Hoy, 27 de noviembre, se presenta en un acto conjunto de los departamentos de Exteriores y Fomento, un documento notable sobre la presencia de las empresas españolas en grandes proyectos internacionales. Es un análisis que descubre la verdadera importancia de nuestros técnicos en obras significativas que van a reportar calidad de vida a los ciudadanos de muchos países.
Más allá de las cifras que reflejan la actividad y su impacto económico en las cuentas de explotación de las empresas, muy afectadas por la depresión de sus trabajos en España, lo que revela ese análisis es la calidad del conocimiento. Estamos ante personas y sistemas que compiten con éxito frente a los de otros países y donde el precio ya no es la ventaja que nos aporta pedidos como en otros renglones de nuestras exportaciones. Se trata de un valor real, nacido en nuestras escuelas de arquitectura e ingeniería, en la práctica de diseño y ejecución de proyectos de referencia para nuestras infraestructuras y en la confianza que inspira en los subcontratistas locales.
Con ello estamos convenciendo a clientes institucionales en todo el mundo y las referencias comparativas entre los chinos y los españoles nos permiten ganar por goleada. Las empresas lo saben y está por reconocerse la contribución singular de sus recursos humanos en el exterior.
Alguien debería cuidar de esos recursos y rescatar su imagen interna, no como desesperados ante la crisis, sino como nuevos referentes de una calidad hispana presente en múltiples sectores.