del primer año postcrisis que acaba en positivo y con curvas ascendentes en los principales parámetros económicos: consumo, empleo, PIB, etc. Y hemos recuperado las tres ‘C’ de las que suele hablar Lorenzo Amor, presidente de ATA, como claves de nuestra economía: Confianza, Consumo y Crédito.

El crédito se recuperó en 2014 y parece que vino para quedarse. El papel del Banco Central Europeo ha sido fundamental. Primero, pinchando el estancamiento de fondos bancarios privados en sus arcas, al penalizar esta práctica con un coste y no con un dividendo, como hasta comienzos del 2014. Segundo, manteniendo el precio del dinero en niveles por debajo de un punto porcentual. Tercero, asumiendo deuda pública que libera recursos a los bancos que hasta ahora concentraban su crédito en deuda soberana.

Con el consumo y el crédito amaneciendo, sólo nos queda no perder la fe. De momento, Artur Mas ha concentrado su incertidumbre al último trimestre del año, lo que asegura nueve meses de ‘paz armada’ respecto al riesgo secesionista. Y el precio del petróleo parece que vino para quedarse en los 50 dólares el barril; así que Rusia y las grandes economías petro-dependientes tienen un reto estructural y no coyuntural al que dar solución.

El riesgo yihadista, el riesgo electoral en Grecia, el año tri-electoral en España, las ambigüedades de Podemos en su modelo económico, la recuperación del empleo, la consolidación exportadora, el ébola, la corrupción y sus sentencias, etc., etc. Todo esto y alguna cosa más hacen que pese al horizonte económico despejado, se concentren nubarrones de tsunami. Por ello, mes a mes, tendremos que ir despejando nubarrones.

El año 2015 será el año de ir partido a partido. Podemos ganar la Champion, pero no hay que bajar la guardia ni en las fronteras, ni en Bruselas, ni en Barcelona, ni en Atenas, ni en ningún rincón de un mundo absolutamente global y donde una gripe en las Antípodas puede generar una epidemia en todo el mundo.

Los mercados financieros soportan la economía real en un equilibrio de 1 a 7 de difícil gestión. Las bolsas ya no son casinos de juego, sino el banco del mundo. Lo que hagan los mercados financieros tumban países o elevan sectores. Ellos dicen que el mecanismo es el inverso y que sólo son el eco (anticipado) de la economía real. Pero es verdad que a veces hay sobreactuación y, en no pocos casos, aparecen personajes sin escrúpulos como Madoff reinventando crisis sistémicas.

La interconexión es total. Hoy, lo que piensa Georges Soros en Wall Street puede hacer un efecto llamada en Londres o Singapur, pero también a sus participadas en el Ibex 35, el Santander o FCC. Y lo mismo con los gigantes de internet y las tecnologías. La aldea global es un hecho.

Mimemos y confiemos en los mercados financieros porque son el alma y el arma del crecimiento, de la recuperación y del nuevo liderazgo económico mundial al que no le importa la diversidad, ni ideológica, ni religiosa, ni económica, ni política. Ni China queda libre de su influencia tras su muralla milenaria. Y si sus entidades financieras tienen que quebrar, pues que lo hagan y saneen sus finanzas. Si Rusia no hace frente a sus pagos, pues que pene sus consecuencias.

El poder del dinero es el poder de los mercados. Sus inversores no tienen anclajes éticos ni sentimentales. La regla de oro es la rentabilidad. Este efecto codicia debemos regularlo entre todos. Pero la solidaridad hay que ganarla, ya no cabe imponerla.

El reto de las finanzas éticas emerge ahora más que nunca y la crisis financiera de 2007 se está salvando sin poner salvaguardas éticas definitivas. Confiemos en aquellas entidades (que las hay en España) que abanderan este reto de gobernanza basada en principios y valores. ECOFIN está y estará a su lado.

 

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